Foto de Ben Sandler |
Todo lector conduce un vehículo de distinta cilindrada y modelo según sus gustos y aficiones librescas. Las mías son la narrativa, el ensayo y los libros de historia. Con esto no quiero decir que excluya otros géneros y estilos, pues hay libros de géneros muy distintos que aciertan en nuestro gusto y sensibilidad de lector y otros no, sin que en la mayoría de las veces implique un juicio de valor al ser la subjetividad del lector el que determina la empatía con el libro leído y que si, nos gusta, solemos recomendar a lectores afines a nuestros gustos. Tal vez esta sea una de las claves del éxito del «boca oreja» de un libro entre los lectores.
La poesía, de la que no soy un entendido, es un género que leo menos o, volviendo al simil automovilístico, digamos que al conducir, de cuando en cuando, hay que echar un ojo al espejo retrovisor por si acaso quieres realizar cualquier maniobra. En cambio, los poemas son buenos te hacen sentir algo que solo lo consigue la poesía.
Por eso traigo aquí “Vida secreta” de Javier Rodríguez Marcos, del que confieso no haber leído ninguno de sus anteriores tres libros de poesía, llevado un poco por la curiosidad de la lectura veraniega de un libro al que apenas conoces, pues siendo como es un periodista cultural se puede argüir que goza de ciertas ventajas que no están al alcance de otros poetas y lo dice alguien que conoce el paño porque también es periodista.
Si el libro de Javier Rodríguez Marcos no me hubiese gustado, con guardarlo en el armario metálico del cuarto trastero donde duermen el sueño de los justos (o injustos) los libros que no me han gustado, nada hubiese ocurrido. Además, insisto frente a los doctores y autoridades varias de las que está repleto el mundo literario, el único juez verdadero para un libro siempre ha sido y será el tiempo.
“Vida secreta” me ha gustado, creo sinceramente que es un buen libro de poesía, y por eso lo traigo a estas páginas e intentaré explicar los motivos.
Estilíscamente (ya he dicho que soy profano en la materia) tiene la agilidad de la letra de una canción con la complejidad de llegar a lo profundo de un asunto de una forma breve y contundente, para hablar de la materia, lo tocable y cruzarlo con lo invisible de una manera muy seductora (léase el poema In memoriam).
Pero antes de seguir, si hubiera de resumir brevemente “Vida secreta”, diría lo que el autor nos cuenta en la entrevista que sigue a continuación, que se trata de unas “memorias liricas sin demasiado lirismo”. Yo añado que van desde la infancia a un presente y donde el elemento clave es el pasado mientras que el presente y el futuro olvidan su carácter temporal, pues el presente es devorado por el pasado y el futuro es una duda permanente.
Pero no es una poesía intelectual, ya he dicho que puede ser un buen punto de partida para la letra de una canción, aunque tenga su carga de profundidad y nos hable de cosas que nos atañen, porque este poeta de cuarenta y pico años sabe que aunque todavía queda tiempo, le cuesta creer en el mundo y en el futuro, pues como él mismo dice, sus dos mayores características son que es miope desde niño y que duda de todo, por inseguridad. Por eso, en su versos se refleja la ansiedad de una espera que le inquieta y deposita su esperanza en una realidad que es mas bien irreal, y que lo define muy bien la cita inicial de su libro del poeta inglés Robert Browning:
“Nos interesa el límite peligroso de las cosas.
El ladrón honrado, el asesino sensible,
el ateo supersticioso.»
Pero el ladrón no suele ser honrado, ni el asesino sensible, aunque si es cierto que el ateo puede ser supersticioso. Y tal vez por eso, como dice Rodríguez Marcos en el poema “Preguntas a Guillermo Kuitka”
…Soy un hombre aturdido
que tiene miedo. Todo
irá bien. Eso es todo
lo que debes decir.
Y ahora dejamos al autor responder a nuestras preguntas:
-Si tuviera que definir tu libro de poemas y buscar un simil para explicarlo a alguien que me preguntase por un libro de poesía bueno de un autor de ahora, le recomendaría el tuyo diciéndole que se trata de una especie de vía crucis laico en cada cada poema es como una estación que se detiene en un tiempo que va desde la infancia hasta el presente. ¿Estarías de acuerdo o crees que es un despropósito?
Valdría, aunque vía crucis es un poco duro. ¿Puede ser fotonovela? En el fondo es como una colección de estampas, como unas memorias digamos líricas pero sin lirismo. O sin demasiado lirismo.
– ¿Piensas que tu libro crece a lo largo del texto en hondura sin extenderse en páginas, lo que le proporciona un carácter biográfico esencial aunque difuminado en sus detalles más concretos?
Si los detalles fueran demasiado concretos sería prosa o poesía prosaica. No tengo nada contra el prosaísmo, pero trato de que los poemas funciones como impresiones, o como canciones, más por sugerencias.
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Sil Life. Foto de Ben Sandler |
-Si en un principio predominan lo material y los sentimientos mas primarios, luego se abre camino a otro tipo de profundidades hechas de dudas, creencias y malestares, lo que le abre a un cierto “envejecimiento”. ¿Es algo intencionado?
No es intencionado sino más bien una obsesión. Uno no elige los temas porque las obsesiones no se dejan elegir. Mis dos mayores características son que soy miope desde niño y que dudo de todo, pura inseguridad. Ni de lo que tengo delante de mis ojos me fío. Mucho menos, de mis juicios sobre las cosas.
-¿Tiene importancia en tu poesía el tiempo? Si es así, ¿en tu presente o en tu pasado?
Mucha importancia. Creo que no hablo de otra cosa. En este libro, más; por lo que tiene de mirada al pasado, aunque sin nostalgia. Eliot decía que la poesía nace donde se cruzan la eternidad y el tiempo, pero yo no creo en la eternidad.
-Hay dos poetas que citas en tu libro, Juan Antonio González Iglesias y Robert Browning, ¿podrías explicar las razones de ello?
El primero porque me parece el mejor poeta español vivo. Su libro ‘Esto es mi cuerpo’ es un requeteclásico para mí.
El segundo porque la cita es un perfecto autorretrato para mí. También valdría la última estrofa de este fandango de Manolo el Malagueño:
Nunca es negra la blancura
Ni la luz oscuridad
Nunca es negra la blancura
Lo incurable no se cura
No hay en lo bueno maldad
Ni hay en lo indudable duda
En busca de una quimera
Mi vida voy consumiendo
En busca de una quimera
Mi locura es una hoguera
Estoy por dentro muriendo
Y estoy viviendo por fuera
Yo quisiera contemplar
En la usura la largueza
Yo quisiera contemplar
En lo impuro la pureza
Y en lo malo la bondad
Y en el pobre la riqueza
-¿Es una poesía de interrogación o de explicación?
De interrogación. Ya dije que la duda es mi estado habitual. A veces la poesía te aclara algo sin explicarlo. sobre todo la de los demás.
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Yellow. Foto de Ben Sandler |
-¿Estás de acuerdo que es una poesía deudora de un pasado pero que no cae en el embellecimiento del recuerdo? ¿Y en la nostalgia del paraíso perdido?
Como digo en un poema, si el paraíso es la infancia, el paraíso es un lugar sin agua caliente. No se puede tener nostalgia del agua fría.
-En el poema In memoriam, ¿has pretendido a través de la muerte de un ser querido dar cierto sentido a lo inexplicable de ese sinsentido que es la muerte? (lo digo por la estrofa final)
Dar sentido a la muerte es imposible. Yo no creo en Dios pero sí en la resurrección. Ya sé que es raro, pero es porque en el fondo me gustaría volver a ver, cuando sea, a gente a la que echo de menos. La estrofa final habla de esa sensación de que la vida sigue y de la injusticia que eso supone. Y de la mala conciencia que eso provoca en los supervivientes.
-Me resulta curioso también en el mismo poema que has rehuido de figuras metafóricas comunes en el caso de la muerte, para acabar con una cotidianeidad tuya que niega la muerte como descanso y el trabajo del vivo.
Lo mínimo que puede hacer alguien que escribe un poema es tratar de huir de los lugares comunes, que no producen más que poesía poética. No me interesa.
-¿A tu poesía le gusta mas contar o reflexionar?
-¿Tus poemas confían mas en el pensamiento o en la percepción de las cosas y los sentimientos?
Yo no creo en eso de Unamuno de que siente el pensamiento y piensa el sentimiento. Eso es una manera de colar filosofía en verso. Todo es uno, pura intuición.
-¿Qué sentido tiene hoy día escribir poesía?
El mismo que leerla: ajustar cuentas con uno mismo, consolar, consolarse, entender, entenderse, emocionarse, buscar una verdad pequeña, un minuto de belleza, defenderse, encontrar un lugar en el que uno pueda ser raro, maniático, irracional…
-¿Crees que la poesía tiene lectores que no son poetas?
Sí. Los efectos que produce la poesía los producen, por ejemplo, las canciones. La poesía nació de la música y puede que haya vuelto a ella. A veces hasta hay poesía en los libros de poesía. Y no es nada oscuro, difícil y pedante como creen los que no leen poesía.
-En un mundo que tolera cada día menos lo que carece de valor de cambio, ¿como ves el futuro de la poesía?
-En tu caso, escribir poesía, ¿se trata de una devoción o una terapia?
Una manía, una debilidad. Devoción tengo por la de otros, que es la que me sirve de terapia.
-¿A que se debe tu interés por la arquitectura? Por los libros que has escrito sobre ello veo que te interesa el minimalismo. Esa economía de medios y depuración en los ornamentos que lo caracteriza, ¿tiene alguna influencia en tu poesía?
La arquitectura moderna me empezó a interesar porque mi mujer escribe de eso y ella me ha hecho entenderla. El arte en general siempre me ha interesado. Me emociona más que mucha literatura, con la que soy más exigente y resabiado. Lo del minimalismo fue un asunto casi de sociología del arte. No creo que las categorías puedan pasar de un campo a otro más que por los pelos. Por ejemplo, la deconstrucción en arquitectura no tiene nada que ver con la de Derrida por mucho que muchos se empeñen. Lo mismo pasa con el posmodernismo. El minimalismo es frío y yo trato de que la poesía no lo sea aunque no sea ‘poética’ y florida. Es una forma de huir de la retórica.
-Y por último, veo que escribiste un libro sobre tu experiencia acerca del terremoto de Chile, titulado “Un torpe en un terremoto”, ¿nos puedes contar que fue lo que mas te impresionó de tu experiencia y que hacías allí?.
Iba para cubrir el congreso de la lengua de Valparaíso y terminé de reporter Tribulete. Cosas del periodismo. Lo que más me impresionó fue el modo en que la gente se organizaba espontáneamente para ayudarse. Yo mismo me beneficié de esa ayuda porque la ciudad en la que estaba –Concepción- era un puro caos y una familia me dejó dormir en su jardín.
Javier Rodríguez Marcos
(Nuñomoral, Cáceres, 1970) es autor de Naufragios, Mientras arden y Frágil
(Premio Ojo Crítico de RNE). Además ha escrito los libros de viaje Los trabajos
del viajero y Medio mundo, el relato Nosotros, los solitarios, la crónica periodística
Un torpe en un terremoto, y, en colaboración con Anatxu Zabalbeascoa, Vidas construidas y el ensayo Minimalismos.
(Nuñomoral, Cáceres, 1970) es autor de Naufragios, Mientras arden y Frágil
(Premio Ojo Crítico de RNE). Además ha escrito los libros de viaje Los trabajos
del viajero y Medio mundo, el relato Nosotros, los solitarios, la crónica periodística
Un torpe en un terremoto, y, en colaboración con Anatxu Zabalbeascoa, Vidas construidas y el ensayo Minimalismos.
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