Caricatura de Marinetti. Pannaggi

 

Maurizio Serra (Londres, 1955), aparte de sus muchos libros publicados, tal como Une generation perdu: les poètes guerries dans L´Europe des anneés 1930 o Les Frères separés: Drieu La Rochelle, Aragon et Malraux face à l´histoire, que le han dado cierta relevancia como historiador cultural de los años 20 y 30, es conocido sobretodo por haber escrito la llamada Trilogía biográfica: Malaparte, vidas y leyendas; La antivida de Italo Svevo y D´Annunzio Le Magnífique, donde se le nota una querencia por estudiar la historia italiana del período de la Gran Guerra y de los años de gestación del fascismo a través desde luego de  D´Annunzio y de Curzio Malaparte por razones obvias, pero también revelando aspectos insospechados en otras figuras que a Maurizio Serra le gusta relacionar y que ciertos prejuicios habidos en el establishment cultural de los años sesenta y setenta, dominados por la izquierda, no es que los negara es que sencillamente no los veía.

Esa revolución conservadora, tan propia de los años ochenta y que comenzó con la revisión de los historiadores en Alemania y que en Francia dio lugar a que en casas editoras como La Table Ronde levantaran un poco el ánimo y comenzasen a vender con cierta sorpresa, por ejemplo, los libros de Ernst Jünger que hasta entonces habían sido adquiridos por unos cuantos happy few que se sentían más few en tanto en cuanto en la calle predominaban con fervor los nuevos mitos surgidos de la Mass Cult de clara influencia norteamericana, con la leyenda de la cultura beatnik y pop y cierta tendencia al orientalismo. Fue, entonces, cuando gracias al revisionismo neoconservador alguno de estos autores preteridos fueron elevados a la categoría de Mid Cult, caso del citado Jünger, pero no sólo eso sino que esta revisión neoconservadora en el fondo estaba inmersa en una revolución cultural gestada antes y que englobó a tirios y troyanos, hasta entonces enemigos irreconciliables, una manera de enfocar la cultura que superaba los enfrentamientos propios de las vanguardias de la preguerra, el llamado posmodernismo que todo lo englobaba en un envoltorio de fina ironía  y cuyo espíritu en el mundo de la política podría resumirse en el homenaje a los caídos en la guerra que protagonizaron François Mitterrand y Ernst Jünger.

 

Maurizio Serra

 

Ahora Maurizio Serra ha publicado entre nosotros Marinetti. Retrato de un revolucionario, en la edición española de la francesa Marinettti et la révolution futuriste, en traducción de Ester Quirós, que ya había traducido la biografía de Italo Svevo y con un prólogo de Juan Bonilla, “Tomarse en serio a Marinetti”, donde se recalca el relativo valor literario del escritor italiano en contraste con su evidente importancia cultural por ser el principal instigador del futurismo. Si el lector quiere hacerse una idea cabal de este aserto lea “El canto del aeropoeta”, poema que Marinetti dedicó a los aviadores japoneses kamikazes y cuyo final a nosotros nos parece chusco cuando está escrito en serio: “ Bombas, más bien bombones, sí, bombones para los glotones hijos del Emperador”, recogido en este libro y que está dedicado a Shinrokuro Hidaka, amigo de Marinetti y embajador de Japón en Roma, del que se reproduce una semblanza que el diplomático hizo de Marinetti ya en Tokio en 1946.

El libro de Serra está dividido en tres partes, “Sobre los modernos bárbaros”; “Marinetti, la Gran Guerra y la revuelta futurista” y “Marinetti, Lewis y otros indomables” y en realidad hace que el lector se haga una idea del ambiente de las vanguardias en los años veinte y treinta y que prefiguraron la Guerra Civil que devastó Europa entre los años 40 y 45, remate apocalíptico de la carnicería habida entre el 14 y el 18, y que la figura de Marinetti aparezca entre ellas recalcándose entre otras, como la de Wyndham Lewis, aunque hay que decir que todo ello está atado con palillos ya que la tercera parte, la importancia de Lewis se iguala a la de Marinetti cuando Serra analiza ciertas obras del británico, desde The Man in the World a Time and Western Man pasando por Men without Art y culminando en The Hitler Cult donde llega a pensar que el líder alemán es en el fondo flor decadente y producto de aquello que dice combatir. Fina conclusión que no sólo se podría aplicar al Führer germánico sino al fracaso que las vanguardias llevaban ya implícitas en su seno y que no era otro que la adecuación de las élites a la nueva realidad, es decir, la de saberse que el continente ya no es la dominadora del mundo y cuya consecuencia desastrosa fue el suicidio de esa Europa que se intuía ya incapaz. 

Serra, pues, enmarca a Marinetti en ese ámbito más general por lo que no deberíamos pensar que nos encontramos aquí ante una biografía del italiano, ni siquiera ante un libro sobre el futurismo sino de una valoración de Marinetti y del futurismo dentro de un contexto más amplio.

 

 

Cinco preguntas a Maurizio Serra:

 

¿Cuál ha sido el motivo de escribir este libro?

Escribí este libro expresamente para el público español e internacional para tratar de explicar la complejidad política y cultural de la revuelta futurista, un fenómeno que fue el iniciador de las vanguardias del siglo XX.

¿La modernidad del siglo XX comienza con el futurismo?

Nacido oficialmente en 1909, el futurismo precedió al dadaísmo, el supretamismo ruso y al surrealismo. Pero no se trata sólo de la diferencia de unos pocos años. Marinetti y sus seguidores entendieron que el Novecento (especialmente en la primera mitad) sería el siglo de todas las innovaciones y experimentos.

¿Cómo influyó la Primera Guerra Mundial en el futurismo?

El futurismo proclamaba que la guerra representaba la resurrección de la humanidad, pero era un enfoque en gran medida metafórico. Sin embargo, en 1914-15 los futuristas se enfrentaron a los imperios centrales (Alemania, Austria-Hungría, Turquía y la Rusia zarista), que representaban el mundo de ayer.

¿Podríamos decir que, de alguna manera, el futurismo fue la nueva cara del romanticismo en el siglo pasado?

El futurismo exaltó la técnica, la modernidad, la belleza de un motor frente a la victoria de Samotracia y el deseo de bombardear la laguna de Venecia. Pero la base de su pensamiento seguía siendo profundamente romántica, si queremos ese romanticismo negro postbaudeliano que volveremos a encontrar en España con la generación del 98.

¿Marinetti, como artista, sigue siendo actual?

La producción de Marinetti fue demasiado abundante, fragmentaria y desigual. Pero al igual que Tzara, Apollinaire o Breton, no sólo fue un animador sino, en sus mejores obras, un verdadero y auténtico poeta europeo.

 

 

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