Renoir. La logia, 1874
Si
el genio en la literatura consiste «en el poder reflectante y no en la
calidad intrínseca del espectáculo reflejado», según decía Marcel Proust al
hablar del ficticio escritor Bergotte en A la sombra de las muchachas en
flor
, Guy de Maupassant (1895-1893) lo consigue plenamente en Bel Ami,
esa cínica representación del París de la Tercera República, escrita en 1885.
Una República oportunista y corrupta para una sociedad decadente, y que se presta
bien a quien no tiene nada que perder y está dispuesto a aprovechar sus cartas,
sin prejuicios ni moralidades. 
Bel
Ami
nos presenta a un héroe amoral en un escenario donde sólo existe una
serie infinita de traiciones e intrigas, pues de lo que se trata es de subir
hacia arriba en la escala social para lograr la principal baza de todo poder:
dinero.
El
decorado social de la novela es el de la especulación de los bancos en la bolsa en
medio del auge del colonialismo de finales del siglo XIX, y la importancia de la prensa diaria,
que está al servicio de los distintos intereses de la política y el dinero.
El
comienzo de la novela es muy bueno. El protagonista, un joven provinciano,
antiguo militar, empleado de una sociedad de ferrocarriles, casi no tiene dinero para pagarse una cerveza en la noche calurosa del verano parisino. La
suerte hace que se encuentre con una antiguo compañero de armas que trabaja en
un periódico. De la cerveza que toman juntos surge una aparente amistad basada
en los viejos tiempos y este conocido le presta la ayuda decisiva para que
empiece a colaborar en la revista en la que trabaja él. Nuestro arribista irá
así, poco a poco, aprendiendo a moverse en un nuevo ambiente, y desprenderse de
la timidez y rudeza de un pasado que desea olvidar lo antes posible.
Manet. Música en las Tullerías. 1861
Hombre
agraciado, lleva a cabo las primeras conquistas femeninas sin importarle que
sean jóvenes o viejas, guapas o feas. Su valor no es estético ni amoroso, sino
que puedan ayudarle en su escalada social. Para él, la mujer es un enemigo
inevitable pero indispensable al que hay que saber utilizar y dominar, sin
dejarse llevar por la ternura porque esta conduce a la esclavitud del
matrimonio y la familia.
Maupassant,
que conoce bien al otro sexo, sabe que las mujeres de su tiempo no puedan amar
libremente aunque el amor sea su primer derecho. Por eso critica con dureza
al  matrimonio porque ve en él una
institución perjudicial para la libertad de la persona y la sexualidad
femenina.
Pero
volviendo al protagonista de la novela, cuyo seudónimo es Bel Ami, en un
momento dado le vemos en una cena en la casa de unos ricos, y a la que ha ido
acompañando a su amigo periodista. Es en este mundo sin ideales donde comprende
el papel esencial de la prensa para abrirse paso poniéndose al servicio del
poder económico.
En
este primer encuentro con la riqueza, Bel Ami se queda deslumbrado con el lujo
de aquel ambiente, aunque su amigo le avisa que mientras uno sube de posición
está feliz porque le queda mucho por llegar a la cima, pero cuando al fin lo
consigue tras ímprobos esfuerzos, de pronto sólo queda bajar, algo que sucede
demasiado rápido. Pero no será este el caso de Bel Ami que seguirá su ascenso
hacia la cumbre entre engaños, traiciones y escenas memorables como le
seducción de la mujer de uno de los hombres más ricos de París, Madame Walter.
Monet. La señora Monet mientras le Le Figaro. 1874
Bel
Ami
la desnuda en su habitación y ella, de pie y muerta de vergüenza, le jura
al oído que nunca he tenido un amante y que es la primera vez que se entrega a
otro hombre que no sea su marido, algo que deja indiferente a Bel Ami, porque
para él, sea virgen o prostituta, el valor de un amujer no reside en la moral
sino en que sea un instrumento perfecto para sus objetivos.
Y
mientras leo las aventuras de nuestro arribista me pregunto:
¿Quién podía ser el Bel Ami de hoy día?
Tal
vez una mujer. Porque ahora ya no es necesario que detrás de todo gran hombre
haya una mujer ligada al mundo de  los
negocios y la política. Ejemplos a la inversa no nos faltan en la vida
política, social y económica de estos últimos años.
Pero
no conviene equivocarse. Bel Ami no es un análisis sociológico sino una
magnífica novela en el que realidad e invención, reflejan la destreza literaria
de Maupassant y  las múltiples perspectivas de una obra que ha cruzado la barrera del tiempo.  
Manet. La modelo el bar en las Folies Bergère. 1881