Un patio de casas del barrio judío de Odesa
Ahora que la guerra de Ucrania ha traído de nuevo a la actualidad a la ciudad de Odesa, el puerto ucraniano sobre el Mar Negro donde se exportan los cereales tras el acuerdo con Rusia gracias la mediación turca, nada como recordar Los cuentos de Odesa, de Isaac Babel.
Vitalista e irónico, el más ruso de los escritores judíos y el más judío de los literatos rusos, fue testigo de la revolución rusa y consiguientes guerras. Su libro sobre la guerra civil rusa, Caballería roja no gustó a los dirigentes comunistas y Babel fue puesto en sordina, primero, y en la línea de tiro al blanco después. Detenido en 1939, llevado a la triste sede de la policía política en Moscú, la Lubianka, fue torturado y fusilado en 1940, acusado de trotskista y de espiar a favor de Occidente. Como tantos otros, habrá que esperar a que muera Stalin para que sea rehabilitado. Como él mismo dijo en el congreso de los escritores soviéticos de 1934, había empezado a practicar un nuevo género literario, el del silencio, que sin embargo no le sirvió para salvar la vida.
En los Cuentos de Odesa, una serie de relatos cortos, a veces disparatados y otras conmovedores, Isaac Babel nos adentra en Odesa, la Marsella del Mar Negro, a principios del siglo XX, durante los primeros pogromos rusos. Los personajes son variopintos y el ambiente barroco. Es como ver en una película de Fellini entre matronas, suegras, viejos libidinosos y mafiosos que viven en el barrio judío de Moldavanka, donde reinan los bandidos. Entre ellos, Benia Krik, apodado el Rey, considerado el líder de los mafiosos. Seguimos, a través de este personaje y de los habitantes de este barrio, las historias de policías y ladrone mientras la comida de contrabando termina en el buffet de una boda y la rivalidad entre clanes surge por cuestiones de corazón. Isaac Babel crea retazos de historias que se entrelazan entre sí y dan una visión de la vida en este barrio, no sin un toque de humor.
El barrio de la Moldavanka era un mal lugar, el centro neurálgico de los judíos ortodoxos, y donde el índice de criminalidad estaba en su punto más alto. Las casas de los trabajadores, hechas de chatarra, estaban abarrotadas. Eran el escenario del contrabando portuario. Este gueto también fue testigo de un pogromo en 1905, un ataque con saqueos y asesinatos contra la comunidad judía. Isaac Babel, que nació en la Moldavanka, ya no vivía allí cuando se produjo la masacre, pero alude a estos tristes acontecimientos que se repiten a lo largo de los años.

Ficha policial de Isaac Babel
Luego el tono se suaviza, el ritmo se calma con el comienzo de la era soviética, vemos a los revolucionarios armados, las poblaciones desplazadas, la expropiación de la aristocracia de sus palacios y castillos. En un plano más personal, este periodo también está marcado por el descubrimiento de la vocación de escritor de Babel, su amor por la vida, los libros y la poesía, su admiración por Maupassant. También rinde un homenaje muy emotivo a Gorki, que le animó a escribir.
Babel es realista: «Cuando Benia regresó a casa, los faroles ya se estaban apagando en el patio y el amanecer empezaba a despuntar en el cielo. Los invitados se habían marchado y los músicos dormitaban, con la cabeza inclinada sobre el cuello de su contrabajo. Sólo que Dvoïra no pensaba en dormir. Con ambas manos empujó a su marido, paralizado por el miedo, hacia la puerta de su habitación nupcial, y lo contempló con una mirada carnívora, como la de un gato que tiene un ratón en la boca y lo acaricia suavemente con la punta de los dientes».
Entre sus personajes pintorescos y miserables, vislumbramos el sonido y el olor de los cuentos orientales. Las palabras son crudas pero el humor nos acompaña. «Todo el mundo puede equivocarse, incluso Dios. Se cometió un gran error, tía Péssia. ¿Pero no fue un error del buen Dios poner a los judíos en Rusia para que fueran atormentados allí como en el infierno?». La historia se repite, pero como dice Nietzsche, si en la primera vez como farsa, en la segunda como tragedia.
El libro fue escrito en 1924, es decir, entre dos guerras, entre dos terrores. ¿Qué importa? En esta historia, a veces me encontraba entre los personajes de este pogromo, sin saber a qué destino me estaba entregando, aunque supiéramos que la tragedia de la historia estaba teniendo lugar. En Ucrania, el castigo fue doble: la dictadura soviética fue terrible, provocando una hambruna sin precedentes, y la represión de la comunidad judía también fue despiadada. Luego la Segunda Guerra Mundial, el Holocausto, Stalin de nuevo, el régimen soviético, la caída del muro de Berlín y del comunismo… La independencia y la guerra de nuevo. Pero el libro de Isaac Babel atraviesa la Historia y sigue siendo actual y hermoso.