En magnífica edición, que se enmarca dentro del aluvión de publicaciones,la mayoría reediciones, sobrevenidas a raíz de la celebración del centenario de la muerte de Marcel Proust, Páginas de espuma publica Escribir. Escritos sobre arte y literatura traducidos y escogidos por Mauro Armiño de diversas ediciones francesas,las notas de Tadyé a la edición de A la recherche.. en la Pléiade sobre todo por la parte que corresponde a Contre Saint Beuve, la publicación de los Essais por arte de Antoine Compagnon, amén de inmersiones en los Cahiers con un resultado que nos parece notable pues recoge textos esenciales para entender la génesis de su gran ciclo narrativo, los dedicados a Saint Beuve,a Ruskin  y a Baudelaire resultarían los más destacados. Un centenario en que se han publicado,  aparte del referido libro, a saber, la reedición de la Poesía completa en edición de Santiago Santerbás; los dos primeros tomos de En busca del tiempo perdido, en Alba Editorial; Combray, libro ilustrado por Juan Berrio y que comprende la traducción de Por el lado de Swan, en traducción de Mauro Armiño; Los salones y la vida de París, artículos que nos revelan  el trato de Proust con la clase alta parisina, en Espuela de Plata, amén de una selección de su correspondencia en Cartas escogidas en edición de Estela Ocampo por parte de Acantilado.

El anglófilo  Marcel Proust gustaba de George  Eliot y, sobre todo,de John Ruskin, sin cuyo concurso no se entienden gran parte de las referencias culturales en materia  de arquitectura y pintura que hallamos en A la busca..., el ensayo dedicado a la muerte de Ruskin, publicado en Pastiches et Mélanges en 1919 es sencillamente magnífico, pero a pesar de la deuda con cierta literatura británica, por ahí anda Jane Austen, la mayor parte de los escritos de Proust en materia literaria tiene que ver con escritores de su país, Flaubert y Stendhal, pero especialmente Balzac y Baudelaire y, por contra, Saint Beuve, del que repudia su método crítico al que añadiremos a Saint Simon, el gran memorialista. Proust tiene algo de balzaquiano, especialmente en su hálito, no olvidemos la fascinación del barón de  Charlus por el autor de Las ilusiones perdidas, y todo ello a pesar de las palabras que dedica a Balzac en un artículo sobre Tolstoi: “ La obra de Balzac es antipática, gesticulante, llena de ridiculeces, la humanidad es juzgada en ella por un hombre de letras deseoso de hacer un gran libro, en Tólstoi por un  dios sereno. Balzac llega a dar impresión de lo grande, en Tólstoi todo es naturalmente más grande, como los cagajones de un elefante al lado de una cabra”.

Pero con haber en este volumen artículos deliciosos de los que siempre sacar alguna impresión memorable y, como casi siempre en Proust, imprevista, así, sobre Goethe: “El mundo está ordenado en esas novelas como un teatro de marionetas, por eso se siente que Goethe sostiene con un objetivo misterioso el hilo que las mueve”; sobre Dostoievski: “ Todas las novelas de Dostievski podrían llamarse Crimen y castigo, como todas las de Flaubert, y Madame Bovary sobre todo, L´ Education sentimentale”; sobre Baudelaire: “ ¿Se ha dicho que era un decadente? Nada es más falso. Baudelaire no es siquiera un romántico. Escribe como Racine. Podría citarte veinte ejemplos”, es en el ensayo Contra Saint Beuve donde nos encontramos con el texto más importante contenido en el libro porque no sólo resume de manera tangencial la sensibilidad y método que más tarde adoptaría en A la busca...sino que nos topamos con fragmentos que aprovecharía en su novela, como la memorable de la magdalena mojada en infusión, trastocada aquí en tostada con té, y con abuelo en vez de abuela: “ Mojé el pan tostado en la taza de té, y en el momento en que metí el pan tostado en mi boca y tuve la sensación de que se ablandaba impregnado de un sabor a té contra mi paladar, volví a sentir un estremecimiento, olores a geranios, a naranjos, una sensación de luz extraordinaria, de felicidad” o la que se refiere a la primacía en el arte de la sensibilidad sobre la inteligencia, primera andanada contra el crítico de  Les  causeries du lundi,: “ Cada día atribuyo menos valor a la inteligencia”. Y se mete de lleno a valorizar las impresiones del pasado. Aquí comienza en realidad su gran novela.

 

 

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