El primer logro de un libro es ser leído y que no duerma el sueño de los justos en un estante una vez comprado, al igual que el de un perro es tener dueño. Nada más penoso que un perro abandonado o un libro sin ser leído. El segundo éxito consiste en despertar en el lector el interés suficiente para buscar otras lecturas que ahonden en lo que acabamos de conocer, ya que un volumen está emparentado con otros libros, bien por el asunto que trata, bien por los personajes…

El filósofo y crítico de arte José María Herrera publicó en 2019 “Los archivos de Alvise Contarini” (Fronterad, 2019) y del que acaba de editarse la tercera edición. Su libro tiene como eje la ciudad de Venecia, un empeño nada fácil. Como escribe Eduardo Lago en el prólogo de esta edición, “aterra pensar en la bibliografía que ha generado la ciudad, y en la osadía que supone sumarse a ella con una nueva aportación”. Sin embargo, coincidimos con Lago que este libro “logra la proeza de decir algo nuevo de manera distinta”.

¿Cómo lo consigue? Al leerlo se ve enseguida que domina el asunto del que trata hasta alcanzar la sabiduría en la materia. Después de leerlo ojeo la solapa y veo que entre otros libros publicados ha escrito uno titulado: Venecia galante.  

Si hubiera que hacer una cronología de “Los archivos de Alvise Contarini” diremos que versa sobre la ciudad de la laguna desde el Renacimiento hasta su final como Estado en 1797 frente a Napoleón. Lo hace a través de una serie de historias distintas, conectadas a través de diferentes músicos, artistas y otros personajes. Pero no es un libro de historia, ni tampoco un ensayo en sentido estricto, ya que también posee una parte de ficción, pequeñas biografías, anécdotas curiosas y datos poco conocidos.  

 

Entrada al Gran Canal cerca de la punta de la Dogana y Santa María de la Salud. Canaletto, 1730-1745.

 

El riesgo de estas carambolas es perderse por laberintos que tocan muchos asuntos que a la postre dispersan al lector. Sin embargo, José María Herrera embrida bien las distintas piezas a través de un personaje que representa la continuidad entre el pasado de las antiguas familias patricias venecianas, de las que procede, y el presente. Se llama Alvise Contarini.

Históricamente hubo un Alvise Contarini que fue Dux de Venecia en los tiempos de esplendor. Ahora es un hombre de múltiples saberes y estudioso de su ciudad. Un tipo que husmea en los archivos históricos de Venecia y al que no le gusta ser considerado un intelectual. Ya mayor, vive mas en el pasado porque como veneciano es consciente de que carece de futuro. ”Nuestros deseos, nuestras esperanzas y sueños están en el pasado, un pasado perfecto. Fuimos una nación que jugó durante mil años un papel en los destinos de Occidente y que un día quedó desconectada de la Historia”, dice.

El narrador lo conoce a raíz de una visita que hace a la ciudad para investigar la estancia de Ortega y Gasset en Venecia. Allí conocerá de forma casual a Contarini, aparte de mantener un lance amoroso con una misteriosa dama. Tras el fallecimiento de Contarini y después de una serie de extrañas circunstancias, a raíz de una beca, el narrador decide realizar un estudio sobre la escasa obra del veneciano que se resume en unos cuantos artículos, conferencias, lecciones, una entrevista y dos cuadernos que le envían de forma anónima, como corresponde a un hombre al que le gustó jugar el papel del sabio oculto.

Empezamos a leer con cierta precaución los textos de Contarini, pues no sabemos que terreno narrativo pisamos y donde nos conducen estos trabajos y estudios. Pero enseguida descubrimos pequeñas maravillas. Porque si Venecia como paisaje geográfico y humano es muy seductora no le queda a la zaga su faceta artística y Herrera sabe destacarlo.

 

El suicidio de Cleopatra. Guido Cagnacci. 1645-1655

 

Una conferencia de Alvise Contarini sobre el pintor Carpaccio nos enlaza con un cuadro suyo titulado “La visión de San Agustín”.  El compositor Antonio Caldara y la pasión de la carne o la María Magdalena del pintor Cagnacci… Tiziano ayuda al empeño de su amigo, el emperador Carlos V, de celebrar su funeral en vida. Seguimos a músicos como Albinoni, Vivaldi, Claudio Monteverdi, o la también compositora y cantante Barbara Strozzi… Poetas como Lorenzo Da Ponte, libretista de tres óperas de Mozart y amigo de Giacomo Casanova que como escribe Contarini en una carta a un amigo a propósito del seductor, “los venecianos han comprendido que el erotismo constituye una de las características distintivas de la ciudad, los mismo que los canales y las góndolas… No es la ciudad del amor, como dicen las guías turísticas, sino la ciudad de Venus. Son cosas diferentes”. 

¿Qué nos cuentan estos trabajos de Alvise Contarini? Nos hablan de Venecia, si, pero desde la óptica de una ciudad abierta al mundo que trata de explicarse. Como dijo la poetisa y cortesana veneciana Verónica Franco, que ya clamaba en el siglo XVI por la igualdad de los sexos, “Venecia es una ciudad que solo puede ser comprendida una vez vista y esto con dificultad”.  

En este libro se nos explica la ciudad de la laguna desde un lado distinto, como si estuviéramos en un baile de máscaras de carnaval. Entonces descubrimos historias y personas, ideas y anécdotas que aparecen y desaparecen como perlas ensartada en un collar de muchas vueltas que adornan sus perfiles.

José María Herrera nos ha contado lo que él descubrió hace tiempo: que el mundo fue Venecia y que la erudición no está reñida con el entretenimiento. Ahora toca encontrar a los parientes cercanos de este libro para seguir disfrutando de un mundo y unas épocas fascinantes.

 

 

 

 

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