
Puente Verrazano-Narrow. Nueva York
Dentro de pocas semanas la editorial Alfaguara, dentro de la novedades literarias del primer trimestre del año, tiene pensado publicar El puente, de Gay Talese, una de las obras cumbres de llamado “nuevo periodismo” y que, sin embargo, en España, en su momento, y me estoy refiriendo a lo que editaba en los años setenta, no tuvo repercusión alguna. Sucedió que por razones que se me escapan, las editoriales españolas de entonces publicaban a Tom Wolfe, otra de las voces sagradas del “nuevo periodismo”, y sólo a Tom Wolfe. Los que éramos más o menos jóvenes por aquel entonces supimos del party que dio Leonard Berstein en su apartamento de Nueva York a los Panteras Negras o los mil modos que adoptaban las tribus psicodélicas del momento con más detalle que lo que sucedía a nuestro alrededor. Wolfe era periodista dotado y titulaba para fascinar al lector y gracias a él aprendimos ciertas cosas sobre el país de América del Norte muy alejadas de los prejuicios provincianos del antiamericanismo de buena parte de la izquierda tradicional española, característica que los unía a los falangistas y que supongo se remontaría a la guerra donde perdimos Cuba, Puerto Rico y las Filipinas.
Luego nos vino Gay Talese, el reportero legendario del New York Times, el hacedor de artículos míticos de figuras como Frank Sinatra, “Frank Sinatra is a cold” es considerado el mejor artículo escrito en la revista Esquire, Dean Martin o Joe DiMaggio, todos de origen italiano, como Talese. Cuando nos llegó Talese el “nuevo periodismo” había dado sus últimas boqueadas hace tiempo y ello favoreció al autor de libros sobre el periodista. Unto the Sons, sobre la emigración italiana, es libro referente y considerado ya un clásico; Honor Thy Father, sobre la mafia neoyorkina, consiguió poner en el tapete los problemas de esa realidad antes de que el público se familiarizase con ella gracias a la película El Padrino; La vida de un escritor, por último es una suerte de narración autobiográfica donde Talese reflexiona sobre el oficio Una delicia.
Digo, ahora nos llega El puente, un libro que vio la luz en otoño del 64, uno de los grandes libros de Talese pero que vivió el sueño de los justos pese a su éxito inical hasta que fue reeditado hace poco tiempo en edición de bolsillo. De repente el público norteamericano redescubrió la obra y ahora pasa por ser uno de sus grandes títulos, junto a los que hemos mencionado más arriba. Talese escribió este libro poco después de que terminara de construirse el puente Verrazano-Narrows, que conecta los distritos neoyorkinos de Staten Island y Brooklyn, y poco después de comenzar como reportero del New York Times. El reportaje es espléndido, pues Talese se puso un casco y estuvo conviviendo tiempo con los obreros que construían el puente paseando entre las vigas de hierro. El libro, sin embargo, no es la crónica de la construcción de este hermoso artefacto sino algo mucho más sutil e importante: es un homenaje a los hombres que construyeron el puente, esos “testigos mudos de la historia” a que se refería Walter Benjamin, donde los obreros toman protagonismo como verdaderos artífices con sus vidas sin voz pública pero de un interés dramático pues esas vidas se vieron influidas sobramanera por la construcción del puente. En ese sentido el libro es modelo de prosa dialéctica ya que retrata por un lado la creación de ese monstruo de la ingeniería con sus miles de obreros afanándose en darle realidad y, por otro, de qué manera esa construcción afectó al barrio y desplazó a vecinos y comerciantes, cuyas protestas fueron lideradas por Robert Moses, cuya figura toma en el libro visos de leyenda de otros tiempos.
El puente sigue siendo el puente colgante, dos millas y media, más largo de los Estados Unidos aún hoy, cuarenta años después. Gay Talese visitó el lugar de nuevo, en ese aniversario, y escribió un reportaje a modo de epílogo del libro que completa el círculo de figuras de obreros, de dramas de comerciantes que generó la construcción del puente aportando los dramas de los nuevos protagonistas de ese espacio, con lo que el libro adquiere un significado ligeramente distinto al que se publicó en 1964. El puente, soberbio producto de ese nuevo periodismo que estaba naciendo entonces y del que A sangre fría, de Truman Capote sigue siendo el ejemplo señero, es uno de los grandes libros del género y, ahora, en traducción de Antonio Lozano Sagreira, nos llega de manos de la editorial que más ha ayudado a la difución de este autor entre nosotros. Talese logra en este libro que el lector caiga en la cuenta de que detrás de cada vida de las personas implicadas en la construcción hay una digna de ser novelada. Talese o el milagro de ser casi un Balzac de nuestra época. No es poco.