Galahad y el Grial. Edwin Austin Abbey, 1895

 

El mito del grial ha llegado hasta nuestra época con la fuerza de una historia poderosa que admite múltiples interpretaciones con el común denominador de la importancia de la búsqueda en la vida humana. En su origen nace cuando José de Arimatea lleva la copa de la última Cena con la sangre de Cristo crucificado a Inglaterra y la esconde. La copa tiene poderes mágicos y milagrosos y este es el grial que buscan los caballeros del Rey Arturo en el ciclo de leyendas artúricas. Su carácter de leyenda heterogénea le ha ayudado para llegar hasta nosotros de la mano de la novela, el cine, la música o el comic, aunque en lo formal poco tengan que ver entre sí, como puede ser el caso del wagneriano Parsifal con la película de John Boorman Excalibur.

La medievalista Victoria Cirlot (Barcelona, 1955), que ya había estudiado en Grial. Poética y mito (Siruela) este mito en profundidad, regresa ahora con seis breves ensayos acerca del mismo asunto pero desde otra perspectiva y titulados Luces del grial. Publicado por la editorial barcelonesa Alpha Decay, el libro está adornado con numerosas ilustraciones de los manuscritos vistos por la autora de las novelas artúricas y en especial sobre el iniciador del mito literario del grial, el francés Chrétien de Troyes. Este poeta que estuvo al servicio de varias cortes, vivió entre 1150 y 1190 y escribió varias novelas de la saga artúrica.

Todo este mundo distante en el tiempo y mentalidad, puede parecernos que su interés se limita a lo histórico cultural, salvo tomar la veta ocultista o mágica y perderse en los laberintos de un supuesto conocimiento oculto.

Victoria Cirlot no hace una lectura aggiornata del mito en Luces de grial ni cede espacio a misterios ocultos, si no que desde su conocimiento nos habla de lo que siempre interesa a la persona. Así, en el breve y hermoso primer ensayo dedicado a la visión del manuscrito T en la Biblioteca Nacional de Francia, Cirlot nos cuenta la experiencia de ver este manuscrito del siglo XIII. Lo ha pedido por razones estéticas no científicas. En concreto para contemplar las hermosas miniaturas que lo acompañan. Al ir pasando las hojas de este manuscrito único, fechado entre 1250 y 1270, además de las maravillosas miniaturas, aparecen anotaciones de sus muy antiguos propietarios, o inclusiones de los copistas sobre otros propietarios y cuestiones.

Entonces cabe preguntarse de un conde muerto en una antigua batalla a una lista de capones para comer en Navidad, sin olvidar el texto de fondo sobre el mito del grial. La contemplación de las miniaturas nos ilumina no solo con el mito del grial sino con la vida misma.

En la novela artúrica la esencia es el combate entre dos caballeros o de un caballero en contra de sortilegios y fuerzas sobrenaturales para lograr su objeto de deseo, que tiene mas que ver con la transformación interior que exterior. El propósito es liberar el mundo del mal gracias al papel civilizador de todo héroe.

En cuanto al grial, como reliquia, posee propiedades milagrosas y mágicas, como ser capaz de curar heridas mortales o enfrentarse a grandes peligros. Aunque vinculado a la liturgia eucarística cristiana, el grial es un objeto imaginado mas que visto. Y en este juego de verse y ocultarse resalta su lado mágico y despierta en nuestro interior realidades invisibles.

La riqueza de todo el ciclo artúrico nos hace repensar nuestro presente. En el Parzival de Wolfram von Eschenbach (Eschenbach, Alemania 1170–1220) se relata el combate entre el cristiano Parzival y el pagano Feirefiz, que resultan ser hermanastros aunque ellos no lo sepan.

En el curso del encarnizado combate, la espada de Parzival se rompe en el yelmo de Feirefiz y el combate se interrumpe. Los ensangrantados y fatigados caballeros hablan de su identidad y el pagano le dice su nombre. Parzival descubre que es un Anjou como él, y siempre escuchó decir que tenía un hermano pagano. Entonces le pide que descubra su rostro del que conoce sus características y comprende que es su hermano. Los dos caballeros se abrazan y ponen fin a su combate. La espada rota ha impedido el fratricidio y el perdón se impone a la venganza. Como escribe Victoria Cirlot en la conclusión de su bonito libro, el rostro desnudo, la espada rota y un grial invible son tres emblemas sobre los que reflexionar.

 

 

Victoria Cirlot nos habla de su libro

 

¿Cuál es el manuscrito de los que has visto y estudiado que más te ha impresionado desde un punto de vista estético y por qué?

En el primer capítulo de mi libro hablo justamente de lo que ha significado para mí poder ver en la Biblioteca Nacional de Francia el manuscrito T que contiene “El Cuento del Grial” de Chrétien de Troyes y las cuatro continuaciones, además de otros textos. Lo planteo fundamentalmente como una experiencia estética, y además como una necesaria aproximación al soporte literario en la Edad Media que proporciona un conocimiento más real del texto medieval frente al que puede proporcionar su lectura en una edición moderna.

¿A qué atribuyes que la leyenda del Santo Grial siga despertando interés hoy día no sólo entre especialistas y estudiosos sino también en el cine, la novela y la música?

Con toda probabilidad se debe a que forma parte de nuestra tradición cultural, a que es parte decisiva de nuestro patrimonio. La poética del Grial, en tanto que elaboraciones del mito, contiene significados y enigmas que siguen inquietándonos y en los que buscamos respuestas a cuestiones no resueltas.

¿Qué tipo de objeto en concreto era el grial?

Por lo general, el grial reviste la forma de una copa o de un plato, aunque más que un objeto, es un símbolo. Hay una obra, el “Perlesvaus o El alto libro del grial”, de principios del siglo XIII en que se dice que el grial se le apareció al rey Arturo y que lo hizo en cinco ‘maneras’ diferentes, siendo una de ellas la del cáliz. En la poética del grial, el grial despierta las facultades visionarias: más que ver el grial de lo que se trata es de ver el cuerpo de Cristo que aparece no en una realidad material y física, sino en lo que con Henry Corbin podríamos denominar el ‘mundus imaginalis’.

 

¿Se puede decir que la búsqueda del grial es una búsqueda espiritual?

En efecto, la “queste” del grial es una búsqueda espiritual. En ningún momento los textos medievales plantean que el grial sea un objeto a conquistar. En los primeros textos (1180-1200) la búsqueda plantea un problema de conocimiento, mientras que en una etapa inmediatamente posterior (1200-1230) la búsqueda tiene que ver con la visión, en concreto con ‘la visión abierta’, es decir, con la visión de lo invisible.

Si el grial tiene que ver con el amor, ¿a qué tipo de amor se refiere?

En el simbolismo tradicional, la copa es análoga al corazón, de modo que el grial tiene que ver con el sentimiento. El grial no tiene que ver con el amor erótico, pero sí puede ser compatible con el amor terrenal, como por ejemplo pensó Wolfram von Eschenbach. Según otros autores, el grial excluye el amor terrenal para orientarse claramente hacia el amor místico.

¿El origen de la novela de aventuras se encuentra en Chrétien de Troyes?

Sí. Chrétien de Troyes pensó la aventura como el plano existencial propio de la caballería. Sus personajes se someten a la ética del acontecimiento, es decir, de la aventura, pues aceptan todo aquello que les ‘adviene’, y no a una ética de la acción, propia del género épico.

¿Hay alguna vía de conocimiento que nos puede enseñar el grial?

Más que una vía de conocimiento específica, el grial plantea la vida como búsqueda, como pregunta (el concepto ‘queste’ (búsqueda) en francés antiguo procede del ‘quaerere’ (preguntar) latino.

Si la miniatura es la luz del manuscrito, como afirmas en tu libro, ¿se puede hablar en algún modo de la importancia de la imagen sobre el texto en aquel tiempo?

Lo decía Ivan Illich, y tiene que ver con el color que inunda la miniatura que es una ‘iluminación’. ‘Iluminar’ un texto es ilustrar un texto. No creo que en el manuscrito medieval sea superior la imagen al texto, sino que ambos, imagen y texto, constituyen una unidad indisoluble.

Como gran conocedora de la cultura de la Edad Media, una época muy distante y diferente de la actual, ¿crees qué nos puede deparar alguna enseñanza para nuestro presente?

Si no lo creyera, no me dedicaría a la cultura medieval, ni a sus textos o imágenes. Me parece fundamental que establezcamos diálogos con el pasado, que nos confrontemos con sus obras y que continuemos formulando las preguntas que nos interesan en la actualidad a las obras del pasado. Hay que encontrar lo nuevo en lo antiguo y la Edad Media ofrece incesantemente novedades para nuestro presente.

 

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