LUIS DE LEÓN BARGA

 Yoel Días Gálvez. Travesía de ensueño


Una nota biográfica acerca de Marcel Schwob que figura en la contracubierta de una antigua edición de Vidas imaginarias, publicada en los años cincuenta del siglo pasado dice lo siguiente: Marcel Schwob, nacido en Chaviile en 1867 y muerto en París en 1905, fue en su juventud un estudioso de filosofía y documentalista. 

Amigo íntimo de Jules Renard. Después, la lista de sus obras. Imposible ser mas conciso. Pero en realidad, sobre Schwob hay algo mas que se puede decir, aunque sólo sea que estas Vidas imaginarias atraen a todos los que aman los libros originales, un poco macabros y poseídos  de  una ligera mistificación.

Gabriela Morawetz
Podemos imaginar por un instante lo que debieron ser las fantasías, los sueños de Schwob en su primera juventud, cuando era estudiante en París; esa afición por autores raros, libros desconocidos, informaciones peregrinas… Quien haya leído su primer libro de cuentos, titulado Coeur double, publicado cuando apenas tenía 20 años, comprueba enseguida cómo al autor le divierte demostrar su capacidad de escribir según tal o cual otro autor. Algunos de estos cuentos parecen un fragmento de Petronio bien conseguido, otro un apólogo sacado de un autor persa del tiempo del califato abasí, otro un texto budista. Anatole France, que entonces ejercía la crítica literaria en el Temps señaló las características más brillantes de Schwob, o sea su capacidad de calcar las formas de arte más diversas, de imitar los modelos literarios más heterogéneos. Pero mientras la mayor parte de los escritores «manieristas» carece de una verdadera fantasía y se les ven las costuras cuando intentan imitar a un autor más célebre, Schwob poseía una verdadera fantasía creativa, y era capaz de superar al modelo, para ser sólo él y el mismo: un narrador de extraña potencia evocativa. El mismo Anatole France le elogiaba: «No existe mas que Schwob para escribir cuentos de un tono tan firme, de un discurrir tan seguro, de un sentimiento tan poderoso».
 Tras este comienzo, Schwob siguió publicando unos pocos libros originales, hasta que dio la medida de su talento con estas Vidas imaginarias.
Gabriela Morawetz
Las Vidas imaginarias son las biografías de una serie de personajes históricos, que han existido, y sobre cuya vida existe una extensa documentación. Personajes que van desde Empedocles, el gran filósofo siciliano, hasta Burke y Haare, escoceses y asesinos de profesión, y que vivieron a comienzos del siglo XIX. Schwob, al contar la vida de sus personajes, no tergiversa los datos conocidos, pero se sirve de ellos para conducir a su héroe a un plano de fantasía. Una fantasía  personal, sin pesadillas ni apariciones del mas allá, y que es consecuencia directa de un mundo que él conoce bien, como son las supersticiones y las creencias de sus personajes o, simplemente, el efecto que puede producir una idea violenta en una cabeza simple. Schwob no enseña espectros ni fantasmas; sólo nos muestra a unos seres alucinados. Y sus alucinaciones tienen la suficiente fuerza para quedarse grabadas en nuestras cabezas y hacernos sentir un escalofrío.

Pero otra característica de Schwob es su amor por la mala vida, la disipación, el crimen, en lo que tiene de pintoresco. Las alucinaciones que describe mejor son las que conducen a los hombres a la horca como los piratas del Caribe, o las mujeres estranguladas por un rufián en un cementerio o la impudicia de una antigua matrona romana… En  general, las alucinaciones de los personajes de Schwob tienen un fondo criminal; en esta galería de alucinados sólo vemos salvarse a una mujer que muere en su cama. Se trata de Pocashontas, la princesa india del siglo XVI, aunque también ella, poseída por el amor,  muere joven y consumida.
Gabriela Morawetz
La alucinación trágica de todos estas vidas imaginarias está contada con precisión de detalles históricos y ambientales, con una gran riqueza documental sobre las costumbres de su época junto a una intuición fantástica que maravilla. Porque Schwob no es sólo un simple estudioso de archivos sino también un poeta. Él sabe bien como era una ciudad de Oriente en los tiempos de la influencia griega, y lo sabe por las últimas investigaciones arqueológicas y el estudio de los textos alejandrinos. Pero también posee el don de los grandes artistas, el de hacer verosímil un personaje nunca visto. Schwob es un biógrafo que ha ido a la escuela de Poe.  
Marcel Schwob