El ocultismo es un género con gran éxito en esa veta interminable que resulta el nazismo como suprema encarnación del mal absoluto. Tal vez tenga que ver algo en ello el que todavía resulta increíble como un cabo austriaco, con tendencias bohemias, lograse después de la Segunda Guerra Mundial alcanzar el poder y embaucar a uno de los países más desarrollados cultural y científicamente,  como era la Alemania de la época de entreguerras. Una  forma de ayudar a entenderlo en la cultura popular es apelando a la existencia de fuerzas mágicas y esotéricas que ayudaron al nazismo.

Pero también a la cultura popular le encanta el nazi-ocultismo como una forma del eterno conflicto entre el bien y el mal. En la biblioteca de mi casa tengo varias colecciones de comics, películas y videojuegos donde el mal, encarnado por los seguidores de Hitler, intenta apoderarse del mundo incluso en nuestros días gracias a escenarios históricos distintos de lo ocurrido, lo que llamamos Ucronía.

Como ejemplo de ello tenemos a los comics de Marvel, de cuya factoría surgió en el  2011 la película: Capitán América: El primer vengador. En la cinta el héroe combate contra el jefe de armamento de Hitler que encabeza una organización que tiene en su poder una fuente de energía capaz de dominar el mundo.  En los videojuegos tenemos varios de ellos de gran éxito, como Wolfenstein. En The New Order, la Segunda Guerra Mundial la está ganando el superior poderío militar nazi. El protagonista del juego es  uno de los tripulantes de los cientos de bombarderos que intentan destruir la fortaleza del doctor Calavera, el ciéntifico nazi que gracias sus inventos ha logrado revertir el curso de la guerra. En Raiders of the Lost Ark los nazis están emparentados con los demonios. Y puestos a reírnos tenemos zombis SS en la comedia de terror noruega Dead Snow.

 

Una escena de Capitán América: el primer vengador

 

Sin embargo, hay una base histórica que es analizada en el libro Hitler’s Monsters: A Supernatural History of the Third Reich (Yale University Press, 2017) del historiador norteamericano Eric Kurlander (1973) autor de dos libros más sobre la Alemania de entreguerras. Sin caer en lugares comunes ni tampoco arquetipos evidentes, escribe con rigor histórico sobre el tema sin dejarse llevar por la fantasía.

Lo que nos viene a decir en su ensayo histórico es que el nazismo estaba dispuesto a aprovechar cualquier tendencia que no atentara contra los principios fundamentales del nacionalsocialismo para ampliar el consenso de la población con el régimen. Un lado que no había sido estudiado hasta ahora en la ingente bibliografía sobre el asunto. El aparato de poder del nazismo estaba dispuesto a utilizar cualquier instrumento y escuela de pensamiento para sumar adeptos, un tema hasta ahora descuidado por la riquísima bibliografía sobre el ocultismo nacionalsocialista, exhaustivamente estudiaba por Kurlander.

Kurlander analiza lo publicado sobre el esoterismo nazi, cuyo origen se encuentra en  el libro El retorno de los brujos (1960) de Louis Pauwels y Jacques Bergier. Después de este libro que  se convirtió  en  un best-seller, siguieron muchos otros que incluyeron el esoterismo nazi dentro del florecimiento del ocultismo a finales del siglo XIX y comienzos del XX en Europa.

 

Expedicionarios en Calcuta, en 1938. De izquierda a derecha, Karl Wienert, Ernst Schäfer, Bruno Beger, Ernst Krause y Edmund Geer. Bundesarchiv

 

Kurlander destaca la influencia de la tradición hermética en el régimen de Hitler, sobretodo en su formación cultural, pero en un sentido sobrenatural más que mágico. Analiza la radioestesia, la antroposofía, la ariosofía y la teoría de los hielos cósmicos, que fueron muy del gusto del nazismo. El régimen nazi llegó a financiar investigaciones sobre tecnologías milagrosas y estudios varios. Como el viaje al Tibet dirigido por el naturalista alemán Ernst Schäfer en 1938 para estudiar la etnografía, fauna y flora de la región, pero también para confirmar teorías racistas o esotéricas.

De este modo nos descubre los experimentos de radiestesia del Instituto de Péndulos de la Armada Alemana, para localizar la posición de los convoyes enemigos en el mar mediante péndulos y otros dispositivos sobrenaturales. O la «Operación Marte» para localizar donde estaba encarcelado Mussolini en 1943. Una veintena de astrólogos y ocultistas, algunos de ellos incluso sacados de los campos de concentración, fueron concentrados en la sede de la policía criminal. Allí consiguieron localizar el lugar de los Apeninos donde el dictador italiano fue liberado por Otto Skorzeny.

Según Kurlander no cualquier alemán que comulgaba con elementos de este imaginario sobrenatural propuesto por el Partido Nacionalsocialista tenían esta ideología. Pero la habilidad de los nazis fue atraer el apoyo de una parte transversal de la población alemana que si creía en estas cuestiones incluso desde un punto de vista científico.

 

 

 

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