Gavin Watson

 

Gavin Watson nació en Londres en 1965 y creció en una urbanización de High Wycombe, Buckinghamshire. En su adolescencia compró una cámara Hanimex en Woolworths y empezó a hacer fotografías. Al dejar la escuela a los dieciséis años, Watson se trasladó a Londres y se convirtió en ayudante de cuarto oscuro en Camera Press. Siguió fotografiando a su hermano menor Neville y a su grupo de amigos skinheads en High Wycombe. Los «Wycombe Skins» formaban parte de la subcultura de los skinheads de la clase trabajadora, unidos por el amor a la música ska y a la moda. Aunque el estilo skinhead se había asociado con el extremismo de derechas en la década de 1970, las fotografías de Watson documentan una época y un lugar donde la subcultura era racialmente mixta e inclusiva. También fotografió el surgimiento del punk y la escena nocturna del Soho londinense en sus años de esplendor a comienzo de los años ochenta. Por último fotografió la escena de las raves a finales de dicha década. Ha publicado diferentes libros de fotos, como Skins (1994) y Skins and Punks (2008), y Oh! What Fun We Had (2019). Para el realizador cinematográfico Shane Meadows, «lo que hace que las fotos de Gavin sean tan especiales es que, cuando las miras, hay una clara confianza del sujeto hacia el fotógrafo, por lo que te sientes como si estuvieras en la foto en lugar de sólo observar'». Aunque lo parezca, la vida del fotógrafo Gavin Watson no fue un torbellino alocado mientras crecía. Él y sus amigos hicieron «lo que la mayoría de los adolescentes de entre 14 y 18 años harían en una urbanización de las afueras …. Pasábamos el rato, escuchábamos música y nos obsesionábamos con las chicas y las relaciones, con el rumbo de nuestra vida y con lo que íbamos a hacer el fin de semana». Pero es en esos momentos donde reside la magia. Como ha señalado en una reciente entrevista, su trabajo  no tenía ninguna intención o motivo específico detrás. «Tengo decenas de miles de fotos que tomé sin ninguna razón»-, dijo, «aparte de simplemente trazar un período de pura amistad, estilo de época y vida real». Sin embargo, el hecho de tener una cámara en la mano marcó claramente su forma de navegar por la adolescencia. «No diría que me escondía detrás de la fotografía, pero definitivamente me ayudó como persona tímida», explica. Además, «en lugar de estar enfadado, hice algo con ello y lo expresé. Estábamos descubriendo el mundo. Luego dejamos la escuela y nos volvimos locos durante unos años».

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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