La novela del escritor argelino Bouamel Sansal (Argel, 1949), “2084, el fin del mundo”, (…)
acaba de ser publicada en Francia por la editorial Gallimard y es una distopía sobre el fundamentalismo islámico de gran interés, teniendo en cuenta quien lo ha escrito, y en un país en el que la sensibilidad acerca de este preocupante fenómeno no deja de crecer día a día, en parte debido a los numerosos atentados terroristas efectuados por islamistas radicales, el último de los cuales lo intentó el pasado viernes un marroquí en el tren París-Amsterdam, y que no pudo llevarse a cabo gracias a la reacción de dos marines norteamericanos que viajaban en el convoy.
La novela tiene un aire orwelliano y ocurre en el califato de Abistán, encabezado por Abi, el representante del único Dios existente en la tierra. En este imperio sólo se habla el “abilang” y se reza nueves veces al día. La Fraternidad de la Justicia, una congregación compuesta por los 40 creyentes mas piadosos, indican la línea a seguir ayudados por una policía religiosa y una justicia despiadada.
acaba de ser publicada en Francia por la editorial Gallimard y es una distopía sobre el fundamentalismo islámico de gran interés, teniendo en cuenta quien lo ha escrito, y en un país en el que la sensibilidad acerca de este preocupante fenómeno no deja de crecer día a día, en parte debido a los numerosos atentados terroristas efectuados por islamistas radicales, el último de los cuales lo intentó el pasado viernes un marroquí en el tren París-Amsterdam, y que no pudo llevarse a cabo gracias a la reacción de dos marines norteamericanos que viajaban en el convoy.
La novela tiene un aire orwelliano y ocurre en el califato de Abistán, encabezado por Abi, el representante del único Dios existente en la tierra. En este imperio sólo se habla el “abilang” y se reza nueves veces al día. La Fraternidad de la Justicia, una congregación compuesta por los 40 creyentes mas piadosos, indican la línea a seguir ayudados por una policía religiosa y una justicia despiadada.
Y por supuesto, las mujeres están cubiertas de los pies a la cabeza y en los estadios, después de la oración del jueves, se efectúan las grandes ejecuciones.
Claramente inspirado en el Estado Islámico, el escritor argelino habla del islamismo como de una terrible infección y reconoce la influencia orwelliana en el sentido de que todo sistema totalitario, como en el pasado lo fueron el nazismo y el comunismo, tiene la necesidad de sacralizar su ideología para neutralizar cualquier crítica, aparte del culto a la personalidad del líder, crearse un enemigo mítico y poderoso, reforzar su autoridad con la violencia y transformar la condena a muerte en un ritual religioso, mientras el pueblo es reducido a un rebaño de ovejas.
Sansal reconoce también la influencia del escritor Ray Bradbury y de su Fahrenheit 451 que enseña la importancia de la memoria y del imaginario social en las sociedades para detentar un poder absoluto.
En cambio, es crítico con la novela Sumisión de Michel Houllebecq ya que, según él, forma parte de una corriente de opinión que tiene miedo del crecimiento del islamismo en Francia pero sin analizarlo en profundidad.
El protagonista de la novela, que busca elcamino del conocimiento a través de una investigación muy peligrosa, es una mezcla de Ulises y Don Quijote. Entre la verdad y la Quimera, la distancia es a veces tan sutil que se confunden.
Para Sansal, los creyentes, los ateos y los laicos tienen el mismo derecho a existir y aspiran a cumplir sus sueños y ambiciones en un clima de paz y entendimiento. “El problema consiste en como impedir que unos intenten imponer sus creencias a los demás. La democracia y el laicismo no son suficientes para garantizar la coexistencia».
Condenado por una fatua de Hamás por participar en un festival literario en Jerusalén, asegura que la mayoría de los musulmanes creen en los valores de la democracia. Mas que a los extremistas de su país, pues el escritor vive en Argelia, Sansal teme a los intelectuales argelinos que viven en Europa o a ciertos círculos europeos, que para lavar su conciencia, el miedo o complacer el Emir de Qatar le atacan por lo que ellos ven como islamofobia o un problema inexistente.
2084. El fin del mundo.
Gallimard, 288 páginas