La vida nocturna hoy día no sería igual si no hubiese existido el club Rock-Ola según el cineasta Antonio de Prada que ha escrito un libro sobre el histórico local nocturno de Madrid, y del que se cumplen 25 años del cierre. Durante cuatro años fue un referente de la noche madrileña de los comienzos de los años ochenta. En una entrevista con motivo de la publicación del libro, afirma que su interés por esta sala madrileña que no conoció, ya que tenía ocho años cuando el club empezó su andadura en 1981, nació al ver unas viejas cintas de vídeo.
R.- Al salir de la escuela de cine en la que estudiaba cayeron en mi poder unas viejas cintas Umatic que contenían imágenes de algunos conciertos en la sala. Como teníamos ganas de hacer cosas unos amigos y yo decidimos realizar un documental sobre la sala. Sin productoras, sin subvenciones, simplemente una cámara y mucha ilusión. Empezamos a hacer entrevistas y, gracias al empuje de los rockoleros que estaban entusiasmados con la idea y nos pasaban nuevos contactos, el proyecto creció hasta convertirse en un largómetraje documental: Rock-Ola, una noche en la Movida.
P.- ¿Entonces cómo te dio por escribir luego un libro sobre el Rock-Ola?
R.- Al final, para hacer el documental entrevistamos a casi 50 personas por lo que había muchas cosas que no pude incluir en la película y me daba pena que se quedaran en el cajón, así que tras la sugerencia de un amigo me animé a escribir un libro con más anécdotas, más fotos y entradas, un estupendo prólogo de Germán Coppini y una portada del mítico Pepo Perandones. Su título: Rock-Ola, templo de la Movida.
P.- Pese a no haberlo vivido en directo, ¿qué es lo que mas te llama la atención de ese local?
R.-Lo que más me gusta es que se convirtió en una especie de centro cultural en el que imperaba la diversión. Música, cultura underground, alcohol, rockers, mods, punks, groupies… incluso el ¡mundial del 82! ¡Cómo ha cambiado la cosa!
P.- ¿De que dependía el carisma del Rock-Ola?
R.- Era el único sitio en el que los que hicieron la Movida disfrutaron de lo que era aquello, de lo que era la Movida. Un lugar que conectó Madrid con el resto del mundo.
P.- A tu juicio, ¿qué es lo que predominaba, la música en directo de los conciertos, las copas, la posibilidad de ligar…?
R.- Lo más importante de Rock-Ola eran sus conciertos y sus eventos. Las copas y el ligoteo se podía conseguir en cualquier otro lugar, pero ver a Spandau Ballet, Iggy Pop o Siniestro Total a menos de un metro de distancia, no.
P.- ¿Qué tipo de público fue el predominante? El punk, los modernos, o las distintas tribus como mods, roqueros…
R.- Una de las características de la sala es que consiguieron que todas las tribus urbanas de Madrid estuvieran allí presentes. Digamos, por generalizar, que iba gente diferente, con gusto por lo underground.
P.- ¿Qué concierto fue el que más éxito tuvo? ¿Y cual te parece la anécdota más divertida de todas las que cuentas en tu libro?
R.- El concierto más importante es el de Spandau Ballet porque conseguir que tocaran allí hizo que el local subiese como la espuma. Los conciertos más recordados son los de Siniestro Total, Parálisis Permanente, Alaska y Almodóvar, Divine, Siouxsie… demasiados grupos para ponerlos aquí.
Es difícil elegir, pero tal vez lo más recordado es la moda de escupir a los grupos. Ver a los cantantes chorreando de gapos es algo difícil de imaginar e incluso de entender…pero Rock-Ola era así.
P.- En la promoción de las múltiples actividades del local, ¿qué tuvo más importancia, ¿el carteleo, los programas de radio, los vídeos…?
R.- La relación de Rock-Ola con Radio 3 fue fundamental para la promoción de la sala, pero pasados los años lo que más se recuerda son los carteles y entradas que diseñaban en la sala. Crearon estilo y hoy en día son pasto de coleccionistas.
P.- ¿Qué innovación supuso Rock-Ola en el mundo de la noche madrileña? ¿Cuál fue su gran acierto?
R.- Su acierto fue mezclar la cultura y las copas. Inundó la noche madrileña con sonidos que venían de fuera de España y acercó a la gente que bailaba entre sus descascarilladas paredes una música a la cual no era demasiado fácil acceder en aquellos días.
P.- ¿Crees que ahora podría crearse un sitio parecido o está ligado a un momento muy particular?
R.- No puede haber otro Rock-Ola en estos días. Rock-Ola solo tenía sentido en aquel momento tan especial de la historia de España. Ahora estaría totalmente descafeinado.
P.- El motivo del cierre, la muerte de un rocker apuñalado fuera de la sala en un enfrentamiento entre mods y rocker, ¿estuvo justificado o fue un pretexto?
R.- Fue un pretexto. La realidad es que ya habían aparecido otras salas, la Movida se dispersa y Rock-ola deja ser el centro de la noche madrileña. La dirección de la sala cambia y es posible ver a grupos extranjeros en otros sitios. Los problemas con los vecinos hacen mella y el dueño deja de tener contactos en el ayuntamiento que le ayudan con las órdenes de cierre. El incendio de Alcalá 20 endurece las normativas municipales… En fin, los motivos son muchos, pero la muerte del rocker aumenta la leyenda de la sala
P.- ¿Qué crees que significó el Rock-Ola?
R.- Rock-ola fue el centro neurológico de la Movida con todo lo que ello implica. Fue la semilla para otras salas y para convertir la noche madrileña en lo que es hoy.
Antonio de Prada nació en Madrid y estudió cine. A sus 37 años ya tiene dos cortos, entre el que se encuentra “El hombre que no mató a Liberty Valance. Actualmente trabaja en un nuevo proyecto que es otro documental sobre los orígenes del cine en España.
Rock-Ola
Templo de la Movida
Antonio de Prada
Ediciones Amargord