Restos del templo romano de Córdoba
Los ídolos de bronce (Berenice) del escritor Francisco Antonio Carrasco agrupan catorce relatos cortos que tienen en el azar su común denominador, una posibilidad que como se dice en un cuento aparece de pronto y te trastorna la vida, a veces se queda en un leve sobresalto, pero otras tienen unas consecuencias devastadoras, irreparables.
Un relato corto es un mecanismo de precisión que no admiten muchos errores ni tampoco dispendios narrativos, ya que su fuerza reside en la brevedad de una historia que se despliega en unas cuantas páginas, y que tiene que dejar en el lector la impresión de un largo recorrido en su imaginación, gracias a su golpe de efecto.
Francisco Antonio Carrasco ha escrito antes tres libros de cuentos: El silencio insoportable del viajero y otros silencios (1999), La maldición de Madame Bovary (2007) y Taxidermia (2011) y ha impartido diversos talleres de cuento, por lo que sabe lo que se trae entre manos. Además, como periodista de larga trayectoria en El Diario de Córdoba, va directo a lo que desea contar sin perderse en vericuetos que no ayudan al texto. Sus frases son cortas y con una buena prosa. El resultado es que estos cuentos ganan en intensidad gracias a su eficacia narrativa.
Son narraciones de vida cotidiana, con un estilo minimalista que te atrae y remueve. Los personajes son en apariencia normales, pero la sombra de un pasado o una circunstancia azarosa les empuja hacia zonas fronterizas. De este modo, nos sitúan en el límite de las actitudes normales. Con el detallismo de un entomólogo, siempre preocupado por comprender a sus personajes, incluso a los más irredimibles, Carrasco describe situaciones que la fortuna trastoca.

Francisco Antonio Carrasco
Abre la serie El Canfranero, un tren que recorría la línea de ferrocarril que va de Zaragoza a la hoy abandonada estación de Canfranc, en los Pirineos. En este relato la casualidad juega una doble pirueta al protagonista. El amor es también otro elemento importante que puede llegar en forma de mensaje, como sucede en la segunda parte que se abre con el cuento La isla del tesoro. O el humor negro que surge en Secuestro, la búsqueda del amor pretérito en Romeo o el azar justiciero que asoma en Justicia Natural. En el que cierra esta serie, La máscara un matrimonio joven debe adaptarse a las terribles consecuencias de un accidente de tráfico.
En la tercera parte nos asomamos a una historia real ocurrida durante la Guerra Civil en Córdoba con El camión de la muerte que llevaba a diario dieciocho detenidos para ser fusilados por los franquistas y en el que un inocente paga con su vida al encontrarse en el sitio equivocado.
En El mundo es un pañuelo, el hombre enamorado tropieza por segunda vez con la misma piedra, en este caso un antiguo y desleal amigo. En La pistola comprendemos que las armas las carga el diablo, aunque aquí serán varios hechos los que desemboquen en un terrible final. La violencia machista, a veces sutil, emerge en Problemas domésticos a través de un hombre que parecía encantador y acaba siendo un motor de infelicidad y maldad.
En la cuarta y última parte, Educación inclusiva vemos a una joven dedicada a tratar jóvenes con problemas y que está inspirado en el trabajo de su hija Irene, a la que dedica el libro. En El trasplante surge el mal que hace el bien.

La Plaza de las Tendillas de Córdoba
Tormenta está basado en parte en una historia que le sucedió a su padre, que es secuestrado como rehén de una partida del maquis años después de la Guerra Civil en el norte de la provincia de Córdoba. Se trata de una partida de derrotados conscientes de haber perdido todo. Como dice uno de ellos al rehén, un joven de dieciséis años que tiene idealizado a los guerrilleros y los ve como héroes, viven sin esperanza alguna, sin destino, como animales y muriendo abatidos. Pero lo peor es que la partida comete un horrible crimen contra unos inocentes, en represalia por la muerte de un guerrillero por la Guardia Civil, un hecho histórico conocido como el crimen del Molino de la Dehesilla.
En el último, Cuentas pendientes, una tarde de amor entre dos jóvenes en el castillo del pueblo cordobés de Belalcázar, a comienzos de los años setenta, traerá un embarazo no deseado.
En la mayoría de estos textos, todos muy logrados, encontramos también la violencia abusiva de los más fuertes hacia los más débiles. Bajo la grisura banal de la vida cotidiana, Francisco Antonio Carrasco pone de manifiesto no sólo el azar sino también la irracionalidad de nuestras actitudes habituales. El efecto de la lectura de Los ídolos de bronce tiene algo de despiadado a la vez que placentero. Como la vida misma.