El fundador y bajista de los grupos Joy Division y New Order, Peter Hook, cuenta en este libro de memorias The Hacienda, cómo no dirigir un club, la historia de la discoteca de Manchester The Hacienda, uno de los sitios surgido a comienzos de los años ochenta y que marcaron época y tendencia. Al principio fue mas una sala de conciertos y sólo a partir de 1984 se convirtió en una discoteca con las sesiones de la Noche del desnudo del pinchadiscos Mike Pickering.
Como todos los lugares con ambición y que se adelantan a su tiempo, The Hacienda pagó su descaro. Pero los componentes de un grupo de éxito como New Order y dueños del sitio tampoco fueron conscientes de lo que deseaban. Entonces, ¿dónde está el mérito? One moment, please. Recapitulemos.
New Order tuvo más éxito en Estados Unidos que en Europa y lo que vieron en la noche de Nueva York de comienzos de los años ochenta no existía en su ciudad ni tampoco en Londres. Un local donde se pueden celebrar conciertos, escuchar música, bailar y cien cosas más. Todo en uno. Así que se hicieron con un almacén frío y desangelado de Manchester.
En los conciertos actuaban buenos grupos poco conocidos, lo que se traducía en un escaso auditorio, y la música que reinaba en la sala era música indie de bandas aún más desconocidas que las anteriores. La caja perdía dinero, pero los de New Order se podían permitir muchos caprichos, aunque Hook se queja en sus memorias de que apenas les quedaba dinero para ellos, salvo drogas y alcohol. Verdad o leyenda lo que si es cierto es que allí surgió una de las tendencias más potentes de los años ochenta. ¿La causa? La llegada del éxtasis traído desde Ibiza y que daría lugar al denominado verano del amor de 1988.
Aquello trastocó un poco todo y cambió el tipo de gente que frecuentaba la discoteca hasta entonces, una mezcla de estudiantes con pretensiones artísticas y modernos en general. Empezaron a llegar gente de los barrios del norte de Manchester que preferían bailar empastillados que pasar las noches en las viviendas de protección oficial o emborracharse de cerveza barata en el pub de la esquina.
Dicen que a estos sitios se va a bailar y sacar energía, no a drogarse salvo la gente aburrida que no sabe que hacer con sus vidas. Pero los Dj empezaron a mezclar música electrónica, hip hop, funk, tecno pop, música de baile neoyorquina y todo lo que animase a los bailarines de la pista que se ayudaban con pastillas para resistir horas y horas.
Los Dj, jaleados por el público, pinchaban una ecléctica mezcla de funk, música electrónica de su tiempo (o sea poco que ver con la actual) e indie. Acababa de nacer el Acid house y un lugar mítico que revolucionó la escena musical, o al menos la del local.
Fueron tiempos de bailes frenéticos y locuras variadas como el freaking dance. El catálogo de excesos fue notable tirando a sobresaliente. En las fiestas se recreaba Ibiza con arena, tumbonas, piscina y lámpara de rayos UVA. Las cuentas no cuadraban pero la gente se lo pasaba en grande, y también los dueños. El Club tenía sus propias reglas y allí se comulgaba con pastillas que se vendían por docenas dentro. El público iba de lo mejor de la ciudad a lo peor, y estaba claro que aquel desmadre no iba a perdurar.
De momento a los bohemios de la clase obrera, que pasaban la droga para subsistir sin ir a unas fábricas inexistentes, se les sumaban famosos en tránsito y la característica fauna nocturna que entonaba sus himnos de felicidad y belleza entre bailes tribales.
El éxito de un local nocturno consiste en que la gente sea capaz de proyectar sus aspiraciones y fantasías en la pista de baile, las esquinas, la barra o el cuarto de baño. Manchester es una ciudad gris, lluviosa, de barrios peligrosos, o al menos lo era. Pero en la hacienda manchesteriana todo era luz y color, pasión y fe. Lo dicho. El verano del amor triunfó gracias a las pastillas que ayudaban a bajar las murallas de cada uno. De este modo era fácil tender puentes levadizos entre los mil mundos.
Pero la luna de miel se terminó pronto. Llegaron las primeras muertes por sobredosis de pastillas y las mafias partieron brazos y costillas para hacerse con el negocio desatenta de droga. A la mafia le interesa poco la calidad del producto que vende. Eso corre a cuenta del usuario. Le interesa hacer dinero. Detrás de ellos llegó la policía y los juegos habituales de policías y ladrones. La gente simpática desapareció, la puerta del local se hizo más restrictiva, la cocaína sustituyó al éxtasis y el local perdió toda magia.
La hacienda estuvo cerrada un tiempo por líos varios, volvió a abrir en 1991 y duró hasta 1997 pero no era mas que la sombra de lo que fue. En junio de 1997 tras la fiesta del décimo quinto aniversario cerró definitivamente.
¿Y nuestro amigo Peter Hook?
En sus memorias, que se suman a las del resto del grupo que han escrito ellos o un negro literario, se lamenta de los errores cometidos y el dinero perdido. Cuando cerró, el local tenía unas deudas de medio millón de libras. La noche es un negocio difícil de mantener y aún peor de sobrellevar.
Derribado, ahora es un edificio de pisos de lujo que conserva el nombre del lugar donde nacieron muchos sueños y murieron otros tantos. Lean el libro y se divertirán.