Con motivo del fallecimiento de Javier Goñi, que colaboró en esta página, reproducimos el obituario publicado por su editor, Javier Jiménez, en el diario ABC.
«Nos deja un hombre bueno, que amó los libros y este pequeño mundo, el de los editores y libreros, que tanto adoró, y que tanto le debe.»
Nos ha dejado Javier Goñi. Periodista de raza, allá por 1985 entrevistó durante más de cinco horas –ante una grabadora de las de cinta casete, un puñado de folios y un bic cristal de color azul– a aquel novelista un tanto inaccesible llamado Miguel Delibes, maestro a su vez de periodistas. Curtido en su juventud en las redacciones de El Norte de Castilla, durante años –compatibilizándolo con sus labores de comunicación en la Fundación Juan March– fue crítico literario, firmando semana tras semana una columna dedicada a «los otros libros», aquellos que no figuran entre los más vendidos, pero que enriquecen la mesa de novedades de las librerías, si quiera por unos días –tan efímera es la vida de los libros–, publicados por centenares de pequeños y medianos editores, cuyos catálogos seguía con fidelidad. Y es que Goñi, zaragozano sobrio, de trato afable y siempre agudo en sus comentarios, fue amigo fiel de muchos pequeños editores, a los que nos apoyó siempre, con mimo de lector paciente y cariñoso, con amistad desinteresada. Su casa madrileña –casi a pie de Plaza Roma (para los que no son gatos, Plaza de Manuel Becerra), y muy cerca de la que fue residencia de Carmen Martín Gaite– era prácticamente una biblioteca: Goñi no se desprendía de ningún libro, los atesoraba con mimo, por editoriales, por colecciones…; y a cada nuevo envío de alguna novedad, te lo festejaba feliz como un niño, y con el interés siempre renovado de un lector ávido de nuevas aventuras. Sin las manías de un bibliófilo –aunque se movía bien, gracias a su buena memoria, entre datos de edición, cubiertas y sellos editoriales–, sí fue un entregado bibliómano. A Goñi le gustaba leer, leía como un león, inasequible al desaliento. Y aún con todo, después de una vida de lector –prácticamente ágrafo, salvo un tomito con algunos de su artículos (Milhojas de sentido), un volumen de la serie Baroja&Yo (A contrapelo) y sus Cinco horas con Miguel Delibes– disfrutaba releyendo, en los últimos tiempos, novelas de Galdós y Baroja, sus preferidos. Nos deja un hombre bueno, que amó los libros y este pequeño mundo, el de los editores y libreros, que tanto adoró, y que tanto le debe. DEP.
Javier Jiménez, editor de Fórcola
ABC, 6 de abril de 2022