El viaje ha adquirido en nuestro imaginario, desde Gilgamesh, múltiples máscaras, facetas, necesidades: el viaje como emigración, quizá su primera manifestación; el viaje como destino; el viaje como descubrimiento; el viaje como castigo sin retorno, es decir, el destierro, toda una institución en la Antigua Roma; el viaje como costumbre social; el viaje como modo de corroborar en la realidad lo visto en los audiovisuales y que adquiere su  caricaturesca versión en el previsible selfie con el paisaje escogido detrás; el viaje como modo de completar una educación que se supone ejemplar, el Grand Tour fue la más ajustada consumación de este modo de concebirlo…

La literatura de viajes abunda sobre todo en los testimonios de los viajeros. Así ha sido durante siglos porque se supone, y ello es incontestable, que lo que le interesaba al oyente o lector del relato viajero era justamente esa experiencia subjetiva. Luego vino la conciencia histórica, relativa, y el testimonio pasó de ser fascinante muestra de la verdad del paisaje a la cambiante faz del mismo y su paisanaje y entonces esos testimonios pasaron, so pena de generar cierto caos cargado de subjetividades, a ser clasificados en contextos, dando, así, paso una nueva modalidad, el libro teórico sobre el acto del viaje, con lo que éste ha adquirido una sospechosa conciencia de sí mismo que rompe, si alguna vez esto ha tenido lugar, cierta mirada inocente sobre el mismo.

Patricia Almarcegui (Zaragoza, 1969) es profesora de Literatura Comparada, amén de novelista y ensayista y desde hace tiempo se ha especializado en teoría del viaje con libros de cierta consideración y que son ya referentes en la modalidad aludida e, incluso, en la narrativa, como El sentido del viaje, que fue Premio Fray Luís de León de la Junta de Castilla y León; Los libros de viajes; Una viajera por Asia Central; Ali Bey y los viajeros europeos a Oriente; Los viajes de Marco Polo

 

Patricia Almarcegui

 

Ahora ha publicado , Fórcola Ediciones, que recopila artículos de prensa y de revistas aparecidos en los últimos años con la inclusión de algunos inéditos y escritos exprofeso para esta edición. El resultado es curioso pues Almarcegui no logra, o no quiere, que para el caso es lo mismo, desprenderse en ningún momento de ciertos recursos teóricos acompañados de su correspondiente lenguaje, de talante académico e incisivamente inclinado a un lenguaje de claro talante estructuralista.

Pero a veces la recopilación posee ventajas que no tienen los ensayos dedicados a una sola temática: la variedad, en este caso, juega a favor del libro hasta el punto de que este volumen puede ser considerado una especie de temas sobre el viaje por los que la autora está fascinada desde muchos ángulos, lo que equivale a decir, modalidades y puntos de vista. Así, el libro está dividido claramente, lo que facilita su posterior consulta después de haberlo leído, en tres apartados: El arte de viajar, donde Patricia Almarcegui se muestra más dada a exponer las diversas concepciones de qué es eso del viaje y sus claras diferencias a lo largo de los tiempos; El noble deseo de recorrer mundo, donde la autora repasa la trayectoria de viajeros célebres, desde luego Marco Polo pero también nuestro Ruy González de Clavijo con cuyo libro de viajes a Tamerlán se inaugura según Almarcegui el modo moderno de considerar el viaje; Lady Mary Wortley Montagu, una de esas maravillosas y extravagantes mujeres de tiempos pretéritos que siguen causando asombro; cómo no, Ali Bey, el catalán que se travistió de musulmán antes que lo hiciera el  celebrado británico, y Carsten Niebuhr, a quien Almarcegui considera el maestro de Badía- Bey, acabando con Annemarie Schwarzenbach, otra fascinante dama que habitó largo tiempo en Irán, cuando aún se gustaba de llamarla Persia, y que fue uno de los amores obsesivos de Carson McCullers. En el último apartado, La problemática del viaje,  Patricia Almarcegui ofrece caminos y direcciones del modo de abordar el viaje , que a estas alturas de la lectura no sospechábamos que fuera tan complejo.

Nos da, por ejemplo, una especial bibliografía sobre teoría de libros de viaje y al citar el libro de Eric J. Leed  no tiene empacho en confesar que no lo tiene a mano y que una vez lo prestó y no se lo devolvieron por lo que ruega al despistado poseedor que si lee Los mitos del viaje le devuelva el Leed… recurso estupendo que traspasa la veracidad de la anécdota para convertirse en  modélico artificio… y, luego, finaliza el libro con apartados donde trata la literatura del viaje: Viaje y el mar; Viaje y crónica; Viaje y turismo y Viaje y género.

 

 

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