ANTÓN CASTRO
Nunca lo sabemos
todo de nada
ni de casi
nadie. A menudo
existen personajes ambiguos, de vidas
secretas, que se han movido
como pez en el agua:
en la política,
en el amor,
en el trabajo,
y la condición
de supervivientes o de espías les
viene al pelo.
Uno de ellos
sería Jaime Monasterio,
una criatura de contrastes.
Escurridizo. Irreductible. A la historiadora Rosa, desubicada,
soltera y en continua búsqueda, le sugiere
otro profesor que haga
una biografía suya. Es
un tema atractivo,
sin duda. Lucas,
el colega, es convincente:
sabe abrazar como un
oso, aunque tiene
sus rarezas. Lo que le pone
en realidad, más que
Rosa (ella se
define como una
mujer del montón),
es Brigitte Bardot. O su peluca rubia.
y le pide a su pupila
y amante ocasional
que se la ponga y
ensaye un baile
antes del sexo.
sería Jaime Monasterio,
una criatura de contrastes.
Escurridizo. Irreductible. A la historiadora Rosa, desubicada,
soltera y en continua búsqueda, le sugiere
otro profesor que haga
una biografía suya. Es
un tema atractivo,
sin duda. Lucas,
el colega, es convincente:
sabe abrazar como un
oso, aunque tiene
sus rarezas. Lo que le pone
en realidad, más que
Rosa (ella se
define como una
mujer del montón),
es Brigitte Bardot. O su peluca rubia.
y le pide a su pupila
y amante ocasional
que se la ponga y
ensaye un baile
antes del sexo.
Anécdotas al margen, Rosa empieza
su trabajo. Como lo
haría un periodista.
Contacta con Paloma,
hija de Monasterio
y galerista, con Ana
María, su esposa
(no se entendieron
del todo; muchas
páginas más adelante
se puede leer:
«El amor no
dura toda la
vida»), y con Alfonso, su hijo.
Primer momento de tensión:
padre e hijo nunca se
llevaron bien, y
el retrato que hace
el joven de
su progenitor (que nunca
aceptó su condición
homosexual) es demoledor.
Rosa sabe que
su biografiado redactó muchas notas
de un diario
a lo largo
de la vida.
Luis León de
Barga, responsable de Documentación
y Análisis de la Agencia Efe y narrador, en esta
novela de investigación,
decide mezclar el proceso
que desarrolla Rosa, sin
hurtar ni siquiera
su compleja vida sentimental
(es decir: construye
aquí también un personaje
de luces y
sombras), con los
fragmentos del diario,
desde la Guerra
Civil hasta la
actualidad. Y así leemos dos
voces muy diferentes.
Jaime es un superviviente, un hombre
sin demasiados escrúpulos y con un gran
éxito con las
mujeres -las primeras
son Ervigia, Maribel, Ana María,
falangista, la actriz
Paola, al principio;
muchas más luego-
y en sus actividades públicas, hasta el
punto de que se cita
con Mussolini. Luis León
de Barga reflexiona
sobre la historia
europea yespañola desde la
Guerra Civil hasta
la Transición y la mudanza de un hombre contradictorio,
arribista, sombrío, que fue
espía. También anda por
ahí la KGB.
su trabajo. Como lo
haría un periodista.
Contacta con Paloma,
hija de Monasterio
y galerista, con Ana
María, su esposa
(no se entendieron
del todo; muchas
páginas más adelante
se puede leer:
«El amor no
dura toda la
vida»), y con Alfonso, su hijo.
Primer momento de tensión:
padre e hijo nunca se
llevaron bien, y
el retrato que hace
el joven de
su progenitor (que nunca
aceptó su condición
homosexual) es demoledor.
Rosa sabe que
su biografiado redactó muchas notas
de un diario
a lo largo
de la vida.
Luis León de
Barga, responsable de Documentación
y Análisis de la Agencia Efe y narrador, en esta
novela de investigación,
decide mezclar el proceso
que desarrolla Rosa, sin
hurtar ni siquiera
su compleja vida sentimental
(es decir: construye
aquí también un personaje
de luces y
sombras), con los
fragmentos del diario,
desde la Guerra
Civil hasta la
actualidad. Y así leemos dos
voces muy diferentes.
Jaime es un superviviente, un hombre
sin demasiados escrúpulos y con un gran
éxito con las
mujeres -las primeras
son Ervigia, Maribel, Ana María,
falangista, la actriz
Paola, al principio;
muchas más luego-
y en sus actividades públicas, hasta el
punto de que se cita
con Mussolini. Luis León
de Barga reflexiona
sobre la historia
europea yespañola desde la
Guerra Civil hasta
la Transición y la mudanza de un hombre contradictorio,
arribista, sombrío, que fue
espía. También anda por
ahí la KGB.
El espionaje es, en el fondo,
otro asunto capital
quizá porque la
idea de redactar
la biografía de Jaime
Monasterio sea algo
más que un encargo universitario, de curiosidad
intelectual. También es un libro ameno
sobre la convulsa
Europa de posguerras,
la seducción y sobre
la traición. Otro historiador,
capital en la trama, Jaime
Villalobos, dice que
las seis motivaciones
básicas para convertirse
en traidor «son el
dinero, la ideología,
la conciencia, el sexo,
el ego y el resentimiento».
‘Los durmientes’ es una apuesta de Fórcola,
en su colección
de narrativa, y es un modo
de mirar la
Transición desde un
prisma de complejidad:
hubo en ella
extraña fauna, paradójicas
actitudes y quizá,
también, un intento
de redención. Jaime Monasterio
perteneció a ella.
otro asunto capital
quizá porque la
idea de redactar
la biografía de Jaime
Monasterio sea algo
más que un encargo universitario, de curiosidad
intelectual. También es un libro ameno
sobre la convulsa
Europa de posguerras,
la seducción y sobre
la traición. Otro historiador,
capital en la trama, Jaime
Villalobos, dice que
las seis motivaciones
básicas para convertirse
en traidor «son el
dinero, la ideología,
la conciencia, el sexo,
el ego y el resentimiento».
‘Los durmientes’ es una apuesta de Fórcola,
en su colección
de narrativa, y es un modo
de mirar la
Transición desde un
prisma de complejidad:
hubo en ella
extraña fauna, paradójicas
actitudes y quizá,
también, un intento
de redención. Jaime Monasterio
perteneció a ella.
Los durmientes. Luis de León Barga. Fórcola / Ficciones. Madrid, 2016.
361 páginas.