you drift into infinity and come back again
you got to do is wait
I’ll tell you when.”
Bob Dylan fue galardonado con el premio Nobel de literatura el pasado jueves. Su nombramiento en Suecia fue el menos controvertido y abrió nuevamente el debate de qué es poesía y cual es la vara con la se mide la influencia a las generaciones sigientes. Mas allá de los aplausos y las críticas, los méritos artísticos de Dylan merecen al menos unas líneas, y como artículos de opinión en estos días ha habido y muchos, bien viene un poema en su honor.
viejo genio trasnochado
en tu espíritu ni uno sólo
suspiros eléctricos?
las calles que te atropellarán,
taxis a los que denunciarás
enclenque de metales
sentimientos fríos?
los rascacielos
alturas te susurrarán
arrójate”,
por el que tus pelos tormentosos
desapercibidos
niña confiese
despeinada luna agresiva
impetuosa igual al de mis muñecas”?
del sótano para encontrarte
convergencia obligada
intrincados o pasadizos demenciales;
de vinilos galaxias de canciones
un tropiezo fortuito
aberración de la magia;
vez las ansias desbordadas de tu voz
vientos furiosos que dormitaban
polvo apacible de los huesos de dios.
una mancha de humedad en la pared
presunción de un mesías abucheado,
del ’65,
indecisos pasos hacia atrás
la transfiguración substancial
para entonces un bigote
adolorido en la cripta gris
envenenados que se vuelven más
cada enfunda de miel;
suicidas de sus vagas esperanzas
a la madrugada y canta
oírlo!
sentarte a los pies de mi cama
abovedado nos encerrará en un trance musical
flotaremos en el ámbito inaccesible
querubines ensayan sus salmos
caeremos al pozo único
fácilmente alcanzados
infieles los indignos y los mezquinos
orfeón
brío el réquiem cansino
después del verso
que elogiará tu armónica.