Enrique Bengoechea Tirado
La Sección Femenina en la provincia de Sahara. Entrega, hogar e imperio
Barcelona, Bellaterra, 2019, 210 pp.
ISBN 978-84-7290-946-0
Andreu Mediero, Beatriz
El dorado bajo el sol. Canarios en el antiguo Sáhara español
Rivas-Vaciamadrid (Madrid)
Mercurio Editorial, 2017, 238 pp.
ISBN 978-84-947323-7-9
El caso del Sahara español rompe la tendencia descolonizadora de España en África, por dos motivos. El primero, este territorio no fue descolonizado. El segundo, se trata del caso de colonia española en el que más intereses internacionales se hicieron presentes.
En efecto, a diferencia de los casos de Marruecos, Ifni y Guinea Ecuatorial, el Sahara español no fue descolonizado, sino que se entregó su administración a Marruecos y Mauritania. Esto no significa que una parte de la administración española no tuviera el propósito de proceder a la autodeterminación de los habitantes de ese territorio a largo plazo. Al contrario, esa fue la idea dominante, si bien no la única propuesta sobre la mesa, hasta mediados de 1975. Lo que sucede es que nunca hubo un plan en el que estuvieran de acuerdo las distintas autoridades competentes en la materia, que eran políticas y militares, algunas con la doble condición, de forma que hubo muchos borradores de proyectos sobre cómo abordar el proceso de autodeterminación, y ninguno llegó a ejecutarse.
Recordemos que el territorio del Sahara occidental fue colonizado en fecha muy tardía en relación con el proceso de colonización de África. Sucedió así por dos motivos. El primero, porque, antes de la Guerra Civil, los grupos empresariales y financieros españoles y de capital mixto se interesaron mucho más por las riquezas de Marruecos y, en menor medida, por las de Guinea Ecuatorial que por las minas que pudieran encontrarse en el desierto del Sahara. El segundo, por la debilidad de la economía española en las décadas de 1940 y 1950.
También es de fecha tardía la aceptación de España en la Asamblea General de las Naciones Unidas de proceder a la autodeterminación de la población saharaui. Aceptación verbal que no dio paso a un proceso que, como en Guinea, condujera a la independencia. Además, si nos fijamos en lo que estaba sucediendo en la colonia, queda en evidencia que la voluntad del gobierno de Franco era de prolongar la situación colonial el máximo tiempo posible. De hecho, el Ministerio al que pertenecía la dirección general de Promoción del Sahara, que era el de Presidencia, en manos del almirante Carrero Blanco, vicepresidente del Gobierno en 1967, presidente del Gobierno en 1973 y desde mucho antes mano derecha de Franco, tenía como plan principal para la colonia el de dejar pasar el tiempo y, si acaso, iniciar el diseño de un Estado saharaui asociado a España.
Solo tomando en consideración ese propósito de prolongar la situación colonial se explica que, cuando mejoró la situación de la economía española, en la década de 1960, aumentase la inversión pública y privada, sobre todo la pública, en el Sahara. En efecto, durante esa década el gobierno español aumentó la inversión en infraestructuras, en instalaciones militares, en sanidad y en educación, para atender más y mejor tanto a los colonos como a la población nativa, y también en las instalaciones mineras. El cambio económico dio lugar a una rápida sustitución de las formas de vida nómadas por un proceso de urbanización. El aumento de las inversiones se explica por motivos de prestigio internacional, por la existencia de un banco pesquero, por el sueño de descubrir yacimientos petrolíferos, ya que había gas y petróleo en algunos países vecinos, y por el descubrimiento de una mina de fosfatos, importante por la cantidad y calidad del mineral, a cien kilómetros de la capital del territorio, El Aaiún.

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Dos libros recientes permiten conocer bien facetas concretas de la colonización y abandono por España del Sahara occidental. Enrique Bengoechea, investigador postdoctoral en la Universidad Nova de Lisboa y autor de varios artículos sobre colonialismo, los discursos imperialistas y la movilización nacionalista saharaui y las mujeres, es autor de un libro que invitamos a leer (y a relacionar con el estudio de la Sección Femenina de Begoña Barrera recientemente comentado): La Sección Femenina en la provincia de Sahara. Fue en 1961 cuando comenzó la implantación de la Sección Femenina en la entonces denominada provincia española (también lo eran Ifni, Río Muni y Fernando Poo), con las mismas funciones de encuadramiento de mujeres que venía desempeñando en el territorio español, pero con algunas particularidades, las principales las referidas a la enseñanza que recibieron las niñas y adolescentes saharauis, ya que entre sus asignaturas figuraban árabe y religión musulmana; es este un elemento muy interesante para comparar y, así, conocer mejor nuestro pasado colonial: a los negros de la selva que vivían en sociedades tribales y practicaban religiones consideradas animistas, primitivas y no de libro, se les trataba como seres inferiores y salvajes, en la Guinea española y en otras muchas colonias europeas en África y Asia; mientras que a los musulmanes, pertenecientes a ese Islam más cercano geográficamente, seguidor del profeta Mahoma y que tantas veces había sido enemigo de la Cristiandad, se les daba un trato basado en la aceptación cultural, se respetaba su cultura (poligamia incluida) y se fomentaba su conocimiento en las escuelas, con cargo al erario del Estado español.
A partir de la revisión de la bibliografía disponible y documentación de varios archivos, los principales el Archivo General de la Administración, la Real Academia de la Historia y el Fondo Documental de Rodríguez de Viguri y Gil, el autor responde a la pregunta que se planteó después de dar a la luz sus primeros artículos sobre el tema: cómo funciona la colonialidad en las formulaciones imperiales. Y responde atendiendo a un caso concreto, los discursos y la acción de la Sección Femenina en la provincia del Sahara, una organización que luchaba por sus propios espacios de poder dentro de la alianza que constituía el régimen de Franco y “se veía forzada a repensar su papel en el orden franquista, en un contexto en el que este, a su vez, se veía obligado a redefinir sus relaciones coloniales”, y en un tiempo concreto, con entidad propia, “con un programa político propio del colonialismo tardío”. Una de las cuestiones más interesantes que trata el libro es el de la importancia que tuvo la labor formativa de la Sección Femenina en la participación femenina en el movimiento nacionalista saharaui. Pues, aunque el discurso emanado del Gobierno General del Sahara, dirigido por un general, y de cualquier otro organismo español para la colonia, justificaba el colonialismo y defendía integrar la colonia en la metrópoli (de forma desorganizada y con poca voluntad se implementó la idea, no desarrollada, de Estado asociado), el discurso imperial del hispanismo saharaui derivó, en ocasiones, y muy tardíamente, tanto en el Frente de Juventudes como en la Sección Femenina, en la creación de la idea difusa de un nacionalismo saharaui; el objetivo era ganarse a la población musulmana de la colonia (los no europeos), unas decenas de miles de personas, para que se vinculasen a España, y no a los Estados que trabajaban para la anexión o dependencia del territorio, Marruecos, Argelia y Libia.
Otro libro que merece destacarse en tanto que es fruto de una labor de investigación y, además, se centra en la principal emigración civil española, la canaria, al Sahara español, es el de Beatriz Andreu, profesora del Departamento de Didácticas Especiales en la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Durante varios años ha trabajado sobre la dinámica de las relaciones de los emigrantes canarios en y con la colonia. A partir de su tesis doctoral, de 2013, La búsqueda del Dorado en el Sáhara. Intereses, colonización y proceso migratorio de los canarios en la última colonia española durante el Franquismo, no publicada (sobre cuya pista me puso un entrañable amigo, el profesor Fernando Carnero, con motivo de un seminario celebrado en Granada, y que tendría como fruto el libro Frieyro de Lara, B. y Rodríguez Jiménez, J. L., Las relaciones de España con Guinea Ecuatorial y Sahara occidental. Dos modelos de colonización y de descolonización. La política poscolonial y sus implicaciones para la defensa y la seguridad nacional, Universidad de Granada, 2015), y de sucesivas investigaciones, ha elaborado varios trabajos sobre estas materias. Cabe destacar “La industria de las algas en el antiguo Sáhara español” (Vegueta. Anuario de la Facultad de Geografía e Historia, 17, 2017) y el libro que ahora presentamos.
Como ya hemos apuntado, el Sáhara occidental fue colonia española desde finales del siglo XIX hasta comienzos de 1976, pero fue en fecha avanzada del franquismo cuando se colonizó, con motivo del descubrimiento de nuevos recursos naturales y para atender a las necesidades en materia de defensa del propio territorio y del resto de posesiones españolas en el África noroccidental, colonias (Ifni) y territorio nacional (Melilla, Ceuta e Islas Canarias). Menos conocida es la circunstancia de que, entre la población española que emigró con ese destino, destacó la canaria por una cuestión de cercanía geográfica, y precisamente el libro explora las causas de esta emigración, la vida de los emigrantes en la colonia y la experiencia de la repatriación forzada al archipiélago canario, cuando el gobierno español decidió entregar la administración del territorio a Marruecos y Mauritania y romper el compromiso de autodeterminación contraído con los saharauis.
Este estudio se encuadra en las nuevas corrientes historiográficas, al combinar la historia política con la historia cultural y social. El resultado es más que satisfactorio, gracias a la aplicación de las técnicas necesarias, entre estas una completa revisión de la bibliografía disponible, la consulta de fuentes audiovisuales y de archivos nacionales (Archivo General de la Administración, Archivo General Militar de Ávila), locales y regionales (Archivo de la Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Gran Canaria, Archivo del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, Archivo Naval de Canarias) y uno extranjero (National Archives of the United Kingdom), y la aportación de treinta fuentes orales, hombres y mujeres, casi todos civiles.
A partir de estas fuentes documentales, se han desarrollado los objetivos, que son dos. El primero, ofrecer una visión general de la historia del Sahara español: por qué se colonizó el territorio; qué recursos económicos poseía, y posee; por qué el gobierno de España decidió retrasar la descolonización, cuando casi todo el continente africano había sido descolonizado, y luego se abandonó, como si nada importante de lo que allí había, comenzando por sus habitantes, tuviese importancia para España; y las consecuencias de esa decisión, tema este importante para la política interior, en su momento, y para las relaciones internacionales de España, y además abierto a la investigación y al debate, como han mostrado varios libros editados coincidiendo con el cuarenta aniversario del abandono del territorio por España. El segundo objetivo del libro es estudiar las relaciones entre las Islas Canarias y el Sáhara español, destacando el papel de los canarios en el desarrollo de la colonia y cómo les afectó la evacuación realizada a finales de 1975. El cumplimiento del segundo objetivo es el resultado de la investigación llevada a cabo por la autora con fuentes inéditas.
Tras un prólogo y una introducción, el capítulo I trata de la configuración y desarrollo del Sáhara español, atendiendo a los contactos históricos entre Canarias y África, a la conversión de uno de los escasísimos territorios africanos no ocupados por los europeos a finales del siglo XIX en colonia española, así como a la tardía colonización, en sucesivas etapas, contextualizadas mediante referencias a la política exterior y económica del régimen de Franco. El libro explica los cambios ocurridos en el Sahara occidental tras la guerra de Ifni-Sahara y los motivos de la llegada de canarios, que aportaron el mayor número a esta emigración española: cubrir las necesidades de mano de obra civil con motivo del crecimiento de las instalaciones militares en el denominado Sector del Sahara, dependiente de la Capitanía General de Canarias; y lo mismo como consecuencia de las inversiones necesarias para que el gobierno de Franco cumpliera su voluntad de proceder a la colonización del territorio (una parte, en realidad, al ser casi todo desierto), lo que suponía el desarrollo de empresas, infraestructuras, sanidad y educación, lo que, a su vez, benefició a la población civil, saharaui y española. Recordemos que esa colonización tuvo lugar cuando el proceso descolonizador, impulsado por Naciones Unidas, con la aquiescencia casi siempre de Estados Unidos y la URSS, estaba muy avanzado, más en Asia que en África; a contracorriente, el gobierno de Franco-Carrero trataba de encubrir su afán colonialista definiendo Guinea Ecuatorial, Ifni y Sahara como provincias españolas.
El capítulo II se titula “El motor de la colonización. Los recursos económicos del Sahara”, que es uno de los temas en los que más profundiza la autora, y trata de los recursos del mar (pesca y algas) y de la tierra (aguas subterráneas, hidrocarburos, fosfatos, agricultura y ganadería) y del turismo, lo que pudiera ser una invitación a la nostalgia del precioso parador nacional que el Ministerio de Información y Turismo proyectó para la capital, El Aaiún, lugar de encuentro entre periodistas y militares y centro de pequeñas conspiraciones cuando el gobierno español, aquel gobierno de Arias Navarro-Franco agonizante-Príncipe Juan Carlos a punto de ser entronizado, negociaba la entrega de la colonia. El capítulo III trata de la vida de la colonia civil, con especial atención a los canarios.
Creo que este es el capítulo que más interesará a los estudiosos de la colonización española en África, en tanto que principal aportación a la emigración española al Sahara, realmente novedosa, y que se suma a estudios de otros investigadores sobre la emigración catalana a Guinea Ecuatorial. Este capítulo se abre con una descripción de la situación de las Islas Canarias durante el franquismo, para, a continuación, referirse a la colonia como lugar de destino, incluyendo un balance demográfico, a las fases de la emigración, las principales poblaciones y centros productivos (Villa Cisneros, El Aaiún, La Güera, Cabo Juby), y a las empresas que más mano de obra canaria acogieron, que fueron las creadas para la explotación de los fosfatos, ENMINSA y FOSBUCRÁA. Gracias a su lectura sabemos cómo y por qué la emigración canaria aportó el mayor número de colonos, hasta conformar la población europea más numerosa, en cuanto a civiles se refiere, ya que el dispositivo militar español aportaba una población distinta y superior en número; no falta un epígrafe dedicado al tiempo libre y las relaciones sociales.
El capítulo IV sitúa al lector ante la presión ejercida por tres actores sobre el gobierno de España, para que este decidiera retirar el contingente militar allí destinado, y muy reforzado durante 1974-1975, y devolver la soberanía al pueblo saharaui o entregar el territorio a otro Estado. Se trata de la Organización de Naciones Unidas, el reino de Marruecos y el Frente Polisario, que se erigió, a partir de 1973, en la principal fuerza política y militar del nacionalismo saharaui. La lectura de este capítulo nos permite conocer cómo vivió parte de la población civil española la incertidumbre creada por la presión política y militar de Marruecos y el crecimiento del nacionalismo saharaui, así como la orden dada en el otoño de 1975 por la autoridad político-militar, el Gobierno General del Sáhara, siguiendo instrucciones del gobierno de España, de repatriación urgente y forzosa de los colonos, sin dar explicaciones ni sobre lo que estaba ocurriendo (negociaciones con Marruecos) ni sobre lo que pudiera estar por venir.
El capítulo V está dedicado a la evacuación de la colonia, civil y militar, mediante las operaciones Golondrina y Pelícano, incidiendo en el regreso de los canarios a sus islas, a sus vivencias antes, durante y después del regreso. Aunque el libro carece de un apartado de Conclusiones, en parte se encuentran en el epígrafe “Consecuencias personales del retorno y visión de la experiencia”, sobre las que también iluminan las fotografías incluidas en el capítulo, con las siguientes leyendas: “Fotografía aérea de la ladera de El Laso, donde se instalaron los 62 barracones de Pedro Hidalgo” y “Barracón nº 14” (imágenes tomadas en 2000, fuente Ayuntamiento de las Palmas de Gran Canaria).
La autora muestra una especial sensibilidad al hablar de los emigrantes de su propia tierra. De esos canarios que miraron a su espalda y se encontraron “con el enorme país que se extendía más allá de la punta de La Entallada, en la isla de Fuerteventura”, después de décadas, siglos incluso, en las que la miseria secular del Archipiélago había expulsado allende el Atlántico “a sus desesperados habitantes y del vecino africano se conocía poco más que la franja de mar que les unía”. En las páginas dedicadas a explicar cómo afectó a las personas corrientes la orden de salida forzosa de la población española de aquella provincia, Andreu nos ofrece un impresionante y vivo relato de la desesperación y de la incomprensión de aquellos canarios durante los días previos a la evacuación y de cómo tuvieron que rehacer su vida en una tierra en la que, décadas atrás, sus gobernantes les habían empujado a marcharse.