El buen soldado, es una novela escrita por el inglés Ford Maddox Ford y publicada por vez primera en 1915. Cuenta la historia de dos matrimonios, formados por el estadounidense John Dowell, que a su vez es el narrador de la historia, y su mujer Florence, y del capitán inglés Edward Ashburnham (el «buen soldado» del título) y su esposa Leonora.
Los dos matrimonios son amigos y se encuentran en un balneario de Nauheim, Alemania, donde el capitán inglés y la mujer del americano, Florence, están siendo tratados de una enfermedad del corazón. El escenario es muy apropiado para la historia que se nos cuenta, entre extranjeros ricos que detienen sus vidas en estos lugares que tienen algo entre fantasmal y decadente, y que florecieron en Europa antes y después de la Primera Guerra Mundial. Sitios donde las enfermedades son lentas y envolventes, y las horas transcurren entre ritos y paseos con sombrero, guantes y bastón.
Mediante distintas escenas retrospectivas pronto descubrimos que nada es como parece y que la verdad se podría resumir en que un norteamericano rico y honesto se casa con mujer, Florence, que finge estar enferma del corazón y que desde hace nueve años mantiene una relación con su mejor amigo, el capitán Edward Ashburnham, que a su vez está casado con una mujer que no es tan perfecta como da a entender, Leonora. Esta última, gracias a sus manejos, conseguirá de una forma indirecta neutralizar a los dos amantes y que todo regrese a un orden natural donde no tendrá que soportar las constantes infidelidades del marido.
La mujer de Dowell se suicidará cuando se da cuenta que está a punto de perder el marido y el amante, gracias a los manejos de Leonora. Pero acorde a esos tiempos pocos exhibicionistas, lo hace de una forma discreta, como si se hubiera equivocado en la dosis de un medicamento para el corazón, lo que permite al marido salvar la cara.

Ford Maddox Ford jugando al solitario. Stella Bowen, 1927
Dowell nos sigue contando que Edward tiene diversas aventuras sentimentales de altos y bajos vuelos que acaban costándole una fortuna entre regalos y pagos de chantajes, momento en que su mujer aprovecha para tomar el control financiero de su matrimonio y hacer frente a sus deudas.
De esta colección de amoríos de Edward el más importante es el que tiene con una joven de una familia desestructurada. Edward no quiere aprovecharse de ella y está dispuesto a que se vaya a la India y se reúna con su padre, algo que la joven no quiere porque su padre abusó de ella.
Leonora, siempre dispuesta a zancadillear a su marido para mantenerse a flote, le ofrece el divorcio para que se pueda casar con su nuevo amor. Pero antes le cuenta a la joven algunos asuntos poco favorables de cama y vida de su marido, el capitán inglés, y así destruir la visión romántica que la joven tiene de él.
Falsos enfermos de corazón, Edward y Florence son los dolientes imaginarios que persiguen sus fantasías amorosas y tienden a enamorase con excesiva frecuencia. Y en el duelo entre la mujer infiel y la fiel gana esta última porque es más fuerte y juega con mayor frialdad, lo que incluso le permite lograr un nuevo triunfo matrimonial.

Escena de la película The good soldier. Dirigida Por Kevin Billington. Reino Unido, 1981
«Leonora era muy feliz» es la última frase de la novela. La primera es la “la historia más triste que he oído nunca”. Entre medias de estas dos frases se despliega un juego de espejos donde el capitán inglés termina por reconocer su derrota y actuar en consecuencia.
Pero la verdadera historia no reside en los descubrimientos que el yo narrador, el poco fiable e ingenuo John Dowell, hace poco a poco, sino en el laberinto que recorremos de aparentes tranquilos paseos ajardinados y que nos mandan señales que no captamos de inmediato, como le sucede al narrador John Dowell.
La novela de Ford Madox Ford nos inquieta y, a veces, nos acerca al tormento insoportable que en alguna ocasión hemos sufrido en nuestro interior por alguien. La trampa de su novela no se encuentra en las falsas apariencias sino en la necesidad que tienen algunas personas de creer en otras para justificar su vida.