Acceso al Museo Nacional de Arte Romano de Mérida, de Rafael Moneo.

 

Llàtzer Moix empezó a ocuparse de arquitectura en los años de la Barcelona preolímpica para La Vanguardia, diario para el que trabaja. Lo que entonces fue un caso de necesidad periodística y producto de su dedicación al periodismo cultural, con el tiempo se convirtió en un conocimiento que no se pierde en tecnicismos y sabe interesar al lector, como atestigua el libro Palabra de Pritzker,  conversaciones con 23 ganadores del principal premio de arquitectura (Anagrama, 2022).

El Pritzker viene a ser como el Premio Nobel de la arquitectura. Creado en 1979, se entrega a un arquitecto, o varios, a través de un jurado que elige al ganador y  valora el talento, la contribución arquitectónica y su implicación con el entorno, entre otros factores.

En un principio, los premiados fueron los grandes arquitectos que aún seguían vivos, luego, con el auge económico y las grandes obras arquitectónicas que el dinero hizo posible, los arquitectos de las obras espectáculo, entre las que destacaron los museos. Lugares donde se daban la mano el arte y la cultura. Uno de sus ejemplos más conseguidos fue el museo Guggenheim de Bilbao, obra de Frank Gehry, premio Pritzker en 1989, y que sirvió para relanzar la ciudad de Bilbao. Por último, con las sucesivas crisis que hemos sufrido desde 2008, se ha premiado a los arquitectos que se preocupan de sus consecuencias e intentan aliviarlas.

 

Museo Guggenheim de Bilbao

 

Llàtzer Moix lleva escritos cuatro libros sobre diseño y arquitectura, y dos acerca de los escritores Tom Sharpe y Eduardo Mendoza. Su pericia narrativa se nota en estas entrevistas que convierte en pequeños ensayos confesionales sobre múltiples asuntos. Y lo que me parece clave, cuentan cómo empezaron estos arquitectos y pudieron hacer realidad un sueño que nunca fue fácil. El ganador de este año, Diébédo Francis Kéré, cuenta que tenía que recorrer de niño, en Burkina Faso, todos los días muchos kilómetros hasta el poblado más cercano para asistir a la escuela. Años después, estudió ebanestería y arquitectura en Alemania. Cuando se licenció reunió 30.000 euros mediante  crowfunding y construyó una escuela en su pueblo con ladrillos de arcilla fabricados in situ y un sistema de aireación natural.

El arquitecto australiano Glenn Murcutt, premio Pritzker en el 2002 y autor de edificios de aspecto fabril y ligero, que me recuerda a la arquitectura povera pero de un detallismo exhaustivo, lleva a cabo un control climático minuciosos y un mimetismo con el paisaje total. Según leemos, es consecuencia de pasar la primera infancia en Papúa Nueva Guinea, país con una naturaleza tropical que todo lo invade y que  Murcutt ha aprendido a aprovechar al máximo en Australia.

El hindú Balkrishna Doshi, premio 2018, trasladó la realidad de las típicas casa familiares en las que transcurrió su infancia, y donde convivían desde los abuelos hasta los hijos de los hijos, en viviendas que pudieran compartir mucha gente e incluso montar pequeños negocios.

 

Edificios de Glenn Murcutt

 

Cada entrevista comienza con una “presentación” del arquitecto y luego la entrevista en sí, sin faltar el detalle de cómo se consiguió la entrevista porque en algunos casos fue harto complicado. Lo que también me parece importante es que interesa al que sabe poco de arquitectura y al que conoce mucho. Aprendemos sobre la arquitectura del siglo pasado y actual y conocemos el origen y desarrollo de este premio ideado por el  animador cultural Robert Carleton Smith y financiado por el millonario matrimonio Pritzker. Entramos en territorios los grandes estudios de arquitectos como el de Norman Foster, que emplea a 1.800 personas, o pequeños, como el RCR surgido en 1988 en Olot de la mano de los arquitectos catalanes  Rafael Aranda, Carme Pigem y Ramon Vilalta, premio 2017 y segundos españoles en lograrlo después de Rafael Moneo en 1996.

No faltan las grandes figuras dela arquitectura mundial:  Frank Gehry, Álvaro Siza, Renzo Piano, Norman Foster, Jacques Herzog, Kazuyo Sejima, Jean Nouvel, Takeo Ando (al que por cierto haciendo honor a su apellido le gustaba andar para ver edificios cuando visitaba otras ciudades) y de los que seguimos su trayectoria, aciertos y errores.

Leemos sobre sistemas de trabajos, nuevas tecnologías, materiales, presente y un futuro que hará aún más importante la arquitectura cuando haya que levantar edificios e instalaciones para albergar la creciente emigración del campo a la ciudad con los recursos disponibles.

Si un libro ha de servir para descubrirnos un nuevo campo de interés y un escritor capaz de contarlo bien, misión cumplida.  

 

Llàtzer Moix. Foto de Ana Jiménez

 

 

Llàtzer Moix

(Sabadell, 1955)

Periodista cultural. Tras licenciarme en Ciencias de la Información y trabajar en “Catalunya-Express”, “El Correo Catalán” y TVE, ingresé en el diario “La Vanguardia” de Barcelona. Durante veinte años, hasta 2009, he sido su responsable de información cultural. He publicado miles de artículos en sus páginas y actualmente trabajo como subdirector, editorialista, columnista y crítico de arquitectura. Entre mis libros se cuentan “Mariscal” (1992), “La ciudad de los arquitectos” (1994), “Wilt soy yo. Conversaciones con Tom Sharpe” (2002), “Mundo Mendoza” (2006) y “Arquitectura milagrosa” (2010), publicados en Anagrama y Seix Barral.(Información de https://llatzermoix.com/es/biografia)

 

 

 

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