Escena de “Garage Olimpo” di Marco Bechis

Elsa Osorio (Buenos Aires, Argentina, 1952) es una escritora en lengua española que ha conocido el raro honor de que su obra haya sido traducida a más de 21 idiomas. Las novelas de Osorio no pueden calificarse de best sellers en el sentido de cumplir ciertas características definitorias de esa modalidad literaria, pero sí en el sentido de su repercusión internacional y el número de ventas. La razón estriba en que sus novelas tratan de historias que afectan de manera casi dramática  a la mayoría de sus lectores, que son legión. Podría hablarse en el caso de Osorio de que realiza una literatura de denuncia si esta palabra no estuviera irremediablemente contaminada por las consignas de la Guerra Fría, que hicieron de ese particular género un gueto dirigido por gran parte de los partidos de izquierda de Occidente, gueto que llegó a vetar obras tan importantes como El gatopardo, de Giovanni de Lampedusa con ánimo de que no fuese publicada. Si atendemos, sin embargo, como literatura de denuncia aquella que con ánimo crítico describe una serie de hechos sujetos a una enorme carga moral, y aquí podríamos colocar novelas en apariencia tan dispares como Berlin Alexanderplatz,  de Döblin o Viaje al fin de la noche, de Céline junto a otras como Adiós a las armas,  de Ernest Hemingway o El fuego,  de Henri Barbusse, sí podemos hablar entonces del caso de Osorio como hacedora de este tipo de género, un género que pese a tener en su haber obras muy circunstanciales en el tiempo presenta otras que han trascendido incluso los límites del siglo en que fueron escritas.

Autora de libros de éxito casi espectacular como  A veinte años, Luz, que fue publicada en 1998, libro que trataba con  valentía el drama de los niños robados a sus madres presas para entregárselos a las familias de los militares y que tuvo una proyección internacional sorprendente, al punto de que el alcalde Roma en aquellos años, Walter Beltroni, lo eligió como libro del cuore y la obra se regaló a los jóvenes, mientras que ha sido adaptada al teatro y se representa con asiduidad en Francia, Elsa Osorio ha publicado recientemente un libro de enorme carga moral, Doble fondo(Tusquets) donde, en la misma línea que A veinte años, Luz, pero con un enfoque literario más complejo pues trata de dos historias paralelas que se entrecruzan varias veces a lo largo de la narración, algo que representa un paso adelante en una autora cuyas historias narradas se expresaban casi de forma lineal, o por lo menos atendían a esa característica.

 

 

Así, nos encontramos con que en La Turbelle, en la Loire francesa, en el año 2004, aparece en el mar el cadáver de Marie Le Boullec, una médico de gran reputación. Muriel, intrépida reportera de un periódico de la zona, no termina de creerse la versión de que La Boullec se ha suicidado, y ayudada por una vecina, Genevieve, y de Marcel, su amigo de más confianza, su Sancho Panza, su escudero, aquel en que Muriel deposita toda su confianza.

Paralela a esta trama propia del thriller más canónico se desarrolla otra, esta vez en Argentina, en la siniestra Escuela de Mecánica de la Armada, centro de tortura famoso durante los años que van de 1976 a 1978. A ese centro trasladan a Juana Alurralde, joven montonera, que logra sobrevivir, y de paso recupera a su hijo de tres años, gracias a la intervención de El Rulo, alias de un alto cargo del lugar, Raúl Radías, que la traslada a un piso de París donde a los antiguos rebeldes que podían ser rehabilitados, se les reeducaba en aquel lugar para posteriormente ser utilizados en contra de sus antiguos compañeros o intereses las más de las veces poco claros.

Ni que decir tiene que Marie Le Boullec termina por estar relacionada con aquel período siniestro de la reciente historia argentina… trama que para un lector avisado creo no necesario decir más porque habrá adivinado que esa historia cruzada se inscribe en realidad dentro del destino de la vida de una sola persona. Ahora bien, a pesar de la inteligente y frenética trama que contiene la novela, mezcla de thriller y documento histórico, habría que destacar la feliz mezcla que Elsa Osorio ha realizado sobre dos géneros tan distintos y que aquí se resuelven en estupenda resolución. Con ello quiero destacar que en los 42 capítulos de que consta la obra lo referente a los documentos históricos es quizá lo mejor y desde luego lo más inquietante de Doble fondo ya que aporta testimonios directos de víctimas de la Escuela.

Novela compleja, narración que huye de los tópicos sobrevenidos en sucesos de esta condición, la historia resalta una inmensa gama de grises, lejos del socorrido contraste del blanco y negro a que tan tentados están los que tratan de la misma. Doble fondo es la novela referente, por la complejidad en que trata estos sucesos, de uno de los episodios más vengonzosos de Argentina, su más reciente trauma nacional.

PARA SABER MÁS…   PREGUNTAMOS A ELSA OSORIO 

¿A qué se debe que esta novela haya aparecido primero en italiano y francés antes que en español?

El editor italiano, como la editora francesa, tienen una relación comprometida con mi obra, que me hace sentir que estamos en un mismo barco (lo que no sucede con todos los editores), me preguntan mientras escribo y yo les doy una fecha aproximada-que casi nunca cumplo- en que terminaré la novela. Y ellos hacen sus planes. Es así que se tradujo muy rápido y se editó primero en Italia.   Meses después salió en Argentina, y casi simultáneamente  en Francia y en España.

¿Cómo definirías a tu novela?

Una novela policial histórica.

¿Necesitaste realizar mucho trabajo de documentación?

Sí, pude acceder a muchos documentos de los setenta, leí cuanto artículo y libro encontré sobre el Centro Piloto Paris,  entrevisté gente en Francia y Argentina, y leí los testimonios de los sobrevivientes en los juicios que se realizaron muchos años más tarde en Argentina.

¿Por qué te gusta narrativamente que en tus novelas haya varios protagonistas?

Me gusta manejarme en un amplio abanico de personajes, y también de narradores. Me sirve contar desde distintas ópticas, en esta novela es fundamental, porque sucede entre dos tiempos y entre dos países.

La protagonista, Juana, una montonera que quiere recuperar a su hijo secuestrado durante su detención y que salva la vida gracias al torturador que se enamora de ella y la recluta para el centro que la dictadura argentina tiene en París para combatir el boicot al Mundial de fútbol en Argentina; la diplomática argentina Elena Holmberg asesinada por los militares y la periodista francesa que investiga desde el presente una muerte misteriosa, aparte de su condición de mujeres, ¿tienen algo en común?

Creo que Juana y Elena Holmberg representan dos ideologías opuestas, son protagonistas y víctimas al mismo tiempo de sus propias ideas en una época trágica, Muriel, la periodista francesa, vive en circunstancias muy diferentes, pero tiene en común con ellas la honestidad…

El torturador que se enamora de Juana, ¿es un arquetipo de los numerosos torturadores que mantuvieron relaciones con sus torturadas?

El Rulo no existió, pero es una composición de otros que sí existieron, algunos de ellos los pongo con nombre y apellido en la novela, como Rugger ( Radice) el Tigre Acosta.  Varios de ellos se enamoraron de prisioneras, eran mujeres diferentes a las que estaban acostumbrados. En la ESMA se dieron situaciones además de crueles muy locas, como el vestirse y arreglarse para ir a cenar con los torturadores a un restoran y volver al campo de detención. Lo que cuento en Doble fondo sobre el trabajo esclavo, el período de “recuperación” de Juana, cuando va a ver a sus padres y vuelve a la ESMA o es obligada a “festejar” el partido de fútbol responde a situaciones reales.

¿A qué crees que se debió en el caso de tu protagonista su relación con El Rulo? ¿La necesidad de sobrevivir y reencontrar a su hijo de tres años cuando fue secuestrada.? 

La situación de tener un hijo en la ESMA es decisiva, qué no haría una mujer por sacar su hijo de ese infierno. No me gusta pensar estas relaciones como el síndrome de Estocolmo, como si hubiera algún goce en la relación con su torturador, creo que en esas circunstancias no se puede hablar de goce, mucho menos de amor. La prueba es que estas uniones no sobrevivieron a esos años de tortura. Hay un par de casos en que se quedaron juntos, y fueron miles y miles las víctimas. En todo lugar donde los seres humanos conviven, aun en un campo de detención y exterminio, se dan pasiones, sentimientos. Querer sobrevivir, como Juana, es normal.

Elsa Osorio y portada de la edición italiana

El asesinato de la diplomática argentina Elena Holmberg, que aparece en tu novela,  ¿marcó la omnipotencia y delirios del almirante Massera, uno de los responsables de la dictadura militar?  

El asesinato de Elena Holmberg, partidaria de la dictadura pero no de los sucios negocios de Massera y sus adláteres, es una prueba de que la represión era mafiosa.

La relación  entre padres e hijos es también importante en tu novela a través de la figura de Matías, el hijo de la protagonista, que en principio cree la versión de quien le crió de que su madre le abandonó por la militancia política. ¿La carta que ella le escribe para explicarle lo sucedido es el eje sobre el que pivota la novela?

La carta es lo que cose los dos tiempos, los dos países. Es el eje, como tú dices.

Visto con la distancia de hoy día, crees que fue un error la lucha armada promovida por la guerrilla peronista e izquierdista,  ¿o no les quedó otra vía durante la dictadura militar? 

Como mi protagonista en la novela, pienso que hasta el 73 la lucha armada tuvo una razón de ser, después se cometieron grandes errores. Yo nunca estuve de acuerdo con la lucha armada, creo en otra militancia, pero estoy del mismo lado, es decir, el enemigo fue el terrorismo de Estado.

La figura del desaparecido forma parte del imaginario argentino. ¿Y como ves el caso de Santiago Maldonado y los derechos humanos en Argentina?

Santiago Maldonado “apareció” pero muerto, por la presión de la sociedad que se movilizó, mostrando que no acepta un desaparecido. NUNCA MÁS. Faltaban pocos días para las elecciones cuando se encontró a Santiago Maldonado. No puedo saber qué pasó, cómo apareció en el río, ahogado,  lo que es evidente es que nadie se tira a nadar en el sur de la Argentina en pleno invierno y que la Gendarmería lo persiguió. La situación de los DDHH es delicada, hay signos que muestran un retroceso, como el intento de una ley que no pudieron pasar, el 2X1, y la prisión domiciliaria a los genocidas. Pero un amplio sector de la sociedad repudia estas medidas. Me pregunto por qué debe considerar los años que ellos tienen, 75 o 82 y no  los 20 o 25 años que NO pudieron cumplir miles de personas porque “los pobres viejitos” los asesinaron.

Yo espero que la lucha de años  no sea avasallada.

Das clases en talleres literarios, ¿crees que se puede enseñar a escribir?

Pienso que en un taller se pueden transmitir conceptos teóricos que ayudan a escribir con soltura, de la lectura de distintos autores se puede asimilar técnicas concretas. Yo creo- y lo transmito en mis talleres- que hay que considerar al lector como un amante esquivo al que hay que seducir párrafo a párrafo hasta el punto final. Y para esto hay que trabajar, y mucho. El taller ayuda. Acompañar a otros en el proceso de escritura es una de las tareas más gratas- literaria y humanamente- que me ha tocado vivir.

¿Piensas que es un buen momento para la novela argentina?

Es un momento interesante porque, como casi siempre, la sociedad argentina está en crisis. Aunque, para mi gusto, en la Argentina pasan demasiadas cosas, demanda mucha atención y agobia. Por eso en los últimos años, para escribir, yo paso muchos meses fuera de Argentina.

Luis de León Barga