Diferentes estudios han demostrado que Don Camillo de Giovannino Guareschi es el segundo libro italiano más traducido, detrás de Pinocho de Carlo Collodi (https://librosnocturnidadyalevosia.com/descubrimos-al-verdadero-pinocho-ahora-que-vuelve-a-estar-de-actualidad/) y por delante de El nombre de la rosa de Umberto Eco. Evidentemente, dejando de lado clásicos como la Divina Comedia de Dante Alighieri, el Decamerón de Giovanni Boccaccio, el Canzoniere de Francesco Petrarca o El Príncipe de Niccolò Machiavelli – o Nicolás Maquiavelo como lo llamaan en en español, que probablemente sean más estudiados en el colegio o la universidad que leídos directamente por gusto personal. Más precisamente, Pinocho ha tenido 261 traducciones, frente a las 59 de Don Camilo y las 51 de El nombre de la rosa. Aunque quizás las de Don Camilo fueron más, porque muchas veces fueron realizadas por misioneros con el permiso del propio Guareschi sin necesidad de pagar derechos de autor (https://blog.maremagnum.com/wp-content/uploads/2021/04/Qual-e-il-libro-italiano-piu-tradotto-al-mondo-Tre-italiani-a-confronto.pdf).

Nacido en Roccabianca en provincia de Parma el 1 de mayo de 1908, fallecido en Cervia en provincia de Rávena el 22 de julio de 1968, periodista y escritor de humor pero también diseñador de humor, Giovannino Oliviero Giuseppe Guareschi (https://www.giovanninoguareschi.com/) – que bromeaba con el hecho de que un hombre corpulento como él lo hubieran bautizado con el nombre de «Giovannino»: Juanito – se hizo famoso por Don Camilo (https://www.youtube.com/results?search_query=Don+Camillo). Es un párroco robusto que habla con el Cristo del altar mayor de su iglesia (https://www.youtube.com/watch?v=3TyC66OEBh4). Su antagonista es Peppone (https://www.youtube.com/results?search_query=Peppone), el alcalde comunista de un pequeño pueblo de provincia en Emilia,  dividido entre el trabajo de su taller de mecanico y los asuntos de la política.

La historia es fuertemente centrada en la realidad italiana después de 1945, con el gran enfrentamiento frontal entre los demócrata cristianos y el Partido Comunista Italiano. Pero gustó en todo el mundo, también gracias a las películas de Fernandel y Gino Cervi (https://www.youtube.com/watch?v=kJMXgzO0fY4). Actores que definitivamente les dieron cara a los dos, aunque en realidad Fernandel era francés, y mucho menos masivo de lo que lo hacían aparecer en las peliculas. Y el «comunista» Gino Cervi era en realidad un conocido simpatizante del Partido Liberal Italiano, del que también fue concejal municipal en Roma. Además, fue un actor con gran capacidad interpretativa, entre cuyos papeles más conocidos se encontraban los del comisario Maigret (https://www.youtube.com/results?search_query=Cervi+Maigret); el cardenal Lambertini, el futuro Papa Benedicto XIV (https://www.youtube.com/watch?v=ahLSx4hlK4g), un “podestà” (=alcalde fascista) (https://www.youtube.com/watch?v=UEVUjzGwCAo);  e incluso justamente un candidato liberal (https://www.youtube.com/watch?v=pl8sJm5RetI).

 

Giovannino Guareschi

 

Lo curioso es que una serie de televisión colombiana traspuso la historia al contexto local, transformando a Peppone de comunista a liberal (https://www.youtube.com/results?search_query=Don+Camilo+Colombia). No un liberal europeo como Gino Cervi, obviamente, sino un liberal colombiano histórico, del partido anticlerical de las novelas de Gabriel García Márquez. También se llevó a cabo una operación similar en Vietnam, convirtiendo a los protagonistas en un monje budista y un comisario político comunista. Pero, en términos más generales, la historia entretuvo y conmovió como símbolo de un conflicto ideológico muy duro como el de la Guerra Fría, en el que, sin embargo, al final los dos adversarios estaban unidos por raíces y sensibilidades comunes, y cuando era necesario dejaban de luchar para ponerse de acuerdo. Aunque, hay que decirlo, las películas atenúan mucho el duro anticomunismo de los libros (https://www.amazon.es/s?k=Don+Camillo&i=stripbooks&__mk_es_ES=%C3%85M%C3%85%C5%BD%C3%95%C3%91&crid=3V9LPQVVZWYVU&sprefix=don+camilo%2Cstripbooks%2C112&ref=nb_sb_noss_1).

Guareschi, sin embargo, no es sólo Don Camilo y Peppone. Nacido en el seno de una familia de clase media: su padre, Primo Augusto Guareschi, era comerciante; su madre, Lina Maghenzani, era maestra de la escuela del pueblo, modelo para muchas maestras en sus historias. Dado que su padre era socialista, aunque reformista, y su madre era católica y monárquica, algunos de los antecedentes de Don Camilo y Peppone también se encuentran en su familia. En 1926, sin embargo, la familia se desmoronó económicamente, y Giovannino no pudo terminar sus estudios.

Después de haber probado algunos trabajos absolutamente precarios, empezó a escribir para un periódico local. En 1929 se convirtió en redactor de la revista satírica Corriere Emiliano. De 1936 y llamado por su director, Cesare Zavattini, Guareschi fue redactor jefe de una revista destinada a cierta reputación, Bertoldo.

 

 

Pero en octubre de 1942, cuando llegó la noticia (afortunadamente falsa) de que su hermano había caído en Rusia, Guareschi empezó a despotricar públicamente contra el régimen fascista, también porque estaba “lleno de grappa hasta los ojos”, según admitió. Fue arrestado, perdió varias colaboraciones y para evitar problemas peores tuvo que alistarse. Sin embargo, lo hicieron oficial de artillería. Y el 9 de septiembre de 1943 estaba oficial de guardia cuando los alemanes comenzaron a tomar prisioneros a todos los soldados italianos, después de que el gobierno de Badoglio, 45 días después del derrocamiento de Mussolini, anunciara un armisticio con los aliados.

Algunos soldados intentaron resistir, y entre ellos hubo quienes luego crearon los primeros grupos guerrilleros, más tarde llamados partisanos (https://librosnocturnidadyalevosia.com/los-origenes-de-bella-ciao-la-cancion-de-la-resistencia-italiana/). Otros se vistieron de civil e intentaron regresar a sus casas uno por uno. La historia simbólica de uno de ellos se cuenta en la famosa película Tutti a casa, “Todos en casa”  (https://www.youtube.com/results?search_query=tutti+a+casa). Pero muchos de ellos acabaron internados en campos de concentración alemanes. Los llamarón “Internados Militares Italianos” (Imi), ya que el Reich no reconoció su condición de prisioneros de guerra. Entre ellos también Giovannino Guareschi, quien narró en el libro Diario Clandestino (https://amzn.to/3PSMc9n) la experiencia.

“No voy a morir aunque me maten”. “Tengo razón, tengo razón, tengo razón”. “Entre todas las tonterías, Mussolini dijo una cosa con razón: a la patria también se le sirve custodiando un bidón de gasolina. Lo sirvo protegiendo mi dignidad como italiano». Son tres lemas que acuñó Giovannino Guareschi cuando era el internado militar italiano (Imi) 6865. Uno de los soldados del Regio Esercito que acabó deportado a los campos de concentración alemanes tras el 8 de septiembre. Fue una experiencia que, entre otras cosas, también hizo madurar el tipo de herencia ideal de la que nacerían más tarde las historias de Mondo Piccolo – Don Camillo, que lo harían famoso en todo el mundo. Y es una historia a la que se refiere la exposición que tuvo lugar en Roma, en la sede de la dell’Associazione Nazionale Reduci dalla Prigionia, dall’Internamento, dalla Guerra di Liberazione e loro familiari (Anrp, Asociación Nacional de los Veteranos de Prisión, Internamiento, Guerra de Liberación y sus familias) (http://www.anrp.it/), en Via Labicana 15/a (cerca del Coliseo), con motivo del 80º aniversario del armisticio del 8 de septiembre hasta el 13 de octubre.

Como recordó Marco Ferrazzoli, comisario de la exposición, en su introducción al catálogo (https://www.ibs.it/6865-imi-giovannino-guareschi-libro-vari/e/9788875577490): “En los campos, Guareschi anima iniciativas para levantar el ánimo de sus camaradas soldados (su lema ‘¡No voy a morir aunque me maten! ‘ es muy famoso); aprovecha sus cualidades de humorista, periodista y diseñador; él forma su propia conciencia política en esa ‘escuela dura’. La experiencia lo cambia profundamente: es aquí donde nacen las ideas y creencias que luego traslada a sus obras y a su vida. Hasta que, años después, vuelve a pagar otra opción de libertad con la detención, cumpliendo 13 meses de prisión en la Italia republicana.”

 

Fue por haber publicado una carta del presidente del Consejo Alcide De Gasperi en la que pedía a los aliados que bombardearan Roma, que hoy se consideraría falsa y que, de hecho, los historiadores han hoy desmantelado. Pero sobre la que en cualquier caso la posibilidad de realizar una valoración caligráfica pedida por la defensa no fue admitida por el tribunal. Esto fue particularmente amargo para Guareschi porque había trabajado para la propaganda con la Democracia Cristiana de De Gasperi que había ganado las elecciones de 1948, en particular creando los dos famosos lemas del manifiesto “Madre, vota contra ellos también por mí” (https://catalogo.beniculturali.it/detail/HistoricOrArtisticProperty/0500671173) y «En el secreto de la cabina de votación, Dios te ve, Stalin no” (http://parliamoitaliano.altervista.org/dio-ti-vede-stalin-no/). Pero luego, en 1961, el líder democristiano Amintore Fanfani llegó incluso a conceder una reunión al editor Rizzoli sólo con la condición de que éste cerrara la revista Candido que había creado Guareschi y que tanto era su orgullo (https://amzn.to/3ttPNDD). Sus hijos dan testimonio de cómo prácticamente nunca se recuperó, sintiéndose abandonado.

Como ya hemos dicho, oficial de artillería, Guareschi el 9 de septiembre de 1943 se encontraba de guardia en un cuartel de Alejandría, rodeado por los alemanes. Algunos soldados -unos pocos- aceptaron quedarse con los alemanes, poniéndose luego al servicio de la República Social Italiana. También se lo propusieron a Guareschi. A un oficial alemán respondió con la frase sobre el bidón de gasolina; A su esposa, que le escribió desde casa para preguntarle si no debería ser más flexible para poder volver a ver a su familia, le repitió tres veces «tengo razón».

Por lo tanto, Guareschi terminó al igual que esa gran mayoría que fue a los campos de concentración como internados militares italianos: no reconocidos como prisioneros de guerra y, por lo tanto, no cubiertos por la Convención de Ginebra. Eran 600.000 y el 10% de ellos murieron. El escritor «llevaba el número de preso 6865 de Bremer-wörde-Sandbostel, Czestokowa, Beniaminovo, Wietzendorf-Bergen, librando su ‘buena batalla’ contra los alemanes en los campos de concentración: no os pongáis feos», recuerda el presidente emérito de la Anrp Enzo Orlanducci en el Prefacio del catálogo. 

 

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