El general Georges Patton

 

Los años de fuego. Europa. Episodios y personajes. 1914- 1991 es el título del nuevo libro del historiador cultural Fernando Castillo (Madrid, 1953), autor entre otros muchos, de libros esclarecidos como Noche y niebla en el París ocupado. Traficantes, espías y mercado negro; París- Modiano. De la Ocupación a mayo del 68; Los años de Madridgrado; La extraña retaguardia. Personajes de una ciudad oscura. Madrid. 1936-1943, amén de otros no menos significativos como los dedicados a Hergé y Tintín y los que tratan de viajes, como Un cierto Tánger. Se trata de artículos y pequeños ensayos en tono a la crisis europea en el siglo XX en los años de pervivencia de la Unión Soviética que para Castillo es el hecho más determinante del siglo pasado, condicionando el ascenso del fascismo y su consiguiente Guerra y, más tarde, la llamada Guerra Fría, no por fría menos guerra.

Son artículos muchos de ellos publicados con anterioridad en revistas como Cuadernos Hispanoamericanos, caso de “La guerra colonial de Luys Santa Marina” o en publicaciones digitales ya apagadas en la Red o en revistas especializadas en temas históricos o militares vinculadas a instituciones del Estado de difícl acceso por lo que el autor se ha sentido obligado a exhumar esos textos, revisarlos y en muchos casos casi reescribirlos con las nuevas aportaciones en el campo de la historia surgidas en los últimos años.

Fernando Castillo es uno de nuestros historiadores culturales más coherentes, tanto que se diría que trabaja subyugado por las obsesiones, por los demonios, como un artista. Así, en toda su extensa bibliografía es raro que no encontremos que el núcleo central tiene que ver con los años del fascismo, de la Guerra Civil española, de la II Guerra Mundial, del París ocupado y, por tanto, por movimientos meramente centrífugos, de la obra de Patrick Modiano, que fascina a nuestro autor, de la delación y el mundo del hampa en los años de la guerra, tanto en Madrid como en París, a los que ha dedicado libros monográficos y, por ende, la literatura fascista, el estilo racionalista en arquitectura y el art decó y, de paso, un muy detallado y prolijo interés por las vanguardias artísticas de los 20 y 30 y sus consecuencias en el arte posterior hasta llegar a la Nueva Figuración.

 

Fernando Castillo

 

Por eso no es de extrañar que el lector se encuentre en este libro con las mismas obsesiones pero tratadas con diferentes variaciones, vale decir, lo mismo  que estructura un artista a lo largo de su obra pero que aquí está tratado con el ensayo histórico, lo que tiene como consecuencia narrar de otra manera un mundo que se presenta inconmensurable. Sólo así puede entenderse el prólogo y la variación de los artículos que componen el libro, estructurado en dos partes, “El comienzo del incendio” y “El conflicto central”. Es decir, el siglo XX europeo, con artículos que se muestran a modo de abanico, desde “Las armas y las letras de un noble sajón del siglo XX” , dedicado a Ludwig Renn a “Patton, el último virrey de Baviera”, esclarecedor artículo sobre la significación del general norteamericano cuando fue nombrado Gobernador de la Zona de Ocupación Bávara y “La Unión Soviética y el Mediterráneo”, donde Castillo ilumina aspectos  desconocidos por el gran público sobre la política rusa en el Mediterráneo, sobre todo en los años de distensión hasta llegar a Gorbachov.

Pero lo que mueve a Fernando Castillo son los meteoros diversos que expulsa una explosión y esa explosión es el núcleo de la Revolución de Octubre donde el mundo de la Modernidad se dividió en dos modos distintos de percibir la economía y, por tanto, las relaciones de los hombres. Ese núcleo dio paso, entonces, a soluciones de signo contrario, el totalitarismo de la clase media simbolizado en los fascismos frente a la revolución proletaria y la vieja guardia del liberalismo económico y el imperialismo representado por el Reino Unido y la pujante Norteamérica. Y tanto es así que antes de que se produjera la Revolución de Octubre había analistas que profetizaban la próxima guerra, una vez destruidas las pretensiones imperialistas alemanas, entre el Imperio Británico y los Estados Unidos. Pero entonces se cruzó el tren blindado a la Estación Finlandia y la toma del Palacio Imperial en San Petersburgo y la guerra entre rojos y blancos y el ascenso del Nuevo Orden, del fascismo, del nazismo… hasta la caída de la URSS.

Esa fascinación tengo para mí que le viene a nuestro autor de raíces profundas pero hay hechos que están movidos de modo general a esa fascinación y es el cambio que la tecnología impuso a las relaciones humanas. Walter Benjamin lo vio con su dilatada lucidez en ensayos como La obra de arte en su etapa de reproductibilidad técnica donde se refiere a una Hybris de la tecnología y, por consiguiente, en Teorías del fascismo alemán, en la guerra abocada por la tecnología y que ya no controlan los seres humanos. De “la violencia como medio es siempre o bien fundadora de derecho o conservadora de derecho” pasamos a una visión de la estetización de la misma que es lo que Benjamin  detectó en la obra juvenil de Ernst Jünger, sobre todo en Tempestades de acero visto lo acontecido después en las teoría del fascismo italiano, cuya violencia está muy vinculada al discurso futurista o en el del nazismo, que mezcló con curiosa desenvoltura el mito del germanismo por el culto a la tecnología, Sigfrido y su lanza matadora de monstruos y, a la vez, Parsifal y su recogimiento de índole mística, los Nibelungos y la V-2…Irresistible.

De esta fascinación por ese mundo está compuesto esta “silva de varia intención” de Fernando Castillo. De los artículos del libro, todos pertinentes, destacaría algunos por motivos distintos … desde el dedicado a la figura de Ludwig Renn a “Dos verticalidades afrontadas. El Madrid moderno y la Sierra de Guadarrama” donde se nos relata las relaciones entre la ciudad y su entorno serrano desde el Arcipreste de Hita al delirio agrario de Onésimo Redondo, de la construcción del monasterio escurialense y el interés de los krausistas por el alpinismo y las marchas a la exaltación joseantoniana de los granitos cárdenos; desde “Las vanguardias se van a la guerra: el búnker” donde se nos muestra la estrecha relación habida entre la concepción de la arquitectura del momento y las casamatas, entre la Bauhaus y la metafísica guerrera del hormigón a “Louisa Colpeyn, un personaje modianesco” donde se nos describe el perfil de una mujer con ribetes de femme fatale en el París de la Ocupación; de “Heller, ese curioso teniente de la Propaganda Staffel”, una recreación por parte de Castillo del ambiente cultural del París ocupado donde aparecen personajes que van desde Jean Cocteau y Ernst Jünger a Florence Gould, Louis Ferdinand Céline, Drieu La Rochelle o Jean Paulhan a “Una guerra dentro de otra. Los orígenes de la Guerra Fría”, artículo iluminador sobre cómo el huevo de la serpiente nunca es atisbado hasta que el cascarón se rompe… y lo dejo aquí porque me he dado cuenta de que más que una selección estaba comenzando a recomendar uno a uno todos los artículos del libro, que es lo que hago ahora.

 

 

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