El 16 de marzo de 2018 se cumplieron cuarenta años del secuestro del político italiano Aldo Moro que fue asesinado el 9 de mayo de ese mismo año. En Italia, el asesinato de Aldo Moro representó un poco lo que sucedió en los Estados Unidos con el asesinato de John Fitzgerald Kennedy.
Es cierto que la mecánica de ambos sucesos fue muy diferente. En el caso de Moro, una acción llevada a cabo por un grupo terrorista yen el que partiparon muchas personas, que se prolongó durante un periodo largo, y que comenzó con el asesinato de los cinco policías de su escolta. Por otro lado, un magnicidio ejecutado aparentemente – y rápidamente – por un solo hombre con un rifle de francotirador, curiosamente de marca italiana y calibre 91/38. Muy diferente también era el carisma de los dos personajes: Por un lado, Moro, un hombre mayor, dirigente del partido democristiano y con una forma de expresarse soporífera y atrasada, y de la que muchos cómicos imitaban para ironizar. Por otro lado un joven presidente enérgico y seductor, John Fitzgerald Kennedy. Ambos, sin embargo, fueron dos reformistas, cuya desaparición marcó un dramático punto de inflexión en la historia nacional. Y en ambos casos la verdad oficial parecía tan insatisfactoria que dio lugar a una serie de teorías de conspiración.
No es casual que la película más famosa sobre el crimen de Kennedy sea JFK: el casode Oliver Stone, en 1991 (https://www.youtube.com/watch?v=kM7ssLiWRY4). Una película que ganó un Globo de Oro y dos Oscar, con Kevin Costner que interpreta al fiscal Jim Garrison, y dura tres horas, alternando las escenas de la película con algunos vídeos del asesinato de Kennedy de la época. Presentada por el mismo Oliver Stone como un «contra mito» al «mito ficticio» de la Comisión Warren que investigó el asesinato, prácticamente argumenta que el vicepresidente Lyndon B. Johnson participó en un golpe de Estado para asesinar al Presidente.

Asesinato de Kennedy en Dallas
De las tres películas italianas más famosas sobre el caso Moro, también Piazza Cinque Lunede Renzo Martinelli (https://www.youtube.com/watch?v=PNIozEaGVCA) insiste en el papel de los Servicios de Inteligencia italianos tanto en el crimen de Moro como en las investigaciones posteriores (https://www.youtube.com/watch?v=kCgTRkWQtkI), mientras que Il caso Morodi Giuseppe Ferrara (https://www.youtube.com/watch?v=CdvL2qk-Y_w) tiene un enfoque más documental y Buongiorno, nottede Marco Bellocchio (https://www.youtube.com/watch?v=foIGJTvNZOc) está más enfocado en el drama humano del prisionero destinado a ser asesinado.
Decir ahora que en el caso Moro estuvieron involucrados Fidel Castro, el jefe de los servicios secretos de la Alemania Oriental, Markus Wolf; el dirigente palestino Yaser Arafat, el mariscal yugoslavo Tito, un famoso actor como Francesco Pannofino, el multimillonario israelí Shmuel Flatto-Sharon, el Kgb, el IOR, incluso el hijo del capitán Corelli de la pelicula (https://www.youtube.com/watch?v=BOo5VpzYXIs) y con él el cantante Jovanotti parece la trama de otra película conspirativa, con unos rasgos de ucronía y otros de comedia a la Monty Phyton. En cambio, es historía oficial.
Hablamos del libro Moro il caso non è chiuso. La verità non detta (Lindau, 267 pp., 18 euros) (http://www.lindau.it/Libri/Moro-il-caso-non-e-chiuso) “Moro, el caso no está cerrado. La verdad no dicha”. Junto con Maria Antonietta Calabrò (https://www.huffingtonpost.it/author/maria-antonietta-calabra/), periodista durante treinta años en el Corriere della Sera, el otro firmante de este libro es de hecho Giuseppe Fioroni (https://parlamento17.openpolis.it/parlamentare/fioroni-giuseppe/409) ex alcalde de Viterbo, ministro de Educación del segundo gobierno de Mariano Prodi, sino desde octubre de 2014 hasta marzo de 2018, y Presidente de la comisión parlamentaria de investigación sobre el secuestro y la muerte de Aldo Moro (http://parlamento17.camera.it/164).
Este libro habla de ciertas verdades desconcertantes surgidas de la nueva Comisión de Investigación Moro 2. Cuatro años de trabajo que a través de miles de documentos desclasificados de los archivos de los servicios secretos italianos, cientos de nuevos testimonios, nuevas pruebas de la Policía Científica y de los Carabineros permite liquidar la versión conocida hasta ahora del caso Moro como una simple «verdad aceptable» o “un compromiso destinado a formular una «verdad” para el aparato estatal italiano y los brigadistas».
A partir de la masa de nuevos datos, Calabrò y Fioroni no extraen una nueva verdad para ser formulada explícitamente. Sin embargo, lo hacen vislumbrándola implícitamente, en particular al presentar un escenario internacional del crimen y que las Brigadas Rojas han negado hasta ahora. En particular, la presunta presencia en Via Fani (el lugar del secuestro) de dos terroristas alemanes de la RAF, y también el suministro de material militar a las Brigadas Rojas por facciones palestinas. Solo estos dos detalles explicarían la efectividad mortal de la emboscada, vista, por un lado, la escasa eficacia del antiguo arsenal que las Brigadas Rojas había heredado de los depósitos partisanos. Por el otro, la pobre preparación militar de las mismas brigadas.
El libro también afirma que las facciones palestinas desempeñaron un papel importante en la negociación, llegando a pasar a las Brigadas Rojas durante el secuestro unos documentos secretos de la OTAN. De manera más general, hubo un famoso acuerdo entre los servicios secretos italianos y palestinos que preveía su colaboración a cambio de su inmunidad en territorio italiano y que dejó de funcionar durante el secuestro de Moro.
El ayudar a las Brigadas Rojas como inhabilitar momentáneamente el acuerdo podrían haber sido obra de los Servicios Secretos de Alemania Oriental y la Kgb: probablemente para aplastar el curso independiente que estaba tomando el Partido Comunista Italiano, justamente con la bendición de Moro. Fidel Castro también habría expresado simpatía por este grupo terrorista italiano, mientras que, por el contrario, Tito habría tratado de liberar a Moro ofreciendo la liberación de tres hombres de la RAF detenidos en Yugoslavia. El diputado y el multimillonario israelí Flatto-Sharon también ofreció a Pablo VI 50 mil millones de liras por el rescate.
En cuanto a Pannofino, entonces un estudiante, fue uno de los primeros testigos en llegar al lugar de la emboscada. Y el cantante Jovanotti era un amigo de la familia de Alessio Casimirri, uno de los terroristas que estaban en Via Fani, y el unico que sigue libre y que se encuentra en Nicaragua, protegido por los sandinistas. Su padre Luciano trabajó con el padre de Jovanotti en el Vaticano.
No habla directamente del crimen Moro, sino de sus antecedentes, y aún se encuentra en la atmósfera de este año la novela: Bi.Erre. I Fondatoride Gianni Armeni (Paesi 372 pp. 20 euros) (https://www.mondadoristore.it/Bi-Erre-I-fondatori-Gianremo-Armeni/eai978888593903/).
En la misma aparecen una serie de peersonajes como Karl, nombre de batalla tomado de Marx, y que es el hijo de una pobre camarera abandonada por su esposo, que se convirtió en el líder del movimiento estudiantil de la Facultad de Sociología de Trento, y después creador de un grupo armado izquierdista. Luego está la hija de una buena familia católica que había conocido a Karl en la Universidad y se había casado con él, enamorada de él y de las ideas revolucionarias en las que había transfigurado su fe religiosa. Sigue el desfile de los personajes que se mueven entre 1969 y 1974 en Milán, Turín, Padua, Chiavari, Reggio Emilia, Roma, Bolivia, Chile. Todos los nombres están inventados, pero no es difícil reconocer a los personajes reales a los que se refieren. Sin embargo, todos los hechos son ciertos, pero los diálogos se han reconstruido como si fuese una novela.
Gianremo Armeni, el autor, a su vez ha utilizado la técnica del novelista, pero es (https://www.youtube.com/watch?v=K1KcNzq7APE) un sociólogo criminalista, cuyo libro sobre el caso Moro le sirvió para ser escuchado por la Comisión de Investigación, y para reconstruir esta trama, no solo se sirvió de una bibliografía meticulosa, sino también de largas conversaciones con algunos de los personajes que aparecen en el libro, ahora ancianos, pero en aquella época veinteañeros deslumbrados por el sueño revolucionario.
Seguirán otros dos libros, en una trilogía sobre la historia de las Brigadas Rojas. La última página de esta historia de los fundadores es también la primera de un próximo episodio que se dedicará a los “Sanguinarios”: los años entre 1974 y 1978. Terminada la primera fase que culminó con el secuestro del juez Sossi, aquellas Brigadas Rojas cuyo nombre y símbolo fueron inventados por tres muchachos mientras se jugaba el famoso partido Italia Alemania en la Copa del Mundo Mexicana, habrían llevado el ataque al corazón del Estado hasta el secuestro y asesinato de Aldo Moro.

El cadáver de Aldo Moro