La dama de Shallot, de John William Waterhouse
Cuando lo infinito asoma desde el abismo (Taugenit, 2023) de la filósofa y escritora argentina Virginia Moratiel (Virginia López Domínguez), y que lleva el subtítulo de Estudios sobre el romanticismo en lengua alemana e inglesa, nos acerca a este movimiento cultural que siempre ha estado presente en mayor o menor medida entre las corrientes artísticas de los últimos siglos.
La actualización que acomete Virginia Moratiel con acierto rastrea desde los orígenes del romanticismo y su intento de comprender la complejidad de la naturaleza humana más allá de la razón, principalmente en Alemania entre 1760 y 1785. Sus creadores afirmaban el valor del sentimiento y de la imaginación frente al dominio de la razón, sin negar el valor liberador de esta última, aunque no era suficiente para que el hombre se comprendiese a sí mismo y a su entorno.
Este libro no es sólo para estudiosos, sino al contrario, es un texto que puede servir de introducción a los lectores que deseen saber más que lugares comunes del romanticismo y comprender su naturaleza e influencias. Virginia Moratiel nos conduce a través de los distintos pensadores que conoce bien (ha traducido del alemán ha diversos autores del romanticismo alemán como Fichte y Schelling) y literatos. Partiendo del profesor de la Universidad de Jena, Schelling, que levantó una visión del universo basada en una concepción mística del arte, nos cuenta también las numerosas interrelaciones que se producen entre los románticos alemanes e ingleses.
Con el paso de los años el espíritu inicial del romanticismo se fue perdiendo tanto en Alemania como en Gran Bretaña y enseñó otros lados más oscuros, el abismo del que nos habla la autora, y como expresaron en sus obras Keats, Coleridge, Woorsworth, Baudelaire, Leopardi, y que anticiparon poetas como John Milton o William Blake.

Morire, dormire. Gaetano Previtti
Uno de estos aspectos “nuevos” fue la búsqueda los impulsos profundos del alma, enterrados bajo la conciencia, en los que la naturaleza humana revela lo perturbador.
Sumergidos en las profundidades de su inconsciente, los románticos dieron una nueva luz a la locura, lo absoluto, el sueño, la noche… Excesivos y exaltados intentaron desvelar la naturaleza más profunda de la persona a través de las distintas modalidades de la locura, incluida la amorosa, y buscaron una salida a la misma a través del genio, que permite al individuo trascenderse y escapar de sí mismo, y del que nace el mito del artista “loco”.
El carácter de exceso que la época romántica reconoce en la locura puede ser tal que se convierta en un fenómeno perturbador: un fenómeno que trastorna nuestra percepción normal de la realidad, evocando algo a la vez siniestro y oscuramente familiar. La locura revela así nuestro lado oscuro, lo mismo que lo fantástico y lo sobrenatural nos dicen cuál es nuestra verdadera condición. También aquí lo fantástico es la traducción de ansiedades profundas, ligadas a pulsiones destructivas o a la sexualidad.
Otro de los puntales del romanticismo será la idea de lo Absoluto y que Schelling identificó con la naturaleza y el espíritu. Un tema que tuvo un papel fundamental en el arte, en pintores como Friedrich, vinculado intelectualmente a Novalis y Goethe. En sus lienzos es palpable la presencia de un ser metafísico grandioso e infinito, poderoso y terrible, el soberbio artífice del universo. Friedrich expresa la idea de lo Absoluto a través de la naturaleza, el horizonte, el acantilado, los paisajes desérticos, el arco iris, las montañas. La extrema simplificación de las formas y de la composición produce una especie de espiritualización del paisaje natural.

Edward Burne-Jones, The Rose Bower (1880)
Otros elementos románticos por excelencia son el sueño como preámbulo de la muerte al ser una ausencia de conciencia mucho más profunda de lo habitual. Por lo tanto una especie de muerte temporal donde la imaginación, ese otro elemento clave del romanticismo, actúa en plena libertad.
Y en este repaso que Virginia Moratiel hace de los elementos románticos no se olvida de la noche. De los muchos ejemplos traídos a colación en diversas obras literarias, no se olvida de Novalis quien contó el sueño más famoso del romanticismo, el de la flor azul y del que Moratiel afirma que lo convirtió en “icono del movimiento y símbolo de la poesía, de la creación libérrima, absoluta, donde se sintetizan lo finito y lo infinito coma lo visible y lo invisible”. Una flor que el protagonista nunca encontrará al ser de naturaleza espiritual.
Para Virginia Moratiel, el romanticismo supone una cosmovisión universal, válida para cualquier tiempo y lugar. El mundo moderno pretendió fundarse sobre él, pero distintos obstáculos lo impidieron, como “la falta de libertad que acompañó el avance del mercado capitalista por todo el planeta diseminando formas políticas que amparaban la industrialización, el expolio de la naturaleza y el materialismo, el desarrollo tecnológico y de los medios de comunicación al servicio de la masificación, en definitiva, el dominio de los ricos así como el patriarcado”. Pero lejos de rendirse, gracias a eso, Moratiel ve en el romanticismo una promesa incumplida que aún emociona con la belleza de sus imágenes y la potencia liberadora de su pensamiento.
Virginia López Domínguez (Buenos Aires, 1954). Filósofa y escritora, estudió Letras en la Universidad del Salvador y Filosofía en la Universidad de Buenos Aires. Se doctoró en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid, donde fue profesora titular, ejerciendo la docencia durante 30 años. Especialista en idealismo alemán y romanticismo. En 2008 abandonó la docencia para dedicarse a la literatura adoptando el nombre de Virginia Moratiel. Entre sus obras de ficción destaca la novela El Tacuaral (Premio Cáceres 2009). Entre sus obras en clave feminista, Mirando de frente al islam y Madres. Los clanes matriarcales en la sociedad global. Entre sus últimos ensayos, Compañeros de viaje. Poetas en busca de su identidad y Fichte o el Yo encarnado en un mundo intersubjetivo. Profesora visitante en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y en la de Buenos Aires (UBA). Investigadora invitada en el Departamento de Filosofía de la Universidad de Harvard (USA), la de Oxford (UK) y la de Freiburg (Alemania).