Félix Rotaeta (Madrid, 1942-Barcelona, 1994) cruzó como un meteorito el Madrid de los años sesenta y siguientes. Actor de profesión y muchas cosas más por afición, fue uno de los precursores de la novela negra de este país, tal como lo entendemos hoy. En 1981 publicó Las pistolas de la que años después dirigió una película basada en la novela y que protagonizó Antonio Banderas: “El placer de matar” (1987).

Las pistolas trata de la violencia y de la doble moral de la sociedad que se escandaliza con un cierto tipo de violencia e ignora otra, según explicaba Rotaeta a quien quisiera escucharle en la barra de un bar. Dos hombres, un profesor de matemáticas cuarentañero, y un pequeño traficante veinteañero y chulo, se conocen en un pelotón de ejecución durante el servicio militar encargado de matar a un terrorista. Los dos son aficionados a las armas y psicópatas. La amistad degenera en una serie de asesinatos por diversión: La novia de toda la vida del profesor, una alumna del mismo, cuatro chicas de la limpieza que salen de trabajar, los camareros y clientes de un bar….

Aunque el tema resulta ahora un poco manido, la novela ha envejecido bien pese a contarnos una historia de un mundo muy alejado de nosotros en lo social que no en lo sicológico. Incluso con un poco de esfuerzo se la puede emparentar en una versión local y antigua de las Easton Ellis, Palahniuk, Welsh… y técnicamente con un menor componente visual y una narrativa sin contaminación visual.

Como en toda serie de excesos leídos y vistos ya sabemos que este tipo de vidas conducen directamente al cementerio. La policía interroga al profesor al que le sigue los pasos. Los dos deciden matarse en un falso duelo en el que uno dispara al otro cerca de la fosa donde están los cadáveres de la novia y la alumna, pero el chulo hace trampa… y no contamos más.

Narración desnuda y escueta, con esa maestría en la que nada sobra ni falta. Y un cuadro sobre la España de la época recubierto de una capa espesa de novela negra, como un buen helado de chocolate. La primera edición tenía poco menos de ochenta páginas que se leen en dos o tres horas. ¿Quién no dispone de tres días para leer esta novela?

Félix Rotaeta actuando en la película de Pedro Almodóvar «Pepi, Luz y Bom y otras chicas del montón» (1980)