Una escena de la película «Divorcio a la italiana»
“Chi si firma è perduto”. En italiano significa “quien firma está perdido”, pero hay también un juego de palabras irreverente con “chi si ferma è perduto”: “quien se para está perdido”. Ese había sido un eslogan de Benito Mussolini. Sin embargo, en 1960 también fue el título de una película irónica con el gran comediante Totò http://y2u.be/voyoeaMRAx4
A Ennio De Concini le encantaba repetir esta broma que sirve de título a la biografía escrita por Jonathan Giustini, Chi si firma è perduto Ennio de Concini: Memorie di un fallito di successo, “Quien firma está perdido Ennio de Concini: recuerdos de un fracasado de éxito” que es el título de una biografía sobre un gran guionista que incluso ganó el Oscar en 1963, con Divorzio all’Italiana película que en inglés es conocida como Divorce Italian Style y en español como Divorcio a la italiana http://y2u.be/7YhkkCnYXj4. Sin embargo a Concini casi le avergonzaba hacer este trabajo. “No me pareció que fuera digno de una persona seria firmar un guión”, era otra de sus bromas.
El libro de Giustini revela aspectos conocidos y menos conocidos, e incluso ocultos, del cine italiano en el momento de su mayor gloria mundial. Ennio de Concini vivió entre 1923 y 2008 y realizó aproximadamente 150 guiones. Empezó con una película que fue el símbolo del neorrealismo italiano como Sciuscià, en español El limpiabotas http://y2u.be/usiOMNbowZ8. Aunque su primer título acreditado fue en realidad Il brigante Musolino, El bandolero Musolino, en 1950, cuatro años después. Y escribió La Piovra, la serie de televisión sobre la mafia con Michele Placido que tuvo un gran éxito en todo el mundo http://y2u.be/4U_MnRVj6Zg
Fue uno de los grandes autores del cine sobre la Roma antigua y conocido como Peplum. Vivió bastante en la Rusia soviética, donde estuvo detrás de una película de guerra famosa como Italiani brava gente http://y2u.be/_xMqs6FmEss in inglés Attack and Retreat. Pero nunca aprendió ruso. Tampoco aprendió inglés cuando se fue a la “Swinging London” después del período soviético. Fue el único italiano que colaboró con Stanley Kubrik y recibió una importante propuesta de trabajo de un Orson Welles borracho, que luego el Orson Welles sobrio olvidó. Trabajó fugazmente como director y también en la producción. Pero el número exacto de películas en las que jugó un papel es un misterio. Como se explica en estas páginas, en muchas ocasiones firmó el guión a veces sin ni siquiera ver la película terminada, y sólo porque su nombre ayudó a los productores a encontrar fondos. Además, en otras ocasiones hizo guiones que no firmó, porque justamente “el que firma está perdido”. Para Concini era suficiente con que le pagaran.

Ennio de Concini

Jonathan Giustini
El periodista y escritor Jonathan Giustini, autor de libros sobre música y que trabaja en la radio con programas también musicales, tuvo un padre que trabajó en el cine italiano en el momento dorado contado por De Concini. Él mismo explica que “este manuscrito ha estado enterrado durante veinte años. Olvidado. Aplastado por un montón de notas y fotocopias arrugadas. En estos veinte años, el hombre cuya historia se cuenta en estas páginas ha muerto. Se ha ido un día, sin que me diera cuenta. Lo descubrí por casualidad leyendo un pequeño artículo en un periódico”.
“Durante esos años vivimos a unos cientos de metros de distancia”, dice Giustini. “Recuerdo que unos días después de la muerte de Concini quise pasar delante de las ventanas de su casa, en el barrio Parioli de Roma. Una casa de dos niveles. El sótano, que era su estudio, y el piso superior, su hogar. Poco después murió mi madre. Entonces yo cambié de casa, barrio, vida. Olvidé este libro. Olvidé esta historia. Incluso perdí los files originales de la computadora. Luego vino un hombre, un editor, Francesco Coniglio, a quien conocí bien recientemente, pero con la sensación de que lo conocía de toda la vida. No recuerdo cómo y por qué terminamos hablando de este libro y de Concini. Me pidió que se lo leyera. Me reí pero él se calló. Era muy serio. No se burló y me avergoncé. Le dije: ya no tengo ningún documento guardado, el ordenador tampoco existe. Pero él insistió. En resumen, tuve que tomármelo en serio. Regresé donde él después de unos días con un manuscrito lleno de hojas arrugadas, algunas notas a lápiz del propio Ennio y sin la primera página. Quién sabe lo que le pasó a esa primera página desde la que comenzó todo”.
Pero al final es una historia que se parece mucho a De Concini, según el cual el éxito no existe, y el cine no es más que un no lugar. Más que guionista, prefirió definirse a sí mismo como “consigliori”: “asesor” en siciliano y en idioma mafioso el brazo derecho del jefe. El que lo ayuda a decidir en los asuntos más complicados. Pero aún así conoció a todos. Los personajes que desfilan en estas páginas van desde Togliatti a Pasolini, de Orson Welles a Dmytryk, Tarkovsky, Marinetti, Flaiano, Gadda, Ungaretti, Caproni, Roman Polansky, los Rolling Stones, Peter Falck, Giuseppe De Santis, Pietro Germi, Raffaello Matarazzo, Mario Camerini, Tinto Brass, Mario Bava, Gillo Pontecorvo, Mario Monicelli, Roberto Rossellini, Franco Zefferilli, Roberto Faenza, Carlo Lizzani, Dino Risi, Luciano Salce, Federico Fellini. Casi nada.