Gary Cooper con su hija María
Confieso que al igual que en esa película de los años ochenta dirigida por Pilar Miró, Gary Cooper que estás en los cielos, siempre he sentido una debilidad por este caballero de la edad dorada del cine de Hollywood. Una debilidad eterna y que al descubrir el último libro editado escrito su hija no he podido resistir la tentación de comprarlo.
La verdad es que el texto no dice nada que no sepa de su vida, pero las fotos me han vuelto a confirmar mi devoción por este actor. Si, ya sé que es una fantasía, pero de fantasías también se vive. Y que mejor que emplear mis recursos platónicos en este ícono masculino con un estilazo que ya quisieran muchos modelos de hoy día. Viéndolas, me doy cuenta que Gary Cooper ha envejecido como un buen vino. Unas fotos que enseñan una época y nos lo muestran tan elegante fuera como dentro de la pantalla.
A veces pienso que Gary Cooper, el rompecorazones de los años treinta, cuarenta y cincuenta nunca pasará de moda. También mi madre y abuela estaban enamoradas platónicamente de él. Ahora que lo pienso, tengo que preguntar a alguna joven… si lo conoce. Me temo que no. Mejor, una rival menos porque este hombre es de una belleza directa que dispara a tu corazón sin contemplaciones. Da igual como vista, lo que haga y se ponga, o en qué situación esté. Siempre a punto. Está claro que todas las cámaras de fotos y de cine también están enamoradas de él. Una suerte, porque eso se reflejó también en la taquilla.
Las fotos del libro son de la colección particular de la hija, María Cooper Janis, que vivió en Los Ángeles con su padre y madre, Verónica (Rocky para los amigos). Por lo visto siguió una carrera de pintura en Nueva York antes de casarse con Byron Janis, concertista de piano clásico. María, siempre fiel al legado de su padre, creó en 2005 en la Escuela de Artes Cinematográficas de la Universidad del Sur de California el Gary Cooper Endowed Fund for Student Support for Indigenous Cultures (Fondo Gary Cooper de apoyo estudiantil a las culturas indígenas), para capacitar y apoyar a estudiantes de comunidades indígenas en la industria de los medios de comunicación y el entretenimiento. Lo cual me tranquiliza porque veo que está en la onda de nuestro tiempo y no es una brujilla atrasada. Es autora de dos libros anteriores sobre su padre: Gary Cooper Off Camera: A Daughter Remembers, y la edición anterior de Gary Cooper: Enduring Style en 2011. Debe tener un edipazo de tomo y lomo, pero justificado en este caso.
Y mientras ojeo las páginas observo que Gary Cooper, aparte de ser un gran actor, creó un estilo propio, dentro y fuera del mundo del cine. Sumó el estilo británico del hombre clásico con la ropa informal norteamericana para crear esa moda de los hombres norteamericanos de los años cuarenta y cincuenta, antes de que se inventase el chandal y la gorrilla de visera que los convirtió en una mezcla entre jugadores de beisbol y encargados de gasolineras de la ruta 66.
Gary Cooper sabía vestirse y nada presagiaba que en un hombre como él ocurriría ese milagro tan difícil de conseguir que es la elegancia natural. El diseñador Ralph Lauren lo ha copiado con éxito y representa lo mejor del diseño estadounidense. Pero le ha faltado un modelo como Gary Cooper, desenfadado, rudo, clásico y, por lo tanto, atemporal. Y cuando ves estas fotos, ni siquiera puedes envidiar a su mujer por atrapar a la estrella con más brillo de Hollywood.
Las fotos de Gary Cooper: Enduring Style enseñan también la vida que llevó e incluyen instantáneas familiares, pero siempre con su aire desenfadado, o el tiempo que pasaba con sus amigos (entre los que, por supuesto, se encuentran elegantes como Cary Grant y James Stewart). Hiciese lo que hiciese, Gary Cooper tenía el atuendo adecuado para cada ocasión. Gary Cooper que estás en los cielos… déjame decirte que todavía no he visto un tipo de masculinidad parecida a la tuya en ningún hombre con el que me cruzado en la calle. ¿Será porque tengo que cambiar de ciudad? ¿O tal vez de época?