No abundan los empresarios en la novela española y Sergio Vila-Sanjuán viene a rellenar parte de ese hueco en su tercera novela El Informe Casabona. Todo comienza en un presente inmediato, en el 2015, con la muerte del empresario Alejandro Casabona durante el banquete oficial que el Rey ofrece con motivo del premio Cervantes.
Casabona ha legado parte de su fortuna a una fundación de fomento de la ética en la empresa, cuya directora decide investigar la figura del empresario antes de aceptarlo. Tocará al periodista cultural Víctor Balmoral hurgar en las muchas vidas de Casabona, antiguo líder político de la Transición española, mecenas y aparente empresario de éxito, pero con una conflictiva vida familiar entre cuyos episodios se encuentra el asesinato de su segunda mujer, el gran amor de su vida.
Lo que podía ser una novela más o menos negra con investigador/investigado y  el mundo de los negocios como una de las líneas de la narración, junto al contorno familiar e histórico de cierto empresariado catalán que ha sido importante en  la historia de España y que se encuentra en vías de extinción, acaba siendo un interesante relato moral. Una fábula que se sirve de la investigación biográfica para mantener el interés del lector con múltiples personajes y episodios históricos (alguno notables como el de la Guerra Civil) que llegan hasta nuestros días. 
La vida de Casabona no fue lo que parecía y serán sus familiares, amores y  compañeros de viaje ocasionales, junto a unas memorias, las que nos vayan desvelando los secretos del empresario.
Sergio Vila-Sanjuán

 

 

A diferencia del poderío económico de Casabona, al que conoce bien, cuando muere su madre Víctor Balmoral tiene que abandonar el piso familiar en el que vivió toda su vida porque no puede pagar el alquiler. Sin embargo, entre uno y otro hay ciertas concomitancias. Una de ellas podría ser las relaciones entre padres e hijos. Sólo que cada uno es la cara opuesta de la misma moneda. Si a Casabona los hijos se le han descarrilado, el padre de Balmoral abandonó el domicilio conyugal con deudas importantes cuando el periodista era niño. Vila-Sanjuán elabora una novela en lo que lo narrativo es importante, como lo demuestra la trama, capaz de encajar las distintas piezas de la investigación de una forma ágil y entretenida, y los personajes bien trazados. Pero también busca contar algo más que trasciende lo estrictamente literario.

En sus dos novelas anteriores, Una heredera de Barcelona (2010), y Estaba en el aire, que ganó el premio Nadal en 2013, Sergio Vila-San Sanjuán nos contaba distintas historias de Barcelona durante otras épocas, los años veinte y sesenta del siglo pasado, con un trasfondo moral.
En El informe Casabona la ciudad sigue siendo el marco del cuadro, y el color predominante del retrato es el gris. No es una  novela de buenos y malos. Entonces el lector puede dejarse llevar por la historia que está leyendo o mirar de cerca el cuadro para entender mejor lo que ha ocurrido en este país en estos últimos años. Pero más interesante es conocer el coste personal de llamarse Alejandro Casabona. Y ahora dejemos que sea el autor quien explique su propósito al escribir su tercera novela.
De entrada podemos pensar que vamos a leer una novela negra pero pronto descubrimos que es una investigación sobre la vida de una persona, una «quest» novelada por explicarlo de algún modo. ¿A qué se debe esta forma de contarla?
Soy un gran lector de novela negra, y por eso considero que en el género suelen ser más atractivos los inicios, el planteamiento del misterio, que su resolución, que habitualmente queda por debajo de lo que uno esperaba. En El informe Casabona he intentado hacer una novela de investigación que toma algunos elementos del relato policial pero no sigue su esquema clásico.
-No es habitual hacer a un empresario protagonista de una novela en la actual narrativa española, ¿por qué lo elegiste como una de las figuras centrales de tu libro?
Sí, en la narrativa española el empresario suele ser un personaje o bien caricaturizado o bien directamente negativo. Supongo que existen razones que lo justifican. Sin embargo, a lo largo de los años yo he ido conociendo bastante hombres de empresa que escapaban a este tópico, personajes que además de mucha iniciativa tenían sensibilidad cultural y capacidad de seducción (y, como todos los seres humanos, evidentemente también zonas oscuras). Me pareció que alguien de estas características podía dar bastante juego novelístico.
¿El empresario Alejandro Casabona es un superviviente de si mismo o un camaleón que ha necesitado adaptarse a los diferentes momentos históricos de su larga vida?
Al principio de la novela he colocado una cita de Orson Welles: ·”Si quieres un final feliz, todo depende, por supuesto, de donde detengas tu historia”. Casabona es un hombre de casi noventa años y en su vida se marcan distintas etapas: la de joven militante antifranquista en los años 50, la de empresario de éxito en los 60, la de político de centro en la etapa de la Transición y la de  mecenas de las artes en los últimos lustros. Según qué etapa analices te parece estar viendo a una persona diferente. Y según donde te pares te parecerá que es un triunfador o un completo fracasado. Esta gran ambivalencia de una trayectoria vital de cierta
envergadura era lo que me interesaba explorar.
Víctor Balmoral es también en cierto modo el representante de un mundo venido a menos y en este sentido, ¿se puede hablar de las dos caras de una misma moneda?
Víctor Balmoral conoce bien el mundo del magnate Casabona, pero al proceder  de una familia venida a menos tiene, por un lado, la tendencia a idealizar ese mundo de los triunfadores, que es un mundo que ha perdido, y, al mismo tiempo, un sentido crítico respecto a sus normas de conducta que le afina como periodista y también como ser humano. Son dos tendencias claramente en contradicción que he intentado sirvieran para dar cierta profundidad al personaje.
La figura del padre no sale muy bien  parada,  porque Casabona es todo menos un padre ejemplar y el padre de Balmoral tampoco lo fue. ¿Es una constante del siglo pasado estas  paternidades fracasadas debida a las prioridades de valores que existían entonces entre los hombres o eran casos particulares?
Es difícil establecer tipologías generacionales, pero no hay duda de que en ciertos sectores acomodados, durante los años sesenta y setenta del siglo pasado, hubo bastante gente que se lanzó a un intenso disfrute de la vida que hizo tambalear no pocas estructuras
familiares. Estos años de desmadre los vivieron tanto hombres como mujeres, aunque posiblemente los primeros los disfrutaron con más tranquilidad. En la novela, Casabona es un padre al que se le han escapado los hijos, y Balmoral un hijo que sigue buscando a su padre. En la reconstrucción de la personalidad del empresario, Balmoral persigue en parte al progenitor que no ha podido tener.
Barcelona, como en tus anteriores novelas, es casi otro “personaje” de la obra. ¿A qué se debe tu interés en reflejarlo?
En mis dos novelas anteriores intenté combinar la memoria familiar con la crónica urbana. En Una heredera de Barcelona recreaba la figura de mi abuelo Pablo, abogado y periodista, con el fondo de las luchas armadas entre anarquistas y pistoleros de la Patronal en la Barcelona de los años 20. En la segunda, Estaba el el aire, evocaba un programa de radio de los años 60 que buscaba personas desaparecidas, Rinomicine le busca, en el que había participado mi padre junto con el periodista de sucesos Enrique Rubio. Quería
recuperar la atmósfera de los años del desarrollismo y el “boom” de la publicidad. En estos dos libros la documentación y el detalle me preocupaban mucho. El informe Casabona comparte con las dos anteriores una cierta visión del patriciado barcelonés, que es un
concepto más acotado que la consabida “burguesía catalana”; pero la narración
es más libre y menos deudora de las fuentes documentales.
¿La tía Mary es la que  viene a enseñar, entre otras cosas, lados menos conocidos de la Guerra Civil española como fueron los desmanes  cometidos en el lado republicano?
El episodio de la persecución religiosa en la Cataluña de la Guerra Civil española fue muy duro y muy intenso. Yo quería remontarme a la guerra civil para reflejar como se reestructuró el capitalismo español en esos años y los inmediatamente posteriores. Pero también quería mostrar un personaje que atravesara la guerra con integridad y sin perder sus valores. La tía de Casabona se juega la vida ayudando a escapar a curas y monjas, y su valentía tiene un efecto positivo sobre Alejandro Casabona, que contrapesa el pragmatismo con ribetes de cinismo que ha recibido de otras personas de la familia.
¿Tu novela es también una fábula sobre el arte de enriquecerse o un canto de cisne sobre un mundo desaparecido?
Más que sobre el arte de enriquecerse, pretende ser una fábula sobre la ética empresarial. Sobre esa gama de claroscuros a la que tienen que enfrentarse los hombres y mujeres de negocios antes de trazar rayas rojas de conducta. Los mundos desaparecidos tienen encanto literario, y en mis novelas tiendo a reflejarlos, pero no soy una persona nostálgica, al menos en exceso, y espero que mis novelas no lo sean.
¿Por qué ese papel de mecenazgo que ejerce Casabona y de interés por el arte, que fue algo bastante común entre los empresarios catalanes del siglo pasado y anterior, no lo fue en el resto de España?
Al interés de la burguesía catalana por el arte (y al dinero que ganaron en las colonias americanas) se debe el esplendor del modernismo, que es uno de los grandes momentos de Barcelona. La burguesía catalana ha hecho cosas malas, pero hay que reconocerle que ésta la hizo bastante bien. Actualmente existen en la ciudad varios museos y fundaciones que muestran colecciones privadas de arte. Ese interés de una parte del mundo del dinero por el mundo de la cultura sigue estando en el ambiente.
¿Qué es lo más importante a la hora de escribir una novela: los persones, la trama o la forma de construirla?
A mí lo que me preocupa en primer lugar es encontrar una historia con un simbolismo lo bastante fuerte y que me interese lo suficiente como para dedicarle dos o tres años de mi vida. A continuación hay que dibujar una estructura que permita desplegar esa historia de una forma original y lo más interesante posible para el lector. El dibujo de personajes y atmósferas viene después, así como arroparlos mediante la documentación adecuada. Al menos como propósito inicial, claro.
Sergio Vila-Sanjuán (Barcelona, 1957). Periodista y novelista. Ha estudiado la historia de la
edición española en Pasando página.
Autores y editores en la España democrática
(2003), El síndrome de Frankfurt (2007) y Código best seller (2011). Reunió una selección de sus artículos en

Crónicas culturales (2004). En el año
2010 publicó su primera novela Una heredera
de Barcelona
. En el 2013, con la segunda, Estaba en el aire, ganó el premio Nadal. Autor de la monografía Miquel
Barceló
(1984) comisarió las exposiciones Realismo de vanguardia (1997) y Realismo
en Cataluña
(1999). Coordina el suplemento Cultura/s del diario

La Vanguardia.