Odilon Redon. Las sombras del sueño
Imaginen a un pintor cuya obra y figura se han hecho famosas a raíz de aparecer en la novela de un escritor respetado del país en el que vive. El artista, que además es un hombre de moral asentada, fiel a su familia y a las buenas costumbres, se contrapone a la influencia de los círculos artísticos y bohemios de la época. A raíz de la repentina fascinación despertada por su trabajo, su vida discreta deviene en creciente inquietud: un banquero del Médoc le encarga unas pinturas de corte bíblico y erótico para el salón de su château, y aunque nuestro hombre no desea aceptar el encargo, la necesidad del sustento y la presión de su esposa le convidan a aceptarlo. A partir de entonces su serena existencia vivirá un terremoto del que no saldrá intacto.
Lo primero que sorprende al leer Un amor de Redon, la última novela del escritor
aragonés Ricardo Lladosa y publicada por Fórcola Ediciones, es su ritmo calmado, la precisión en la palabra y la agudeza en la desenvoltura de la trama. Es decir, Lladosa nos ofrece un rara avis, una novela más propia de otra época en la que se escribía sin prisa, únicamente por el deseo de contar una historia y hacerlo bien. Para empezar, como ya hiciera el autor con su anterior y primera novela, Madagascar (Anorak Ediciones, 2018), inflama la chispa primigenia de su inspiración en uno de los tomos de la enciclopedia de su casa familiar, en este caso tras encontrarse con una imagen del lienzo Mujer con velo, de Odilon Redon. Intrigado por la obra del pintor simbolista francés comenzó a bucear en su biografía, escueta en comparación con la de otros artistas que han pasado a la posteridad.
Ricardo Lladosa toma este personaje histórico para poner la mirada narrativa en un suceso que, aun siendo completamente fabulado por el autor, goza de una verisimilitud candente, y que es la espina dorsal de la novela, como es el encargo de una serie de pinturas para el salón de un burgués. Alrededor de Redon se enraíza un abanico de personajes a cuál más pintoresco, desde intelectuales de la talla de André Guide o Stéphane Mallarmé hasta un ingeniero jesuita, un fotógrafo post mortem, el muy bohemio aspirante a poeta eterno Lucien Lévy o incluso fantasmas, etéreos y encarnados. Sin embargo, ninguno de ellos llega a adquirir en la novela un peso tan significativo como el que posee Ainhoa Lévy, la esposa del banquero para el que Redon realizará el trabajo artístico.

Ricardo Lladosa. Foto de Alberto Casas
Ella, fotógrafa en una época en que el arte de la fotografía era incipiente, se convierte con el paso de las páginas en personaje principal, alternando sus intervenciones con las de Redon. Aquí destaco uno de los enormes aciertos de la novela, dotar de voz propia a la musa del artista, que lejos de condicionar su presencia y su dimensión existencial al capricho de la mirada del pintor es capaz de reivindicar su lugar en el mundo con su propia palabra y descripción de los hechos.
El baile de máscaras de ambos personajes nutre una narración construida sobre los cimientos del humor refinado y sutil aderezada, además, por la amplia cultura lectora que posee Ricardo Lladosa, siendo capaz de alternar géneros como la novela gótica, el biopic, la novela moderna y el género epistolar y salir airoso de ello con elegancia, pulcritud en las descripciones, continencia en la extensión del texto y enorme maestría.
En resumen, Un amor de Redon es uno de esos libros maravillosos que sólo se
reconocen como tales tras mecerlos en el reverberante recuerdo de lo leído. Un paladeo de inmejorable literatura que les cautivará desde la primera página.
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