El poeta Pablo Neruda puso título a una obra plagada de versos con ese nombre, España en el corazón. Quizá porque se puede hacer hueco en el corazón de un hombre para que quepa todo un país, y tener que compartirlo con otro país, con otros lugares. Corpus Barga supo también bastante de todo esto. Llevaba Madrid en su corazón, en sus páginas impregnadas de la humedad del tiempo y la distancia instalada en su poderosa memoria, más allá del Atlántico.

Es cierto que su ciudad natal anidaba en su corazón, como el pueblo de Belalcázar corría por su sangre por obra y gracia de su padre, el senador vitalicio Félix García de la Barga y Gómez de la Serna, que nació allí en 1825 (Eulalia Gómez de la Serna y Peña, su madre, tenía una curiosa mezcla de sangre madrileña y mexicana). Corpus debía de volver a Madrid, la ciudad que le vio nacer en 1887. Tenía que volver a sus calles, desde que se alejara de ellas para seguir con su azarosa vida y la de su familia en otra tierra, con la palabra exilio escrita en su frente, con ganas de regresar antes que lo alcanzara la muerte (en Lima, agosto de 1975), pero no pudo ser. La APM (Asociación de Prensa de Madrid) lo nombró socio de honor en mayo de ese mismo año, pero no pudo ser.

Desde que se decidiera por parte del actual equipo de gobierno del Ayuntamiento de Madrid, que gobierna desde 2015, el cambio de nombre de más de 50 calles en la capital de España en cumplimiento de la Ley de Memoria Histórica, surgió el nombre de Corpus Barga como nueva placa que ha de colocarse en alguna fachada de un calle o plaza.

Corpus vuelve de nuevo a resonar en las calles de Madrid, aunque solo sea para no tener que obligar al mundo a dirigirse a él como Andrés García de la Barga y Gómez de la Serna, ya de por sí extenso, alargado como su propia figura. Frente a cualquier recurso de determinada Fundación que intenta paralizarlo, se dicta sentencia para que su nombre, junto a otros, quede galvanizado en una placa, y dicha placa quede por decisión municipal instalada en una plaza, en el corazón del barrio de Vallecas, en Madrid.

 En este año a punto de cerrar sus cremalleras (al que apenas le quedan un par de meses de vida), y ya que el nombre de Corpus Barga está instalado orgulloso en varias placas que coronan una plaza en el distrito de Vallecas, concretamente en la zona del Puente de Vallecas, muy cerca del estadio del Rayo Vallecano, se decide que Corpus bien vale un homenaje por parte de su ciudad natal, Madrid que se celebró el 24 de octubre pasado. Y teníamos que estar allí, teníamos que viajar desde Belalcázar su alcalde y yo para estar allí, porque una vez que te has sumergido en la vorágine de sus páginas y enredado en la genealogía e historia de esta extensa y curiosa familia, ya no hay vuelta atrás.

Belcazareños asistentes al acto. El tercero por la derecha es el alcalde y el primero por la derecha, F. Molera. En el centro el pintor Damián Flores. En cuclillas, el primero por la derecha es el autor del artículo

 

Y allí también estuvieron quienes organizaban el acto homenaje, promovido por el Ayuntamiento de Madrid, el Ateneo madrileño, la Asociación de Prensa de Madrid y la Fundación Gaspar Casal, bajo la batuta inteligente de Francisco Molera, belalcazareño e incansable viajero.

En la antigua plaza del Gobernador Carlos  Ruiz, ahora Plaza de Corpus Barga, ante la curiosidad de cuantos pasan o se acercan por allí tratando de desentrañar qué demonios significa todo aquello, y tras el intercambio previo de palabras y las manos que por primera vez se estrechan, Alfonso Sánchez, secretario general de la Asociación de Prensa, coordinador del acto, toma el micrófono para ir dando paso a cuantos van a intervenir: Mauricio Valiente, tercer Teniente de alcalde y comisionado para la Memoria Histórica del Ayuntamiento; Cesar Navarro por parte del Ateneo como su presidente; Víctor Olmos como historiador de la APM; Juan de Llano como representante de la Fundación Gaspar Casal y Francisco Molera,  responsable de este acto de homenaje, o Francisco Pérez, Concejal presidente de la Junta Municipal del Distrito de Puente de Vallecas, y el alcalde de Belalcázar, Francisco Luis Fernández Rodríguez.

Hablando de palabras, Francisco Molera lee las enviadas por Claudia García de la Barga, biznieta del homenajeado, que no puede asistir, donde en nombre de la familia deja, entre otras frases, que hoy Corpus Barga vuelve a ser ciudadano de Madrid.

Entre los asistentes hay un numeroso grupo de belalcazareños, entre los que se encuentra Joaquín Chamero Serena, estudioso de la figura de Corpus Barga y su relación con Belalcázar a través de la Casa Grande.

Corpus Barga (1887-1975) vuelve a Madrid, al corazón de Vallecas. Y vuelve para quedarse. Puede que sus restos reposen al otro lado del océano, pero su corazón se queda en Madrid (con permiso de Belalcázar, que más de una vez lo acogió), la ciudad que le vio nacer, si es que alguna vez se fue definitivamente de Madrid.

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