Juan González Álvaro (Madrid, 1954-2020) fue un editor cuya altura le hacía fácilmente reconocible. Sobresalía inmediatamente entre la nube de cabezas en cualquier acto cultural o presentación, pero también tenía otras características que lo distinguían, como era su cortesía, la impasibilidad y el buen gusto literario. No creo que nadie pueda decir algo malo de Juan González. Antes de fallecer de un cáncer hace unos días, recorrió el mundo editorial desde finales de los años setenta hasta hoy día. En su maratón, conoció diversas épocas, desde los años de máximo esplendor hasta los de la crisis y tuvo importantes responsabilidades en dos grupos editoriales claves del mundo hispano: Planeta y Santillana.
Juan tenía siempre una palabra amable y certera, aunque fuese con un autor desconocido. Hombre reservado pero expansivo cuando la circunstancia lo requería no perdía la calma con facilidad. Sin embargo, no le podemos definir como una persona fría. Culto y entretenido, era también una excelente compañía gracias a su curiosidad, ganas de divertirse y buen conversar. Pareja de la escritora y poeta Ruth Toledano desde hace más de veinte años, era padre de Rocío y Jaime, los dos hijos que tuvo con su anterior mujer, Belén Cela.
Por encima de los libros estaba su devoción incondicional hacia los animales de toda clase y condición. Una pasión sin fronteras en suma. Un verano pasé unas semanas en la casa que él y Ruth alquilaban en Ibiza. Un refugio campestre en medio de la isla, o sea, lejos del mundanal ruido e ideal para la lectura, actividad que ocupaba la mayor parte del tiempo de Juan y que le apasionaba. Pero bastaba moverse un poco en coche para encontrarse con al algazara de siempre, una de las características de la isla, capaz de aunar en pocos kilómetros la tranquilidad horaciana con el bullicio más extremo.
La casa de Juan era una posada para los amigos que recalaban durante días o semanas en aquel lugar y alrededor de una gran piscina. La vida parecía justa y plena, como siempre ocurre cuando uno está de vacaciones, con buenos amigos y sin muchas preocupaciones. Si salíamos de nuestro encierro, que nada tenía de monástico dicho sea de paso, las posibilidades eran múltiples. Una de ella era bajar a cualquier chiringuito en alguna cala y disfrutar de baño, paella, buena música y mejor compañía. Un día, a la hora de marcharnos antes que se hiciese de noche, Juan se fijó en lo que solo una persona como él o Ruth, otra defensora y amante de los animales, podía darse cuenta. Un perro perdido. Juan rápidamente se lanzó en busca del posible dueño y tras dar muchas vueltas llegó a la conclusión de que el perro había sido abandonado hace días. El animal, como todos los de su raza, avispado e inteligente, comprendió que había encontrado su salvación y nueva familia, y no se separó de Juan, que se lo llevó a la casa ibicenca y luego de vuelta a Madrid. Así me hubiera gustado que hubiese sucedido en estos últimos meses, que Juan encontrase una ayuda salvífica, para toparme con él en las calles de nuestro barrio común, de día con algún recado o paseando a sus perros. De noche con Ruth, de vuelta de algún lugar o festejo que él y yo teníamos comunión con los libros y la noche.
(Hace ocho años le hice unas preguntas para esta página sobre asuntos editoriales y aquí las traigo de nuevo a colación para hacer más luz sobre él)

Ramiro Fernández Sauss
¿Podrías explicarnos tu trayectoria en el mundo editorial?
He trabajado en pocos sitios. Empecé nada más terminar la carrera en Ediciones Urbión, una de las empresas punteras del mundo del fascículo en los ochenta. De ahí pasé a Santillana Educación, hasta que, en 1992, cuando el Grupo Planeta compró Espasa, me cambié a esta última, donde acabé siendo director editorial. En 1999 volví a Santillana, pero esta vez a la división literaria o de Edición General, donde he sido Director General de España hasta 2007 y Director de Contenidos del grupo hasta 2011. Ahora dirijo el máster de edición Santillana/Complutense y trabajo en dos proyectos.
¿Cómo llegaste hasta él? ¿Casualidad o destino?
Soy editor por vocación.
Personalmente, ¿qué prefieres? ¿Ficción, ensayo o poesía?
Creo que lo que mejor se me da es la noficción. Y me doy cuenta de que, como lector, según me hago mayor leo cada vez más ensayo y menos novela.
¿Qué es lo que más te gusta del oficio de editor
Moverme entre libros, imaginar alguno y descubrir talento.
En tu opinión, ¿cuál es el cometido básico de un editor?
Publicar buenos libros y, al menos, sobrevivir empresarialmente para, así, seguir publicando buenos libros.
En un buen editor qué tiene más importancia, ¿el olfato editorial o el sentido empresarial?
No se deberían separar: si uno tiene olfato, es decir, si uno tiene habilidad para intuir lo que a la gente le va a interesar leer, necesita sentido común económico para no echarlo todo al traste.
¿Una editorial necesita best sellers o long seller?
Tradicionalmente se decía que una editorial equilibrada vendía anualmente un 50% de novedad y un 50% de fondo. En este punto, la evolución ha sido terrible, sobre todo en España, donde las grandes editoriales venden hasta un 90% de novedad y un 10% de fondo. Los grandes grupos viven hoy del bestseller, y si no lo consiguen, crujen todas sus estructuras.
Visto desde fuera, y por las memorias que han escritos distintos editores franceses y norteamericanos, parece que la visión del editor tradicional, en el que pesa menos el negocio, es una profesión en vías de extinción. ¿Tú que piensas al respecto?
Sinceramente creo que quienes lo tienen peor son los grandes grupos editoriales, que entraron hace ya tiempo en una dinámica de fuga hacia adelante que la crisis económica está a punto de hacer estallar. En la situación actual, con los costes que existen, la bajada de ventas, el aumento de las devoluciones y la inanidad del mercado digital, las grandes editoriales españolas va a empezar a perder dinero y sólo podrán compensar estas pérdidas con resultados en otros países y continentes. ¿Podrán aguantar mucho? Veremos. ¿Cuál es la gran paradoja? Pues que a lo mejor se abre una nueva etapa editorial, en la que resistirán mejor los pequeños roedores tradicionales que los dinosaurios.
Lo definirías como un sector en crisis y, de ser así, a qué se debería, ¿a la crisis económica global o la irrupción de las nuevas tecnologías?
Es un sector en crisis, está claro. Internamente, porque ha multiplicado por miles de miles la producción de libros sin variar sus métodos de distribución. Externamente, por la competencia cada vez mayor de otras formas de ocio y de conocimiento.
En este sentido, ¿como ves tú la irrupción del libro digital?
Creo que todos estamos de acuerdo en que el libro digital será la forma mayoritaria de leer dentro de, pongamos, 15/20 años. Las dudas empiezan justo ahí: ¿qué va a pasar en el mientras tanto? Y para colmo, a la crisis tecnológica se añade una crisis económica que tensa las complicaciones hasta casi lo insufrible. Por el momento, el libro digital se está implantando en Estados Unidos, donde parece que los grandes grupos editoriales resisten bien esta transición, mientras que en Europa no consigue arrancar, debido en parte a la piratería.

Ramiro Fernández Sauss
De los distintos eslabones que afectan al mundo editorial, como puede ser la distribución, las librerías y el lector, ¿cual crees que es el más débil?
España tiene un tejido de pequeñas y medianas librerías que son el sustento de una parte importante de la mejor producción editorial. Lo están pasando muy mal y creo que deberían recibir ayudas fiscales y económicas por parte del Estado. Los lectores son, quizás, el eslabón más débil de nuestra cadena: nos guste o no, tenemos también en este ámbito tendencia a la burbuja, pues hay una descompensación brutal entre el altísimo número de novedades y el mucho más bajo de lectores frecuentes.
¿Uno de los problemas en España es que se editan demasiado títulos o que los que se editan tienen unas tiradas mínimas?
En España se editan muchos más libros de los que nuestras librerias son capaces de exhibir y nuestros lectores de comprar y luego leer. Como es impensable legislar contra eso, será el mercado el que lo resuelva, eliminando definitivamente a una parte de los editores, ya sean grandes, medianos o pequeños.
Para el editor qué implica un mayor riesgo, ¿los anticipos desmesurados a los autores que luego las ventas desmienten o las devoluciones?
Los anticipos desmesurados han sido un problema generalizado en todo el mundo, y en algunos momentos han tenido que ver con las devoluciones, pues han obligado a los editores a tiradas mayores de las necesarias para intentar incrementar la venta y amortizar el anticipo. En la actualidad, el verdadero problema son las devoluciones, motivadas por el descenso brutal de las ventas y los consiguientes problemas financieros de las librerías.
¿Cómo ves el futuro de los grandes grupos editoriales? Es cierto que sólo se salvarán los grandes grupos?
Los grandes grupos no lo tienen fácil, y sólo sobrevivirán los que estén muy diversificados geográfica y temáticamente. Hay que ver, también, cómo evoluciona China y cuál será en el futuro la relación de los editores occidentales con ella. Creo que el modelo de capitalismo comunista no se sostendrá y eso afectará a todo el mundo, empezando, afortunadamente, por los propios chinos.
Respecto a la explosión de nuevas y pequeñas editoriales en el mercado editorial español, ¿crees que tienen nicho y futuro?
Las pequeñas editoriales tienen un nicho enorme de mercado, pero muchas dificultades de subsistencia por culpa de la crisis económica.Sobrevivirán las que den, a su nivel, con los libros más vendedores, mantengan económicamente la cabeza muy fría y editorialmente el corazón muy caliente.
¿Qué diferencia crees que existe entre el mercado editorial español y e latinoamericano?
Las diferencias vienen muy marcadas por las diferencias que existen también en el terreno social y económico. Aunque América Latina está formada por países muy diferentes, quizás tienen todos en común una presencia todavía menor de las «clases medias» en comparación con España y mayores índices de desigualdad y pobreza.
Son, por tanto, mercados con muchas más posibilidades de crecimiento que el español, que es ya mucho más maduro.
En el terreno más editorial, la proporción de ventas entre novedad y fondo es allí mucho más cercana a la «proporción aurea» que en España, donde ya he comentado más arriba que nos acercamos más al modelo anglosajón, centrado en la novedad.
¿Cómo ves la ficción y el ensayo en ambos lados del océano?
Me gusta mucho más la no ficción y el ensayo latinoamericanos (México, Colombia, Argentina) que el español. En el terreno de la ficción, no me gusta casi nada de lo que se hace en las dos orillas
¿Qué recomendarías a quien quiera montar hoy día una editorial?
Buen gusto, entusiasmo, cierto colchón económico, audacia, prudencia y suerte.
Y, por último, cuál ha sido el autor que mas te ha gustado editar en alguno de los sellos por lo que estuviste? ¿Y el que más lamentaste no poder editar por la razón que fuese?
Sólo te contestaré a la segunda parte de la pregunta: el autor que más me hubiera gustado editar y no pude es Coetzee. Me consuela saber que nunca tuve la oportunidad de hacerlo.

Ramiro Fernández Sauss