El día mundial del sida, celebrado el pasado uno de diciembre, nos recordó una infección que después de años de investigaciones y esfuerzos,  se ha logrado cronificar y mejorar la vida de las personas seropositivas, aunque sigue estable el número de nuevas infecciones. Con tal motivo traemos a colación un libro publicado en Francia Aux origines du Sida (Editions du Seuil), una enfermedad que ha matado a más de 35 millones de personas desde su aparición a principios del siglo XX.

Su autor es un profesor de medicina de la Universidad de Sherbrooke (Canadá), Jacques Pépin, que ha investigado el desarrollo de esta enfermedad a lo largo de la  historia. Descubierta a el 20 de mayo de 1983 por un grupo de científicos liderado por el virólogo francés Luc Montagnier que publicó en la revista Science el descubrimiento del virus VIH, causante del Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida, el autor sostiene que la epidemia comenzó cuando un cazador o cocinero se contagió al cortar  carne de chimpancé infectada en algún lugar de África Central hace 100 años. Desde entonces, cerca de 78 millones de personas se han infectado en todos los continentes, la mitad de las cuales ha muerto.

Durante la primera mitad del siglo XX se calcula  que había menos de 5.000 personas infectadas. La propagación de la enfermedad se vio favorecida en la segunda mitad del siglo veinte por el  desarrollo de los medios de transporte y la masificación de los viajes internacionales.

Durante muchos años se creyó que el  «paciente cero» fue Gaëtan Dugas, un auxiliar de vuelo canadiense que trabajaba en una compañía aérea. Según el libro del periodista de San Francisco, Randy Shilts, And the band played on (Y la banda siguió tocando) sobre los orígenes del sida en las comunidades gay de Nueva York y San Francisco era un sádico que propagó la enfermedad intencionadamente en Estados Unidos.

Gracias a los análisis genéticos del virus Dugas, un virus que no era un precursor de las otras cepas de VIH que circulaban al mismo tiempo en Nueva York y San Francisco, se  demostró la falacia del paciente cero. Estos análisis fueron posibles cuando los investigadores pudieron encontrar una muestra de sangre obtenida del propio Dugas en 1983 y que se encontraba en el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de Atlanta.

El verdadero paciente cero fue un hombre que cazó un chimpancé o una mujer que preparó la carne de este animal infectado para alimentar a su familia. Este hombre o mujer se cortó accidentalmente y la sangre del chimpancé infectado entró en contacto con la de esta persona.

Los científicos creen que este paciente cero se infectó en el sudeste de Camerún o en la parte adyacente del Congo-Brazzaville. También cabe la posibilidad de que fuese un  soldado enviado a Camerún durante la Primera Guerra Mundial. Un soldado que se contagió al cazar un chimpancé y luego llevó el virus a la capital del entonces Congo belga, Leopoldville, o francés, Brazzaville.

Si el virus pasó de los chimpancés a los humanos alrededor de 1920, para llegar a Leopoldville un poco más tarde, como se pensaba anteriormente, la transmisión médica podría haber jugado un papel importante desde el principio, ya que las grandes campañas para controlar las enfermedades tropicales, basadas en la administración de drogas intravenosas a millones de personas, comenzaron en la década de 1920.

Si, en cambio, el virus pasó de los chimpancés a los humanos alrededor de 1900-1910, para llegar a Leopoldville alrededor de 1920, hubo menos oportunidades de transmisión médica antes de que el patógeno llegara a la capital del Congo belga.

Con la colonización europea de África Central, se crearon ciudades en las que las condiciones de vida, especialmente el número de habitantes, eran radicalmente diferentes de las de las aldeas tradicionales. Las infecciones  son más contagiosos en las zonas urbanas, no sólo el VIH, debido a la densidad de población.

Aparte el crecimiento poblacional de ciudades como Leopoldville (la actual Kinshasa) que crece a razón de 500.000 habitantes cada año, había un fuerte desequilibrio de género. Hasta la década de los años cincuenta, había cinco veces más hombres que mujeres entre solteros y divorciados de Kinshasa, una situación que ha favorecido el desarrollo del comercio sexual en estos países. A partir de 1960, las mujeres con alto riesgo de contagio se prostituían con más de mil clientes por año.

Durante mucho tiempo, la transmisión del VIH ha sido principalmente de naturaleza sexual, aunque también ha habido epidemias del VIH transmitidas a través de la atención sanitaria, como la que acaba de ocurrir en Pakistán.

 

 

Pero antes de la independencia en el África francófona, en los años sesenta del siglo pasado, la transmisión a través de la asistencia sanitaria era tan importante como la sexual. Kinshasa fue el verdadero centro de desarrollo de la pandemia durante el período colonial.

Sin embargo, a partir de 1960, la transmisión médica disminuyó  debido al progreso en la medicina, mientras que la propagación sexual tomó el relevo debido a un nuevo tipo de prostitución de tipo cuasi industrial.

Jonathan Mann, durante sus dos años al frente del «Proyecto Asdi» en Kinshasa (1984-86), hizo una importante contribución a la comprensión de la dinámica del VIH en África. Su equipo de investigación ha demostrado que en África, todas las personas heterosexuales están en riesgo, no sólo unos pocos grupos marginales como en Occidente.

Luego, durante su estancia en la OMS, llevó a las autoridades sanitarias de muchos países a no negar la epidemia de  sida. Lamentablemente, su acción no tuvo mucho éxito en la transmisión del virus, hacia el que se había desarrollado una actitud fatalista en muchos países africanos. Sobre todo, ni la Organización Mundial de la Salud ni los gobiernos locales desarrollaron ninguna intervención dirigida a las prostitutas en toda África a finales de los años ochenta, lo que podía haber contrarrestado bastante la propagación del sida.

 

http://www.seuil.com/ouvrage/aux-origines-du-sida-jacques-pepin/