Batalla de Trafalgar. Louis-Philippe Crépin (1806)
Este libro de historia multinacional, Trafalgar. Una derrota gloriosa (Desperta Ferro, 2023) , coordinado por Agustín Guimerá analiza una de las batallas navales más importantes de todos los tiempos. Elaborada por las máximas autoridades del tema en España, Francia y Reino Unido , por primera vez, se cuenta con una perspectiva completa desde todos los ángulos y niveles, desde la política del momento, pasando por la oficialidad y los navíos, hasta el propio combate y sus consecuencias.
El libro ofrece una síntesis renovada acerca de las cuestiones más importantes relacionadas con este crucial hecho de armas: desde la política internacional hasta la organización naval, la tecnología, el armamento, la oficialidad y la marinería, para desembocar en la campaña de 1805 y el propio combate. Y no solo eso, sino que se proyecta sobre el legado histórico de Trafalgar, para reflexionar sobre los desafíos del mundo actual.
Trafalgar se enmarca en un período convulso de la historia europea. Se trata del largo enfrentamiento entre el Reino Unido, Francia y su aliada España, que se extendió entre 1793 y 1815, salvo el paréntesis de la Paz de Amienz (1802-1803) y la cooperación hispano-británica durante la guerra de la Independencia (1808-1814).
Ya desde la Paz de Basilea en 1795 Francia había presionado constantemente a la monarquía hispana con esta finalidad, obteniendo una alianza y la declaración de guerra a Gran Bretaña al año siguiente. Lo mismo sucedió tras el paréntesis de la Paz de Amiens, cuando estalló nuevamente el conflicto francobritánico en mayo de 1803. Francia insistió en la entrada de España en la guerra y, al no obtenerla, obligó al gobierno de Carlos IV a pagar una fuerte suma de dinero por su neutralidad. Gran Bretaña no aceptó esta componenda y el 5 de octubre de 1804 atacó a una división hispana de cuatro fragatas que transportaban moneda americana a la metrópoli, a la altura del cabo de Santa María. Durante la lucha una fragata voló y las otras tres fueron capturadas. Esta acción, llevada a cabo durante un período de paz entre ambas naciones, llevó pronto a la guerra y a una nueva alianza francoespañola. Pero sus marinas, con sus tripulaciones faltas de entrenamiento ante el bloqueo británico de sus puertos durante más de una década, no estaban en condiciones de grandes empresas bélicas.

Navío Santísima Trinidad. Cuadro de Geoff Hunt
Gran Bretaña, poseedora de un ejército expedicionario reducido, no podía hacer frente al poderío militar de Francia en el continente. En contrapartida, sometió a los principales puertos enemigos a un férreo bloqueo marítimo: Brest, Rochefort, El Ferrol, Cádiz, Cartagena y Tolón. Además, la Royal Navy buscó siempre el combate decisivo con sus dos adversarios, para consolidar su superioridad en el mar y acelerar el desgaste de sus marinas. Los combates del cabo de San Vicente (1797), Aboukir (1798) y Algeciras (1801) constituyen una buena muestra de esta estrategia.
ENTREVISTA CON LOS AUTORES
¿Por qué otro libro sobre Trafalgar? ¿Y por qué ahora, en 2023?
Agustín Guimerá: Trafalgar, el combate naval más importante de las guerras de la Revolución Francesa y el Imperio Napoleónico, sigue siendo un tema atractivo, no sólo para los historiadores sino también para el gran público. Aunque se ha avanzado mucho en el conocimiento de este hecho de armas, con motivo del bicentenario de 2005, este libro da un paso más, ofreciendo una reflexión conjunta e internacional de los aspectos más importantes.
El volumen es un trabajo colectivo, ¿qué ventajas tiene este formato?
Agustín Guimerá: En Trafalgar participaron tres marinas, distintas en organización, y táctica, etc., incluso en mentalidad. Se trataba pues de ofrecer al lector una visión moderna del combate, superando las perspectivas nacionales. El libro también explora el legado histórico de Trafalgar, para reflexionar sobre la Europa convulsa que vivimos, de la que podamos extraer ideas y experiencias que nos ayuden a actuar frente a los desafíos del mundo actual. Un volumen que, además, sirve para reivindicar a los protagonistas más destacados, algunos injustamente maltratados por la historia, como el teniente general Federico Gravina, los brigadieres Cosme D. Churruca y Dionisio Alcalá Galiano, el capitán de navío Francisco Alsedo y Bustamante, así como sus aliados, el almirante Charles R. Magon, y los capitanes de navío Jean J. E. Lucas, Julian Cosmao y Louis A. C. Infernet. En el bando británico, indagaremos las actitudes del vicealmirante Horacio Nelson, muerto sobre la cubierta del Victory, o el vicealmirante Cuthbert Collingwood, que le sucedió en el mando de la escuadra británica.
¿El plan de invasión de Inglaterra, planeado por Napoleón en 1805, tenía probabilidades de éxito?
Rémi Monaque: Trafalgar fue sin duda una gloriosa derrota para españoles y franceses. Pero fue sobre todo una tragedia inútil de la que Napoleón fue el principal responsable. La escuadra combinada no zarpó para invadir Inglaterra, sino para operaciones secundarias en el Mediterráneo antes de retirarse a Tolón. Las posibilidades de éxito de la invasión de Inglaterra en 1805 eran muy escasas. El ingenioso plan de Napoleón consistía en concentrar todas las fuerzas francesas y españolas disponibles en las Indias Occidentales para alcanzar lo antes posible la entrada del Canal de la Mancha, que seguramente estaría desierta por las fuerzas inglesas en busca de fuerzas aliadas. Nada más sencillo que llegar a Boulogne sin combatir y asegurar el cruce del Canal por la flotilla de buques ligeros. Eso sin tener en cuenta la realización muy incompleta de la concentración prevista, la lentitud de movimientos de la escuadra combinada y la instrucción no escrita pero perfectamente aplicada (salvo por Nelson) de que los almirantes ingleses encargados de vigilar una escuadra enemiga debían dirigirse a la entrada del Ca- nal si perdían el contacto.
Otro punto débil era que la flotilla tardaba al menos tres días en salir del puerto de Boulogne y de los puertos vecinos, y el tiempo tenía que ser favorable para los barcos pequeños que navegaban muy mal. Otro punto débil era que el desembarco de las tropas en las playas inglesas habría planteado grandes problemas que no se habían estudiado realmente. Dado el calado de 1,50 m de las embarcaciones más pequeñas (barcazas), los soldados habrían tenido que saltar al agua con todos sus pertrechos, con gran riesgo de ahogarse. Por último, Napoleón parece haber asumido siempre que Inglaterra se derrumbaría en cuanto las tropas francesas pisaran suelo británico. No se tomó ninguna medida para abastecer y reforzar a estas tropas.

A Tribute to Nelson: The Battle of Trafalgar & The Battle of the Nile». Pintura de William ED Stuart (fl.1846-1858). Rehn Galleries, Inc, NYC
¿Qué consecuencias trajo la elección del almirante Villeneuve como comandante de la escuadra francoespañola para la campaña de 1805?
Rémi Monaque: La elección de Villeneuve fue sin duda un error cuyo principal responsable fue el Almirante Decrès, Ministro de Marina. Villeneuve era un excelente profesional, extremadamente lúcido, que había previsto perfectamente con varios meses de antelación la táctica que emplearía Nelson. Tenía dos grandes defectos que deberían haberle excluido de semejante mando: un profundo pesimismo y una gran pasividad que le impedía desobedecer las órdenes, aunque fueran absurdas. Consciente de sus debilidades, había presentado una dimisión que Decrès -enorme error- no había transmitido a Napoleón, a pesar de que iba acompañada de esta terrible predicción: “El enemigo, aunque sea un tercio mas pequeño que nosotros, nos vencerá”. Decrès había convencido a su amigo para que permaneciera en su puesto. Consideraba que Villeneuve, desprovisto de toda ambición, no era en modo alguno un rival peligroso para su carrera. Por otra parte, había descartado al almirante Missiessy, mucho mejor dotado para semejante misión. La prematura muerte de Latouche-Tréville, predecesor de Villeneuve, que estaba ansioso por enfrentarse de nuevo a su colega Nelson, fue una verdadera tragedia para Francia.
¿Cuáles eran las diferencias de organización, logística, táctica y otros factores entre las escuadras británica, española y francesa?
Richard Harding: Las armadas francesa y española luchaban en coalición y, a pesar de haber navegado juntas durante algunos meses, eran fuerzas nacionales independientes. La confianza de los españoles en el mando de Villeneuve se había resquebrajado cuando la escuadra combinada abandonó Cádiz por última vez. La confianza de Villeneuve y sus oficiales también era muy baja. La escuadra británica era muy diferente. Nelson mandaba una escuadra que confiaba mucho en su capacidad y en sus mandos. La Royal Navy estaba acostumbrada a operar con grandes escuadras en aguas lejanas desde mediados del siglo XVIII y disponía de redes logísticas que le permitían mantener una larga campaña. También contaba con suficientes buques para bloquear los movimientos de la Escuadra Combinada, fuera lo que fuera lo que Napoleón hubiera esperado que la persecución atlántica pudiera conseguir.
Tácticamente, la Escuadra Combinada no sabía cómo enfocaría Nelson la batalla y poco podía hacer salvo formar una línea de combate y esperar el lento avance de los británicos. Nelson tenía una idea muy clara de lo que había que hacer. Estaba decidido a romper la Escuadra Combinada en tres partes y destruirla poco a poco. Los movimientos de su propia columna, indujeron a Villeneuve a estirar la vanguardia de su línea de batalla para que tardara en entrar en acción, mientras las dos columnas británicas (la de Nelson y la de Collingwood) se enfrentaban cuerpo a cuerpo con el centro y la retaguardia de la Escuadra Combinada. En la acción del cuerpo a cuerpo las tácticas de las escuadras eran muy similares, pero la superior artillería británica y su capacidad para romper la línea de la Escuadra Combinada, permitió a los británicos un mayor efecto destructivo.
¿Cuáles eran las diferencias entre las escuadras británica, española y francesa?
Agustín R. Rodríguez: Aparte las numéricas en número de buques, la británica tenía siete navíos de tres puentes, la española cuatro y ninguno la francesa. La británica gran superioridad en las tácticas y en la iniciativa de cada comandante, la española había iniciado ese progreso y la francesa seguía aferrada a tácticas obsoletas. Los británicos disponían de las carronadas, decisivas a corta distancia, los españoles disponían de los obuses Rovira y los franceses seguían con las piezas tradicionales. Y había otros seis navíos británicos disponibles a corta distancia, en Gibraltar.
¿Cuál fue el comportamiento de los comandantes británicos durante el combate de Trafalgar?
Richard Harding: Los comandantes británicos sabían lo que se esperaba de ellos: acercarse al enemigo y destruir su escuadra. Esta intención fue comunicada a los oficiales y hombres de los barcos y (con algunas excepciones) esto es lo que se consiguió.
¿Cuál fue el comportamiento de los comandantes franceses durante el combate de Trafalgar?
Rémi Monaque: El comportamiento de los comandantes franceses en Trafalgar fue muy bueno. El pesimismo de Villeneuve sobre ellos era injustificado y varios mostraron cualidades excepcionales y tomaron ioniciativas muy afortunadas. Cabe mencionar el heroísmo de Lucas, comandante del Redoutable que consiguió neutralizar dos tres puentes británicos a cosgta de un sacrificio total. También hay que mencionar el valor excepcional de Infernet, que condujo a su Intrépide al corazón de la batalla, violando las órdenes de Dumanoir, su comandante de división. También hay que mencionar a Cosmao, maniobrero extremadamente hábil y combatiente incansable que acudió al rescate de varios buques españoles. El almi- rante Magon murió con garbo en su buque insignia. No hubo defectos graves por parte de los comandantes franceses, y es probable que un líder más carismático que Villeneuve hubiera conseguido aún más.
¿Cuál fue el comportamiento de los comandantes españoles durante el combate de Trafalgar?
Agustín R. Rodríguez: En general los comandantes españoles combatieron duramente y hasta el final, pero también hubo quienes se limitaron a cumplir órdenes o rehuyeron el combate, en ocasiones desanimados por una alianza conflictiva en muchos aspectos, desde diferencias ideológicas y políticas al rechazo al mando supremo, desacreditado a todas luces por la campaña anterior o por el objetivo final de la campaña: el interés napoleónico por las posesiones españolas en Italia.
¿Cuáles fueron las pérdidas materiales y humanas de Trafalgar?
Rémi Monaque: Las pérdidas francesas en Trafalgar fueron las siguientes, incluyendo los 4 buques del Almirante Dumanoir tomados el 4 de noviembre en la batalla de Cabo Ortegal: De los 18 navíos implicados, 13 se perdieron: 5 tomados y retenidos por el enemigo, 4 naufragados bajo control enemigo, 3 naufragados fuera de control enemigo, 1 destruido en combate. Las pérdidas de personal fueron de 3.500 muertos, 1.136 heridos y 2.200 prisioneros. Una comparación con las pérdidas españolas (1.050 muertos, 1.390 heridos) y británicas (450 muertos, 1.214 heridos) muestra que fueron los franceses quienes hicieron los mayores sacrificios.
¿En qué consistió el contrataque de la escuadra combinada el 23 de octubre?
Agustín R. Rodríguez: Ordenado por Gravina y Escaño, aunque al mando del francés Cosmao, pretendió recuperar los buques apresados por el enemigo, aprovechando la dispersión británica tras el duro combate y sus propias y cuantiosas bajas y daños. Cosa que lograron en buena medida, aunque los resultados fueron deslucidos por el temporal subsiguiente.

atalla de Trafalgar (21 de octubre de 1805). Principio de la batalla, el Royal Sovereign (100) atacando al Santa Ana, ambos acabaron completamente desmantelados. Autor John Wilson Carmichael.
¿Cuál fue la actitud del vicealmirante Collingwood después del combate?
Richard Harding: Collingwood conocía las intenciones de Nelson y lo que éste habría esperado después de la batalla. La tormenta que se avecinaba impidió un seguimiento enérgico, pero Collingwood hizo todo lo posible para que los frutos de la victoria se recogieran en los días siguientes. Collingwood era muy consciente de la magnitud de la victoria y fue generoso al informar de ella al Rey y al ministerio.
¿Cuál ha sido el legado de Trafalgar en la memoria colectiva de las tres naciones?
Carlos Alfaro: El legado de Trafalgar se presenta diferente en las tres naciones. Tiene mucho que ver con los diferentes caminos que han seguido sus respectivas historias. Para la vencedora, Nelson es la gran gloria de las Guerras Napoleónicas. Se trata del paradigma de héroe romántico y del símbolo del poder naval británico. Según el relato del nacionalismo británico, Nelson salvó a su país de la invasión francesa y confirmó su hegemonía marítima durante todo el siglo XIX, que a su vez propició la edad de oro del Imperio Británico. La percepción popular de un país invulnerable a la invasión, defendido por su escuadra, tal y como ocurrió en las dos guerras mundiales, no ha hecho más que agrandar esa imagen. En la actualidad Trafalgar Square en el centro de Londres, con la columna de Nelson como hito principal, mantiene vivo ese legado. Este lugar icónico es visitado por multitud de turistas, que expanden la memoria de las glorias marítimas británicas por todo el mundo.
En Francia, en cambio, la memoria de la derrota es débil. Trafalgar, lejos de ser decisiva, no interrumpió la larga serie de victorias fulgurantes de los ejércitos napoleónicos, gran motivo de orgullo para la nación francesa. El Imperio Francés no fue derrotado en el mar, sino en tierra, por una coalición de potencias continentales. Además, la memoria de las invasiones de 1870, 1914 y 1940 ha desviado aún más la memoria colectiva de sus costas hacia Europa Central. No existe ningún monumento conmemorativo de Trafalgar en Francia, ni ninguna obra literaria sobresaliente que conmemora el acontecimienmto. Para el ciudadano medio francés es el ejército francés el garante de la seguridad nacional.
Los efectos más nefastos de la derrota los experimentó España, el otro país cuyo poder se fundaba en su imperio ultramarino. Trafalgar significa el fin de la marina borbónica, una de las causas principales de la pérdida de América, y por consiguiente la salida del exclusivo club de las grandes potencias. También significa el principio de las catástrofes que jalonaron las primeras décadas del siglo XIX, reflejadas en la primera serie de los Episodios Nacionales de Galdós, y responsables de la mala imagen del siglo XIX español. Aun así, la memoria de la marina borbónica sigue viva. Se mantiene en la literatura, con la famosa novela de Pérez Reverte. El recuerdo también figura en los nombres de muchas calles de ciudades españolas, que presentan nombres como Trafalgar, Churruca, Gravina. La memoria de la grandeza pasada nos hace recordar lo que fuimos, lo que somos, y lo que somos capaces de ser.
(Los textos y la entrevista son de Guillermo Escribano, del departamento de comunicación de Desperta Ferro)