Un libro publicado por la Biblioteca de Autores Manchegos-Diputación de Ciudad Real, pues resulta que el personaje que nos ocupa nació en Ciudad Real en 1877 y vivimos a día de hoy en una España habitada por el localismo. Un libro necesario, sobre un jurista, pedagogo y profesor. Una obra sobre el pasado reciente, pero que trata de un tema de nuestros días, aunque no esté en los noticiarios ni en la agenda de los políticos. Un estudio útil tanto en su vertiente de investigación como en la de divulgación, pues la figura de José Castillejo sigue siendo poco conocida fuera del ámbito académico, tan necesitado, por otra parte, de renovación, de pensamiento, de debates sobre el presente y el futuro del hombre en sociedad.

Un libro que invita a reflexionar, seguramente con la intención de que lo hagamos más sobre el presente que sobre el pasado, pues para eso se nos empuja sutilmente a preguntarnos sobre un legado intelectual, sin necesidad de llenar las páginas de signos de interrogación. Trata de un colectivo intelectual, y sobre todo de un hombre que se casó con una inglesa, para vivir con ella en España, y que acabó muriendo en Londres, a donde había huido con los suyos de las varias Españas enfrentadas, esas que antepusieron la destrucción a la construcción. Un hombre de otra España, una España que no ganó ni en la paz ni en la guerra, pero que existió, no una España que no pudo ser, sino que fue, por eso tenemos un legado de pensamiento y obras, una España que existió durante un espacio temporal corto, en parcelas, junto a otras Españas, casi siempre en sus márgenes.

Leyendo hoy en día sobre José Castillejo, se echa de menos la existencia de personas que, además de ser personajes en el mundo de la ciencia, tengan una influencia intelectual en la sociedad. Llama la atención que, hace un siglo, fueran muchas más que en la actualidad los hombres, y también las mujeres, de letras y de ciencias que, además de opinar, generaron opinión y alentaron una transformación de la sociedad, a mejor, para todos, sin necesidad de expulsar a nadie, al contrario, o de matarlo. Esa inteligencia liberal, esas personas que habían estudiado, que consideraban una necesidad, y un placer, continuar aprendiendo, como un alimento para sus vidas, dándole vueltas a la cabeza sobre cómo mejorar la vida de todos, pacíficamente, ¿dónde están?, o ¿están? La figura del personaje que ha ocupado a Luis Palacios es la de alguien que trabajó para cambiar la sociedad desde la educación, una idea a la que, entonces, fueron receptivos algunos políticos liberales y demócratas, un legado vivo, aunque, apenas, en los gobiernos.

En cuatro capítulos, “Regenerar España a través de la educación”, “Hacia la España deseada”, “La oportunidad perdida” y “La España soñada”, el libro del Profesor Palacios recorre el itinerario intelectual más fecundo de la España Contemporánea. Aquí están los orígenes del regeneracionismo en España, y los argumentos de sus promotores en el último cuarto del siglo XIX, comenzando por los krausistas, con Julián de Sanz del Río a la cabeza. Por supuesto, el impulso de Francisco Giner, el alma de la Institución Libre de Enseñanza (ILE), nacida, de las raíces krausistas, en los inicios de la Restauración monárquica, borbónica y conservadora que liquidó la libertad de cátedra a golpe de decreto, y sus principios, bien expuestos, libertad de ciencia y conciencia, y debate intelectual frente al fanatismo y el dogmatismo, de los que dimanan la Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (y a su amparo el Institut d´Estudis Catalans), la Residencia de Estudiantes, el Instituto-Escuela y otras creaciones, sin olvidar aquellos organismos en los que influyen la obra y el pensamiento de la ILE, como son  el Museo Pedagógico, la Comisión de Reformas Sociales y el Centro de Estudios Históricos. En sus páginas encontramos también la labor de siembra realizada por quienes se formaron en la ILE, cada cual en su concreto ámbito de acción, es decir, el legado del alma de Giner en varias cabezas transformadoras de la España del siglo XX, centrando la atención en Castillejo, y la presencia de la ILE en Hispanoamérica y Estados Unidos.

Por supuesto, se presta especial atención a la biografía de Castillejo, un liberal reformador atraído por e integrado en el proyecto gineriano (por eso este es deudor del esfuerzo cotidiano de Castillejo, hasta el punto de que el Instituto-Escuela nació de una conversación entre ambos), en el contexto del tiempo que le tocó vivir, desde su nacimiento y traslado a Madrid para terminar sus estudios de Derecho en la Universidad Central, y el Madrid del Ateneo, la Academia de Jurisprudencia y los cafés. En las páginas siguientes, su condición de catedrático de Derecho Romano de la Universidad de Sevilla y, en seguida, agregado al Servicio de Información Técnica y de Relaciones con el Extranjero, en el Ministerio de Instrucción Pública (en aquella España liberal, no democrática, ascendían también quienes tenían ideas regeneracionistas de lo establecido), hasta su labor de secretario de la Junta de Ampliación de Estudios (creada en enero de 1907 para enviar pensionados al extranjero), lo que le permitió tratar de forma asidua a uno de los españoles más ilustres de la historia, Santiago Ramón y Cajal, presidente de la JAE, y la cátedra ganada en Madrid de Derecho Romano; y las inquietudes del biografiado, sus viajes por Europa, de observación y estudio, concebidos, como le dijera Giner, como la mejor educación. No solo Castillejo desfila por estas páginas, sino el conjunto del pensamiento de la ILE y sus aportaciones pedagógicas, todo su laboratorio de pedagogía(por ejemplo, y esta fue la filosofía del Instituto-Escuela, “la intuición y la acción son principios prioritarios, haciendo partir al alumno de la observación” y “supresión de libros de texto”), y todo el mundo cultural implicado en la transformación del sistema educativo mientras pudo ser, en el más amplio sentido, con cabida para la Residencia de Estudiantes, y para la Residencia de Señoritas, para esta y para el Lyceum Club Femenino, María de Maeztu y Clara Campoamor. Pues Palacios hace una historia cultural bien contextualizada, relacionando, y no solo encuadrando, la cultura, en este caso el planeamiento de la educación, en la Restauración, cuando ya el pensamiento y los logros de la ILE habían calado en una parte de la sociedad española, y la Segunda República.

 

José Castillejo y su familia

 

El autor titula “La oportunidad perdida” el capítulo dedicado a la incorporación de hombres de la ILE por la República, a cómo durante el primer bienio republicano sus ideas fueron, parcialmente, un referente de la política educativa y cultural, y al desencanto de varios representantes de la ILE respecto tanto a las promesas como a las realizaciones de la República. Castillejo fue uno de los críticos, y de esto dejó testimonio en conversaciones y en artículos en El Sol. A fin de cuentas, su esperanza de transformación de la sociedad, en sentido liberal, se fundamentaba en la educación y no en la labor de los políticos, y él, como Giner, era más liberal que demócrata; recordemos que, en aquella época, la de la crisis del liberalismo, este solo sobrevivió en Gran Bretaña, sus ex colonias de Oceanía y Estados Unidos, mientras Europa y Asia sucumbían al azote de los totalitarismos. La convulsa y radicalizada vida política española horrorizó a Castillejo. Palacios nos lo recuerda, con referencias al contenido de Guerra de ideas en España. El inicio de la guerra civil le pilló a Castillejo en Ginebra, mientras su familia veraneaba en Benidorm. Regresó, para unirse a su familia, y escapar de la barbarie en un barco-hospital inglés.

La última parte nos sitúa a Castillejo en Inglaterra, como a Arturo Barea, periodista, comunicador y novelista, genial en La forja de un rebelde, un socialista horrorizado por la derecha nacional católica y desencantado de los hechos y alianzas de una parte de sus compañeros políticos; los huesos de uno y las cenizas del otro se quedaron en suelo británico, y allí han tenido que viajar algunos de nuestros escritores e intelectuales para rendirles un postrero homenaje, como a tierra francesa para honrar a Antonio Machado. En el exilio, tanto Castillejo como Barea participaron en la lucha contra los totalitarismos. Eso sí, en Castillejo, desde La Voz de Londres, se percibe, como siempre en su caso, un talante menos propagandístico, menos demagógico, más didáctico: “¡Juventudes! En esta hora suprema abrazaos fraternalmente y acoged a los que os dicen que son vuestros enemigos (…) Vuestra misión suprema es reconciliar y perdonar. No os dejéis seducir. Apartaos de la política. Formaos primero como hombres. Estudiad la naturaleza y la historia, la literatura y el arte. Músculos fuertes y cerebro equilibrado son garantías de libertad. Sed libres. No rechacéis doctrinas o ideas, guardarlas para meditarlas. Respetad a los jóvenes equivocados. Más se corrigen con afecto que con desprecio. Cultivad el sentido del honor y el juego limpio. La nación que tenga esas juventudes puede tener libertad, democracia y, si el caso llega, victoria”. Algo hay en sus palabras de desazón por la experiencia española, y eso que apenas vivió presencialmente la barbarie de una de las retaguardias. También algo de ingenuidad, o de genialidad.

No falta, no podía faltar en un libro de este autor, una cuestión relacionada con la temática general de la obra, la reivindicación de incluir las Humanidades en todos los planes de estudio universitarios. Algo planteado hace ya unos años en la Universidad Rey Juan Carlos, y que fue el germen de su Instituto de Humanidades, y que debería tener un alcance nacional: “Hoy, como entonces, sigo creyendo en la educación como elemento previo e imprescindible para reformar España. Sigo creyendo que, con la arquitectura educacional de Castillejo y de la ILE y con los valores que la sustentan se podría llegar a esa España soñada en la que la libertad sea su bandera y en la que vivir sea un convivir en paz y en democracia”.

Luis Palacios, catedrático de Historia Contemporánea en las Universidades de Córdoba y Rey Juan Carlos, había tratado de estos temas en otras obras, José Castillejo. Última etapa de la Institución Libre de Enseñanza (Madrid, Narcea, 1979), Castillejo, educador, Instituto-Escuela. Historia de una renovación educativa, y, entre otras, Educación y Universidad (Centro de Estudios Ramón Areces, 2005). Conoce bien el tema y nos insiste sobre su importancia. Ahora vuelve sobre la obra de Giner, Cossío y Castillejo, educadores y reformadores, convencidos de la posibilidad de transformar la sociedad y las mentalidades mediante la educación, de que la renovación educativa y cultural llevaría a “una España moderna y más avanzada”. Un homenaje a la cosmovisión de Castillejo, como escribe el autor en el prólogo, “basada en un mundo de valores, como la libertad, la tolerancia, el trabajo bien hecho, la disciplina, la responsabilidad, la austeridad y autoexigencia…es la mejor plataforma para una democracia bien entendida”. A hombres y mujeres, Giner, Castillejo, Maeztu…, convencidos de que lo que faltaba en la España del primer tercio del siglo pasado eran personas, y no leyes y decretos con hermosos propósitos, personas para llevarlos a cabo, y por eso la necesidad de más y más educación liberal, para que hubiera más y más hombres y mujeres comprometidos en la construcción de sociedades más libres, más responsables, más comprometidas con el progreso de la ciencia y la difusión de la cultura.

Alberto Jiménez Fraud, en una alocución radiada el 31 de mayo de 1945, en La Voz de Londres, preguntaba: “¿Puede considerarse perdido este colosal esfuerzo de Castillejo para organizar la Ciencia española, formar los servidores de ella, levantar el nivel de las profesiones y ayudar, en suma, a la renovación total de la cultura patria?” Algunos han considerado que la respuesta debe ser negativa, que no se ha perdido, que no muere si se continúa el esfuerzo, adecuándolo al contexto actual, aunque, tal vez, las ideas sean lo principal, y no el contexto. Creo que así lo han entendido en la Fundación Olivar de Castillejo y que ese es el mensaje que nos trae el libro de Luis Palacios.

 

 

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Luis Palacios Bañuelos

La España soñada. Castillejo, un regenerador desde la Institución Libre de Enseñanza

Ciudad Real, Servicio de Cultura Diputación Provincial, 2019

ISBN 978-84-7789-367-7