Ya nadie se acuerda de los rechazos editoriales que sufrió Francis Scott Fitzgerald en sus comienzos. Los rechazos se sucedían como su empeño en seguir escribiendo de noche mientras de día escribía anuncios publicitarios. Y así hasta que en 1920 le aceptaron su primera novela A este lado del paraíso. Tenía 24 años y llevaba escribiendo desde algunos años atrás.
Por eso todos los cuentos de este escritor, como los reunidos aquí con el título de Cuentos rebeldes y publicados por la editorial Navona, tienen la fuerza del escritor de raza, aquel que como él mismo dijo, es un oficio insoportable, hecho de vida sedentaria, noches de insomnio y una insatisfacción eterna.
Scott Fitzgerald empezó escribiendo poesía en la Universidad. La poesía era lo que más le importaba. Como contó él mismo en otro cuento, entonces pensaba que todo gran poeta ha escrito una gran poesía antes de los veintiún años. Cuando fue mobilizado con motivo de la entrada de Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial, fue destinado a una escuela militar para oficiales. Entonces aprovechó para escribir una novela durante las clases teóricas, hasta que le descubrieron. Tuvo que dejar la escritura para el fin de semana. Cuando recibió su destino, envió el manuscrito de su novela acabada en tres meses a un editor. Éste lo rechazó con buenas razones.
Meses después buscó empleo como periodista en Nueva York. La guerra había acabado y Scott Fitzgerald había cumplido 22 años. Sin embargo, terminó trabajando como publicista escribiendo eslóganes publicitarios de jabones. Por la noche escribía esos cuentos que nadie quería y coleccionó mas de un centenar de rechazos. Escribió también guiones cinematográficos, textos para canciones, poesía, pequeñas piezas de humor… y una novela que terminó publicándose con éxito.
Estos Cuentos rebeldes tienen la marca de la casa y que consiste en abarcar un horizonte variado de distintos personajes y paisajes que nos hablan de sus deseos y ansias, una meta lejana porque en la vida, vaya como nos vaya, debemos rebelarnos y perseguir nuestros sueños. Aunque terminen en pesadillas.
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