Case Study, la Stahl House de Pierre Koenig. Julius Shulman
Bret Easton Ellis regresa al lugar del crimen después de un largo tiempo de silencio novelístico con The Shards (Los destrozos) y sale airoso de la prueba en este libro que, a diferencia de Menos que cero y American Psycho resulta mucho menos plano y mas rico emocionalmente. El decorado es el clásico de este autor, Los Angeles, Mulholland Drive, padres ausentes, obsesiones malsanas, palmeras y piscinas, cocaína y pastillas, crímenes e hijos de familias adineradas que acaban de dejar la adolescencia y se encaminan hacia la edad adulta. The Shards es una buena novela de formación, un ejercicio de autoficción y una novela negra o, mejor dicho, una novela de crímenes no resueltos.
Estamos en 1981 y es el último año de instituto en un centro de prestigio para un grupo de jóvenes que conforman un grupo de amigos. Visten a la moda, escuchan música, asisten a fiestas, estudian, se drogan y mueven en coches descapotables, como tantos otros jóvenes angelinos. Tom y Susan son los mas deseados del instituto. Bret, el narrador, sale con Debbie, la hija de un rico productor cinematográfico. Es gay y todavía no ha salido del armario aunque ya se ha acostado con dos compañeros de clase, y escribe una novela que se titula Menos que cero.
Ahora Bret, que ya es mayor, se dispone a escribir una novela sobre lo que vivió durante aquel año. Desde entonces ha estado trabajando de guionista. “Una novela”, escribe Bret en la primera página de The Shards, “es un sueño que exige ser escrito igual que uno se enamora: resulta imposible resistirse, no puedes evitarlo, acabas cediendo y sucumbiendo, aunque tu instinto te lleve a dar la espalda y alejarte porque al final puede ser un juego peligroso: alguien puede salir herido (…) Para otros, puede llevar más tiempo sentir claramente esa conexión, periodos mucho más largos para comprender lo necesario que era escribir esa novela o enamorarse de esa persona, revivir ese sueño, a veces décadas después”.
Parte de ese sueño del pasado es Robert Mallory, un chico muy guapo que entra a formar parte del grupo de Bret, Tom y los demás. Carismático, pero también con una manera de proceder extraña.

Bret Easton Ellis
En Los Ángeles de 1981 anda suelto un asesino en serie al que por su forma de matar se le conoce como El Arrastrero, al igual que esos barcos pesqueros de arrastre que lanzan una red en forma de bolsa y tiran de ella a una velocidad sostenida para atrapar a los peces. Este asesino actúa impune por la ciudad y asesinará a un estudiante del centro, lo mismo que amenaza a Bret y sus amigos con algunas acciones violentas y grotescas.
Paranoico y aterrado, pero también atraído por Mallory, Bret empieza a seguirlo, pero en sus delirios a veces llega a conclusiones equivocadas y lo que parece que es real no lo es. De fondo, escuchamos la música de esos años, asistimos al estreno de películas como El resplandor, entre imágenes poderosas de días soleados y almas contaminadas por algo mas que los humos de los tubos de escape de los coches, mientras las noches son relampagueantes. Lo que une la noche y el día es el peligro que acecha a cualquier hora y que no sólo procede del asesino en serie, sino también de unos personajes que se mueven a impulsos de sus deseos.
Como Bret que sigue con su novia que le sirve de coartada sexual, sus encuentros secretos y la escritura, mientras se siente confundido y las obsesiones ponen en peligro su equilibrio mental. No sabemos si las drogas lo han dejado paranoico perdido o es el miedo a ser descubierto. Tampoco sabemos si Mallory es un asesino en serie o todo es producto de la cabeza de Bret y su tendencia a imaginar historias.
The Shards es una gran novela de aprendizaje que destila un veneno particular en sus páginas, y nos invita a seguir leyéndola hasta desvelar los misterios que encierra. Easton Ellis ha madurado como escritor y ha esperado el momento oportuno para mirar a su pasado. Bret, el narrador personaje de esta novela, escribe para recomponer los destrozos de una psique dividida en múltiples yoes, y Bret Easton Ellis ha conseguido convertir en literatura sus desvaríos.
Dan ganas de leerlo
Muchas gracias