A diferencia que el sustantivo español “camarada”, el francés “camarade” o el inglés “comrade”, en italiano el término «camerata» no es utilizado por la izquierda, sino por la derecha fascista y neofascista. Los socialistas y comunistas italianos, y en el siglo pasado especialmente los comunistas, han utilizado en cambio “compagno”. Equivalente del “compañero” español que, sin embargo, especialmente en la tradición latinoamericana, se asocia a menudo con la izquierda no comunista. Con “compagni di viaggio”, “compañeros de viaje”, se tradujo en cambio la expresión inglesa “fellow travelers”, utilizada para indicar a aquellos que, a pesar de no ser comunistas, decidían recorrer “un tramo de camino” con ellos.

Ya hemos hablado de Fabrizio Rondolino en esta sección como autor de libros sobre la historia del Partido Comunista Italiano (PCI) (https://cutt.ly/Fwnemm4) Criado en la «maquinaria» del PCI hasta convertirse en reportero político del órgano de prensa del partido, Unità (Unidad), se dio a conocer porque informaba sobre situaciones a las que, como periodista del partido, tenía libre acceso con la obvia implicación de que no se podía entonces informar de ello.  Plenamente consciente de todos los límites de la historia del PCI, pero al mismo tiempo defensor de su papel para el crecimiento de la democracia en Italia, con motivo del centenario del PCI en 2021, Fabrizio Rondolino publicó una gran “historia en imágenes” del PCI: (https://amzn.to/3MPsJGA ).

Más tarde, con motivo del centenario del nacimiento del dirigente comunista Enrico Berlinguer, escribió otro libro que era también una «historia en imágenes» del último gran secretario del PCI (https://amzn.to/3BMDSkX) .

 

Perro de raza maremmano

 

Sin embargo, Rondolino es un personaje multifacético. Como también nos muestra una rápida ojeada a su bibliografía en Amazon ( https://cutt.ly/bwH73Gv ), fue un novelista ganador del Premio Mondello y ensayista; reportero político dell’Unità y editorialista della Stampa; consultor especial de comunicación del programa de televisión Gran Hermano y estrecho colaborador de presidentes del Gobierno como D’Alema y Renzi; historiador del PCI y coleccionista de máximas zen ( https://amzn.to/45ltWfV ). Pero una de las cosas por las que es más famoso es una columna en el Corriere della Sera en la que habla de los perros y gatos con los que vive en una casa de campo en Sabina (https://www.corriere.it/animali/bonnie-e-co/). Precisamente, crónicas recogidas en este libro que, quizás intencionadamente y quizás por desliz, lleva por título “Compañeros de viaje”. Un poco de historia, un poco de filosofía, fábula, en definitiva, un pequeño tratado de psicología animal.

De raza maremmana, de cinco años, de Abruzzo, la perra Bonnie se menciona primero porque es la líder de una curiosa manada formada por gatos y perros juntos. “Los maremmanos son perros de trabajo”. Acostumbrados a sobrevivir a base de suero y trozos de pan duro en torno a los cuales hacen una especie de danza que no reservan para los huesos y otros bocados, hacen “lo que aprendieron en la noche de los tiempos y lo siguen haciendo mejor que ningún otro perro:  defender a las ovejas de depredadores y ladrones (y también de excursionistas incautos)”. Para ello tienen un fuerte sentido del territorio y de la comunidad, y un tenaz espíritu de autonomía. “El temperamento proverbial de las maremmanos depende en gran medida de la feroz crianza que reciben de los pastores: sin embargo, también es cierto que, como están ancestralmente acostumbrados a valerse por sí mismos, tienden a seguir su propio camino de todos modos”. Pero también para responsabilizarse de los demás.

Otro maremmano, Valentino, tiene oído musical, y cuando escucha a Beethoven comienza a acompañarlo, aullando a intervalos de quintas. El tercer maremmanno, Sandro, no tiene dotes artísticas análogas, pero por otro lado es tan sociable que también se hace amigo de los gatos, así como de los niños. Tal vez confundido por él, el gato Otto cree que es un perro. El gigantesco Maine Coon, tal vez descendiente de los gatos que los barcos vikingos trajeron a América y bautizaron en honor al autor de la Declaración de Independencia Americana, Jefferson recuerda en otros aspectos al Gato de Cheshire de Alicia. “Solo yo tengo el privilegio de verlo. Los amigos que nos frecuentan desde hace años están convencidos de que Jefferson es un producto de mi imaginación, una broma o una alucinación que debo curar. Otros lo han visto pasar zumbando boca abajo durante unos segundos”. A diferencia de la atigrada Lola: “adorable gata tricolor de mal carácter y turbulenta novia de Jefferson, en cambio se coloca en mi regazo o, si estoy acostado, entre mi cuello y mi pecho, y de ahí se niega tenazmente a moverse”. Luego están los otros gatos: Alfa, Beta, Enea, Sorciuz, Ray, Mia. Sin mencionar a Othello, que entra y sale de la comunidad como un rayo, pero dando tiempo para desvelar que es una Othella.

 

Puedes comprarlo aquí