Tere de los Desechables
Uno de los movimientos juveniles surgida a mediados de los años setenta fue el punk que sustituyó a lo hippie. En línea con las vanguardias de principio de siglo, entre sus principios se encontraba la provocación y teatralizar el exceso. Lograrlo ahora resulta misión cuasi imposible salvo que se actúe en el terreno de lo políticamente correcto, pero entonces resultaba bastante fácil.
Camisas y pantalones rotos o sujetos con imperdibles, cuchillas de afeitar como broches, pelo en punta, crestas estilo tiranosaurio rex en la cabeza, chupas de cuero con cadenas, símbolos nazis, botas del doctor Martens… componían una estética rompedora que les proporcionó una gran visibilidad mediática gracias también a los escándalos de los componentes de algunos de sus grupos musicales, como los Sex Pistols.
Una catedrática de la UNED de Madrid, Cristina Garrigós, otra de la Universidad de Kent (Reino Unido) Nuria Triana, y una profesora de sociología de la Universidad de Oporto (Portugal), Paula Guerra, firman Good save the Queens, pioneras del punk (66rpm). Son siete entrevistas a distintas protagonistas femeninas que formaron parte de algunas bandas de música punk de finales de los años setenta y comienzos de los ochenta.
Hay una norteamericana chicana, Alice Bag, del grupo The Bags. Dos portuguesas, Ana Da Silva, Raincoats y Ondina Pires, Ezra Pound e a Loucura, Pop dell´Arte y Great Lesbian Show. Las cuatro españolas son: Begoña Astigárraga, Vulpes; Paloma Romero (Palmolive) Slits y Raincoats; Silvia Escario, Último resorte y Tere González, Desechables y Raiser.

The Slits: Viv Albertine (izquierda), Ari Up, Tessa Pollitt y Paloma Romero ‘Palmolive’ (derecha)
El formato de entrevista permite un relato ágil e íntimo. Las protagonistas exponen su punto de vista al responder a las preguntas con naturalidad y frescura sobre lo que vivieron. Algo que coincide con la forma de ser de un movimiento que se caracterizó por la espontaneidad y el hazlo tú mismo.
Su mirada hacia atrás se muestra orgullosa de lo vivido pese a ser una experiencia fuerte. Por las anécdotas e historias que cuentan, lo positivo supera con creces lo negativo. En algunos casos con cierta idealización y nostalgia, como corresponde a un movimiento surgido hace más de cuarenta años atrás.
El punk nació en Nueva York, en 1974, alrededor de un bar llamado CBGB. Luego fue implantado con mayor éxito en Londres por Malcolm McLaren, el promotor de Sex Pistols. Pronto la mecha se extendió por otras ciudades. En un principio fue un intento de construir una alternativa sistémica desde la teatralidad del exceso, una forma de vida anarquizante y nihilista. Junto a un hedonismo de pocas cosas pero intensas, como el sexo y las drogas. Una vida radical que siempre resulta interesante rememorarlo desde la perspectiva de una mujer. Sobretodo cuando el medio era bastante salvaje.
No están todas las que fueron, y en el caso español se echa de menos la presencia de algún elemento madrileño, que las hubo, no tanto como la archiconocida Olvido Gara (Alaska) como otras menos publicitadas, aunque imaginamos que no todo el mundo acepta ser entrevistado o puede haber muerto. Aunque también es cierto que el punk capitalino fue engullido en buena parte por la Movida.
De las cuatro españolas, dos son catalanas, una vasca y otra malagueña. La malagueña Palmolive vivió el punk desde su origen en Londres. La vasca Begoña Astigárraga, la cantante de Las vulpes, habla de la escena de Bilbao. Su grupo causó en 1983 una seria conmoción entre las mentes bienpensantes al aparecer en un programa musical de la televisión pública cantando “Quiero ser una zorra”. Las condenas y los debates acerca de la juventud perdida se sucedieron. Pero la juventud siempre está desorientada porque ser joven implica también encontrar una dirección mal explicada, por lo que a veces uno/a puede perderse en el camino e incluso acabar mal. Como recuerda la barcelonesa Tere de los Desechables: “Podían mas otras cosas que lo que era la música y decidí dejarlo. Las drogas estaban muy presentes y ellos (se refiere a los otros dos componentes del grupo) estaban más por aquello que por la música”.
Lo amargo se diluye en el tiempo y la visión se engrandece hasta alcanzar lo épico. Aquí se habla de Lisboa, Londres, Los Ángeles, Barcelona y Bilbao. Cinco escenarios diferentes como diversa fue la intensidad y número de punkis que en ellos recalaron. Yo no me atrevería a decir que esta subcultura trajo un cambio radical en la juventud de los 70 y principio de los 80, y menos que en muchos casos fue liderado por las mujeres, como afirman las autoras en la introducción.
Visto con los ojos de hoy, el punk tiene todos los elementos para ser políticamente incorrecto. Sin embargo, tuvo aspectos positivos como el intento de crear otras vías existenciales y entender la importancia de la escena. En cuanto a cuestiones de género y feminismo, cedo la palabra a Begoña Astiárraga: “Éramos pocas en el escenario pero muchas en la calle. Yo tengo el recuerdo de que entre las chicas punk de los 80 sabíamos hacernos oír. Las chicas que conocía que tocaban en algún grupo punk tenían un protagonismo muy potente. Eran mujeres valientes e irreverentes que no se dejaban atropellar, y que funcionaban a la par que sus compañeros de grupo”.
Después de todo lo llovido, las chicas malas de entonces son hoy buenas. Pioneras y mártires de muchas cosas, incluso de marcar tendencia en la moda con artículos que ya son clásicos en cualquier vestuario femenino. La novedad es cada día más efímera y tal vez haya que empezar de nuevo por el principio para no sentirte que vas disfrazado para una fiesta de Carnaval. Estas siete mujeres no fueron un clon sino el comienzo de algo que duró poco y buscó el límite con valentía. Por eso vale la pena recordarlo.
https://www.66-rpm.com/producto/god-save-the-queens-pioneras-del-punk/