Karen Mella está rodeada de niños y niñas que no llegan a los 3 años. Es un maternal (jardín de infancia) en la ciudad argentina de Cipolletti. Cruzó desde Neuquén porque le gusta transmitir el amor por la literatura. Además de escritora es lectora y gestora cultural. Desde 2013, lleva entre sus manos poderosas ideas narrativas para incentivar a través del juego la lectura.
Y luego, otro momento, durante 2019, en su taller literario en el Centro Cultural Oeste de Neuquén, al que no le dejaron una luz en la Cuarentena por la Covid19, es un espacio lejos del epicentro urbano. El hambre, el frío, la violencia son parte de una cotidianidad que logran salir como pájaros en las historias o en dibujos de los pequeños y pequeñas que asisten. Es literatura de barrio, sin élites, sin muros. La esperanza está impresa en las características de la pedagogía de Mella. Otra de sus tareas actuales, muy variadas, hoy es trabajar en las oficinas de la Subsecretaría de Cultura de Neuquen.
Es mayo en la ventana. En la Patagonia, el frío es cada vez más invernal. Karen rememora: “Literarte Neuquén es un colectivo de acciones literarias, sin fines de lucro. Nació en el año 2011 como una necesidad de contar lo que pasaba en los barrios, y como una necesidad de socializar la literatura más allá de la escuela. Salirnos del canon para atravesar la experiencia cultural de la oralidad y escritura. Sin dudas es una forma de inclusión social, es sacar el libro de la escuela e invitar a niños, niñas, adolescentes, jóvenes y adultos a jugar, a integrar literatura y arte, a ponerle el cuerpo”.
Neuquén es una ciudad pujante. El crecimiento , al ritmo de la actividad petrolera, levantó edificios, calles de asfalto y sumó asentamientos, principalmente en la barda, donde la falta de servicios y las casas precarias muchas veces contrasta con la opulencia de los camiones que van a los pozos petroleros del norte neuquino que en su gran mayoría responde a inversiones extranjeras. La teoría económica del derrame más tiene que ver con los chicos malabaristas de los semáforos de la Avenida Argentina que por la fiebre de Vaca Muerta.
“Sin dudas Literarte es una decisión política de militar la literatura en los márgenes, en las orillas de aquellos espacios negados u olvidados” retoma Karen Mella quien también cree en las políticas públicas culturales como una forma de inclusión social.
La próxima pregunta es en torno al vínculo primero de la literatura con el ser en relación al acontecer oral.
“Mi vínculo con la literatura nació en la oralidad de mi abuela y bisabuela materna, en su narración particular, en su analfabetismo. La llave me la dieron esas mujeres que me contaban historias. Historias de familia, de carencias, de supersticiones y creencias. Me enseñaron a escuchar, primero y, a buscar el relato en todas las cosas. Los libros los encontré afuera, los leía por ellas, que nunca pudieron, en la biblioteca del barrio de mi infancia. Agotaba las horas de la siesta en esos estantes”.
En la entrevista se percibe un constante vaivén. Hay un péndulo que nos va llevando de la realidad expresada en un compromiso social hacia la experiencia subjetiva, de la masmédula de la necesidad de escribir de Oliverio Girondo a la verificación taxativa.
“El trabajo de creación y el trabajo en gestión cultural tienen distintas agendas en cuanto a la producción. Sin embargo, soy la misma persona que lee, escribe, estudia, analiza, planifica y evalúa constantemente el paso por los distintos espacios que me convocan. Nunca se deja de leer y transformar la mirada con cada experiencia. Es en la gestión cultural donde convergen todas esas formas de ser para ponerse al servicio de la comunidad” resalta la entrevistada.
Mientras preparamos estas preguntas y estas respuestas, ella investiga nuevas plataformas de comunicación en Internet, avances, actualizaciones, formas de expresión que se visualizan día a día en la producción del periodismo y de la literatura. Saliendo del clásico enamoramiento del libro de papel manifiesta con seguridad: “Para mí todas las formas de leer son válidas. Hoy podemos acceder a audiotecas, bibliotecas virtuales, editoriales y ferias del libro desde casa. Aunque el libro en papel siempre será una opción, hoy hay nuevas tecnologías que lo acompañan”.
Pregunto. ¿Donde está el lector?
El lector del siglo XXI es un lector hiperactivo, cibernauta, diverso, espontáneo, sin miedo ni pruritos a los géneros electrónicos. Los lectores están, solo hay que propiciar el encuentro, volver accesible la lectura. Es fundamental afianzar la lectura en el currículum escolar. Pensar didácticas de la lectura.
¿Y la literatura?
La literatura está en cada paso del hombre, como las correspondencias de las que habla Baudelaire en su poema del mismo nombre, “entre bosques de símbolos va el hombre a la ventura; / que lo contemplan con miradas familiares.”(Versos 3 y 4, Las Flores del mal), ese hombre es el poeta, el que escribe, y también el que lee los símbolos del arte de las palabras, el que los descifra.
Y después de un largo trajinar por los recuerdos, de andar por las orillas de los géneros literarios, la Profesora Karen Mella, mamá de Amadeo, vuelve a ser escritora para terminar la entrevista con una definición de su propia versión del oficio:
“En la literatura no hay razón para ahuyentar los fantasmas, al contrario, hay que invitarlos a pasar, charlar con ellos, porque esos son los mundos posibles, y quien escribe siempre está a la suerte de un esquizofrénico, ese es un poco el juego”.

Karen Mella