Gian Lorenzo Bernini. El rapto de Proserpina
¿Sigue vigente el ensayo sobre el erotismo que escribió el
pensador francés George Bataille en 1957? A juzgar por su relativo
interés en el mundo editorial español, me atrevería a decir que sí, pues este
año que comienza lo va a publicar la editorial Errata naturae, y antes
lo hizo Tusquets y conoció diversas reediciones.
Visto con perspectiva, resulta evidente que lo que se entendía por
erotismo en los años cincuenta del siglo pasado poco tiene que ver con lo que
se conoce ahora, sobre todo el concepto de prohibición, uno de los ejes
del pensamiento de Bataille (1897-1962).
Si hoy el sexo se ha frivolizado hasta extremos inimaginables,
Bataille veía en el erotismo lo que diferencia al animal del hombre, al superar
este último el concepto de sexualidad reproductiva para dar cabida a un eros
limitado
por las distintas prohibiciones que el mismo hombre y las
religiones han construido para hacer frente a una condición consciente de su
propia finitud.
El hombre, a diferencia del animal, sabe que es un ser hacia la
muerte en un sentido heideggeriano, y de ello deriva el deseo humano de
buscar una totalidad que nos aleje o cree la ilusión de escapar a nuestro
destino.
Gian Lorenzo Bernini. El éxtasis de Santa Teresa
Una vía sería el eros donde la persona, como si fuera la víctima de
un sacrificio antiguo, muere en la breve intensidad de un momento capaz de
hacernos perder la noción del tiempo humano y conducirnos a ese tiempo místico,
cósmico o como se quiera definir en el que el yo individual se difumina en la
tensión de la totalidad.
¿Qué es la pasión amorosa sino una transgresión a nuestra condición
perecedera mediante la disolución de nuestro yo en otro ser? Y esto puede
ocurrir durante el acto sexual o mientras dura la magia del
enamoramiento
. Rompemos nuestros límites y morimos en el otro y, por tanto,
de algún modo, como sucede en el amor místico, ese es nuestro sacrificio,
eliminar nuestra individualidad al darnos enteramente a otro ser o ente.
Lo que da alas al erotismo de Bataille es el placer que produce
infringir una prohibición, lo que se conoce también como transgresión. Y
en su ensayo nos habla de erotismo y transgresión desde las sociedades
primitivas hasta hoy día, pasando por la prostitución, la Edad Media, los
místicos, el marqués de Sade…
Tal vez por esto, erotismo y libertad se conjugan de forma distinta,
pues las prohibiciones han suministrado al erotismo su mayor potencial.
Gian Lorenzo Bernini. El éxtasis de Santa Teresa
Entonces, volviendo a nuestro mundo, cabe preguntarse qué nos puede
excitar a nosotros, personas acostumbradas a la desnudez y la pornografía.
Cualquier escena erótica resulta difícil que nos sorprenda, lo que no debía
ocurrir con una mujer del siglo XVIII, educada en un convento y seducida por un
libertino.
Lo mismo sucede en el cine erótico, en el que se cae con
facilidad en un catálogo de prestaciones que tiene más de gimnasia que de otra
cosa, como ocurre con el marqués de Sade, pero sin el sesgo filosófico o
revolucionario de este último.
Una de las salidas es el intento de remediarlo a través de la
estética, y se rodea a la sexualidad en decorados de lujo o encanallados, con
actores de belleza exquisita o lo contrario, para dar a la sexualidad un
concepto «medioambientalista» que intenta transformar en arte lo
erótico
.
Este es también el motivo por el cual hoy día escribir un libro
erótico es mucho más difícil que en el pasado. Antes la lucha era contra la
censura, mientras que ahora es contra el tópico y la generalidad, que, a la
postre, resultan mucho más complicados de sortear con éxito.
Gian Lorenzo Bernini. Apolo y Dafne
Es cierto, casi todo está permitido. O sería más exacto decir que
ahora la permisividad se basa en el consenso de los partícipes. Todo es posible
con el pleno consentimiento y raciocinio del otro que, para concederlo, debe
ser adulto.
Precisamente, los grandes tabús sexuales de nuestro tiempo en las
sociedades occidentales, como la pederastia o el incesto, se
deben a que el otro no está capacitado legal y mentalmente para dar su
consentimiento a ciertas prácticas sexuales.
Las prohibiciones se han trasladado a otros campos y sus fronteras
se encuentran más en ámbitos sociales y políticos. Mientras pierden fuerza
prohibiciones históricas como el aborto y la eutanasia, en
consonancia con una sociedad más laica en Occidente, se desarrollan otras que
nos parecen intolerables como el maltrato animal o ciertas formas de
violencia.
Pero más allá de este lento cambio de límites, lo que resulta
indudable es que el final del siglo XX y el principio del actual nos han hecho
más superficiales y previsibles, en justa consonancia con la mercantilización
de nuestras sociedades.

 

Para encontrar la vía de un nuevo erotismo acorde a estos tiempos, debemos
recuperar una capacidad crítica capaz de entrever entre
los pliegues de la permisividad hodierna. Por eso, un ensayo
como el de Bataille, brillante y lúcido, nos emplaza a ello.
Gian Lorenzo Bernini. El rapto de Proserpina