Recopiladas y traducidas por el escritor Javier Calvo se publica en la editorial Aristas Martínez el primer volumen de la correspondencia de H.P Lovecraft, titulada Escribir contra los hombres. Cartas (I). La edición contiene material inédito que todavía no se ha publicado en Estados Unidos. En el prólogo, Calvo avisa que se calcula que Lovecraft escribió alrededor de cien mil cartas a lo largo de su vida desde los años diez hasta su muerte en 1937, por lo que su correspondencia viene a ser el 99% de su producción literaria.
Dirigidas a amigos, familiares, editores y otros escritores, como Clark Ashton Smith, Robert E. Howard o Frank Belknap Long, proporcionan información sobre la vida y el pensamiento de Lovecraft. También son una fuente importante para entender su obra literaria. En muchas de las cartas, Lovecraft discute sus historias y su proceso de escritura, y ofrece críticas y comentarios sobre la obra de otros escritores.
En una carta dirigida a Clark Ashton Smith, Lovecraft expresa muy claramente su postura sobre el ocultismo y lo sobrenatural:

Lovecraft por Mike Mignola
Nunca he profundizado en el estudio del ocultismo formal, porque siempre he pensado que la ficción fantástica es más eficaz cuando evita las supersticiones y fórmulas más trilladas de los cultos populares. De hecho, soy un materialista absoluto en lo que a creencias verdaderas se refiere y no tengo ni un ápice de fe en ninguna forma de lo sobrenatural: religión, espiritismo, trascendentalismo, metempsicosis o inmortalidad.
¿Por qué entonces su interés por estos temas?
Puede ser, escribe más adelante, que de las tendencias actuales de ese puñado de ocultistas pueda hacerme una idea más clara acerca de qué consiste. Entonces, Lovecraft reconoce que a menudo ha pensado en comprar alguno de los trastos que se venden en una librería especializada de la calle Cuarenta y seis. El problema es que cuestan demasiado para su maltrecha economía.
Refiriéndose al relato El horror en Red Hook, Lovecraft confiesa que se había basado únicamente en la entrada ‘magia’ contenida en la novena edición de la Enciclopedia Británica, debido a su desconocimiento de la literatura sobre el tema. Por eso le pide a Smith que le envíe una lista más o menos breve de libros sobre magia -especialmente antigua y medieval- en inglés o traducidos al inglés.
Los textos leídos a lo largo de los años proporcionarían a Lovecraft innumerables oportunidades creativas que acabaron en sus obras. En otra carta escribe que ha digerido un texto de gran interés por las percepciones y antecedentes que le puede proporcionar, y que le ha introducido en el ciclo mítico de Atlantis-Lemuria, según los modernos ocultistas y charlatanes teosóficos.
Curiosamente, no parece que Lovecraft tuviera mucha consideración por la teosofía.
Algunas versiones de estos relatos, escribe Lovecraft, hablan de una “ciudad perdida con puertas de oro” y que los monstruos informes de la antigua Lemuria están llenos de sugerencias fantásticas: Ojalá tuviera más de este material, escribe. El libro que ha leído es The Story of Atlantis and Lost Lemuria, de W. Scott Elliott.
En otra carta, Lovecraft habla de la teoría sobre la existencia de la Atlántida, y sostiene que los teóricos más estrafalarios intentan demostrar que Europa y América fueron colonizadas por pueblos que emigraron de la Atlántida perdida, pero él duda mucho que se pueda hablar de un continente atlántico salvo en épocas muy anteriores a la aparición del hombre.

H.P. Lovecraft según David Levine
El universo de ficción de Lovecraft se basa en la idea de que la Atlántida fue una civilización tecnológicamente evolucionada, que había extendido su influencia en el mundo, y que desapareció a mediados del noveno milenio antes de Cristo, tras una larga guerra contra la civilización que poblaba el continente de Mu.
En una carta escrita a Robert E. Howard (el creador de Conan el Bárbaro) confiesa que el ciclo mítico de Cthulhu es una invención sintética suya, a la manera de Lord Dunsany.
En otra dice que cuando tenía unos dos años, le enseñaron la leyenda de Papá Noel y la Biblia que aceptó pasivamente, sin criticarlas, pero sin hacerlas suyas. En los años siguientes, su fantasía se enriqueció con los cuentos de hadas de los hermanos Grimm y Las mil y una noches. Una vez cuando era niño se dedicó a coleccionar objetos de arte y jarrones orientales, proclamándose musulmán e inventándose el seudónimo de «Abdul Alhazred», el autor del mítico Necronomicón que incluyó en más de un relato.
El escritor vivía con dos tías en una vieja casa de Providence. Las paredes de su estudio estaban empapeladas de libros, en su mayoría de literatura fantástica o de terror, pero él no se consideraba un coleccionista. Aunque poseía una máquina de escribir, apenas la utilizaba, prefería escribir a bolígrafo de noche para luego dormir hasta la hora de comer. Todo un personaje H.P. Lovecraft que esta correspondencia bien traducida y mejor seleccionada nos ayuda a conocer mejor.