Unas doscientas mil personas asistieron a la veintiuna edición de la Notte della Taranta en la localidad italiana de Melpignano el  pasado el 24 de agosto y que celebra musicalmente un antiguo exorcismo para curar las convulsiones producidas por el veneno de la mordedura de una tarántula. La  clausura de este festival itinerante que comenzó el 3 de agosto constaba este año de veinte etapas. Se trata de uno de los tres principales festivales folclóricos europeos junto al Festival Interceltico de Lorient, en Bretaña (Francia); y el húngaro Sziget Festival.

El Festival de la Taranta fue creado por “la Unión de Municipios de Grecia Salentina y el Istituto Diego Carpitella”. Grecia Salentina  (https://www.youtube.com/watch?v=8-mCjaWXXuA) es la zona del talón de la bota italiana en la que alrededor de 10.000 personas todavía hablan el griko, un dialecto griego del cual los lingüistas discuten si se remonta al período bizantino o a la Magna Grecia, antes de la conquista romana. Diego Carpitella (1924-1990) fue un gran etnomusicólogo que en 1959 había acompañado al gran antropólogo Ernesto De Martino y otros eruditos a Galatina, en la provincia de Lecce durante la fiesta de San Pablo, el 29 de junio, para estudiar el fenómeno del tarantismo. (https://www.youtube.com/watch?v=Gs2jI5VZWz8).

Tarantismo, como taranta, como tarantella viene de tarántula. Pizzica es del verbo pizzicare: “pellizcar”. El baile, en un ritmo típico de seis octavas, se llama Pizzica, Taranta o Pizzica Tarantata: variante local de la Tarantella, que es un ritmo típico de todo el sur de Italia y cuyo nombre se refiere a la mordedura de la tarántula. Porque en el origen de todo hay precisamente una araña, incluso si no está completamente claro cuál. Según la tradición, sería la tarántula lycosa: un arácnido peludo de gran tamaño que habita la región de Apulia. En la Edad Media se le dio el nombre propio de Taranto. Se decía que solía morder a los campesinos durante la cosecha, causando especialmente convulsiones en las mujeres con su veneno. Para curar estos movimientos nació el ritmo que se llamó pizzica, pizzica tarantata, tarantella. Según algunas interpretaciones, también porque el sudor producido por el movimiento favorecía la expulsión del veneno.

Sin embargo, la ciencia ha dejado claro que la tarántula lycosa es tan impresionante como inofensiva, y además no frecuenta los campos de trigo. Lo más probable es que el verdadero culpable fuera el Latrodectus tredecimguttatus, también conocido como malmignatta o viuda negra mediterránea. Aparentemente inofensivo, pero con un mordisco traicionero. Aún más probable, sugirió Ernesto De Martino en su famoso ensayo Terra del Rimorso, “Tierra del Remordimiento” (https://www.ilsaggiatore.com/libro/la-terra-del-rimorso-4/) la picadura de la araña era un símbolo y un mito. Una excusa para las mujeres, especialmente para poder desahogar las frustraciones sexuales de una sociedad cerrada y arcaica.

 

 

“Lu Santu Paulu meu de le tarante/ pizzichi le caruse ‘mmenzu ll’anche/ Lu Santu Paulu meu de li scurzuni/ pizzichi li carusi a li carzuni”, dice una copla de una de las canciones grabadas en 1959 por De Martino y Carpitella (https://www.youtube.com/watch?v=xYMzfYcdE0A). Es en dialecto salentino: la mayoría de las piezas tradicionales presentadas en el Festival son en salentino y no en griko. En italiano sería: «Santo Paolo mio delle tarante/ pizzichi le ragazze in mezzo alle gambe/ Santo Paolo mio dei serpenti/ pizzichi i ragazzi nei calzoni”. En español: “San Pablo mio de las tarantulas/ pellizcas a las chicas en las piernas/ San Pablo mio de las culebras/ pellizcaa a los chicos en los pantalones”. En resumen, una araña venenosa, cuya mordedura termina produciendo un shock positivo.

Sin embargo, en junio de 1959, de Martino y Carpitella grabaron el repertorio de algunos músicos-terapeutas de Nardò, una localidad cercana a Galatina, que realizaban pizziche tarantateen casa, por encargo, cuando ocurrían las crisis. Estas grabaciones atestiguaban una formación particular compuesta por cinco instrumentos: guitarra; violín; organetto, que es el tipico acordeón diatónico italiano; tamburello, que es la versión Italiana de la pandereta; tammorra, que es un tipo de pandereta típica del sur de Italia, más grande y con platillos de estaño y no de latón (https://www.youtube.com/watch?v=Yo5ovyur71g). Algunas de estas melodías las empleó en parte Eugenio Bennato en 1976 en su álbum debut Garofano d’ammore (https://www.youtube.com/watch?v=naRv8IJ-Hno&list=PLAiffgHhOuqzGkSwkoP_RP-17F852bAPv&index=5), y luego se convirtieron en la base del repertorio relanzado por el Festival a partir de 1998.

El “Concertone Finale” está dirigido por un Maestro Concertatore, cuya tarea es reinterpretar los «clásicos» de la tradición musical de Salento gracias a un grupo de unos treinta de los mejores músicos de Salento. Una peculiaridad del Festival es ver cantantes pop, italianos y extranjeros, que participan en este repertorio. Este año, Elisa incluso cantó en griko (https://www.youtube.com/watch?v=51WAPp51ZAc).

Sin embargo, este año parecía en muchos sentidos una edición menor. Muchas controversias suscitó la decisión de elegir como presentadores a la pareja Stefano Di Martino-Belén Rodríguez. Ella es una vedette muy mediática y exuberante de origen argentino. Él es un bailarín napolitano famoso por haberse casado con ella. Era evidente que ninguno de los dos conocían  bien el asunto del festival, aunque  intentaron poner un poco de buena voluntad en ello. Además, la duración fue más breve que el año anterior, y aunque se retransmitió en directo la clausura del festival en la televisión estatal, los invitados extranjeros fueron menos que en la edición anterior.

Pero la música, el folklore y la tradición han sido más fuertes que todo lo demás. Y también este año se repitió el récord de asistentes con 200.000 espectadores de 2018. Como recordaron los organizadores, en la primera edición del Festival de la Taranta, en 1998, hubo 5.000 espectadores.

 

Foto de Juan Pablo Ampudia