Charles de Talleyrand (París, 1754-1838) fue muchas cosas en la historia de Francia y de la Europa del siglo XVIII y XIX pero en todas fue importante. Como además vivió ochenta y dos años durante una época especialmente convulsa y sobrevivió a los sucesivos regímenes de su país es un personaje histórico que sigue despertando interés. Prueba de ello son las numerosos biografías y ensayos sobre su vida publicados y a los que viene a sumarse el del escritor, editor y traductor Xavier Roca-Ferrer: Talleyrand y subtitulado: El “diablo cojuelo” que dirigió dos revoluciones, engañó a veinte reyes y fundó Europa. (Arpa, 2021).

Talleyrand era hijo de una familia de la aristocracia francesa. Cojo desde los cuatro años, al no ser apto para la carrera militar, la familia lo derivo hacia la iglesia sin tener vocación alguna. De sacerdote llegó a obispo y bajo el reinado de Luis XVIII la defendió de los intentos de quienes pretendían que pagase impuestos. Con la Revolución francesa, Talleyrand abrazó la nueva causa y representó al clero en los Estados Generales. No dudó en pedir la nacionalización de los bienes eclesiásticos para aliviar la situación de las finanzas estatales.

Un cambio de 180 grados al que le siguieron muchos otros y que le valió ser catalogado de traidor por los partidarios del Antiguo Régimen. Colgados los hábitos, su colaboración revolucionaria concluyó con su exilio al instaurarse el Terror, primero en Inglaterra y luego en Estados Unidos. Con el final de la revolución regresó a Francia y fue nombrado ministro de Asuntos Exteriores por el Directorio. A decir de Charles-Augustin de Sainte-Beuve, uno de los escritores y críticos franceses más brillantes de su tiempo, Talleyrand era “la inteligencia en estado puro unida al cinismo, al realismo político, al gusto por la intriga, a la pasión por los negocios, a la capacidad casi enfermiza de captar las líneas de tendencia de la historia”.

Su nueva apuesta será Napoleón que premiará con creces su adhesión a la causa. La invasión de España y Rusia les distancian y acaban por enemistarlos. Bonaparte termina siendo para Talleyrand un aventurero. Como escribirá más adelante en sus memorias sobre su relación con Napoleón,  «las mentes en las que predomina el sentido común tienen esta cualidad feliz o infeliz, pero irresistible: cuando se encuentran en presencia de actos o proyectos desproporcionados, imprudentes, irrazonables, no se dejan vencer ni por el afecto ni por el interés; un poco antes, un poco después, no pueden dejar de desaprobarlo”.

 

Xavier Roca-Ferrer

 

Xavier Roca-Ferrer pone en la balanza los pros y lo contras de su biografiado, desde el reconocimiento a las habilidades diplomáticas de Talleyrand que salvó a Francia en el Congreso de Viena (1814) que debía rehacer las fronteras de Europa tras la derrota napoleónica, como a su visión europeísta y la necesidad de la colaboración económica entre los estados europeos y en pro de la paz. Pero también los hechos de un político sin escrúpulos, como su implicación en el secuestro en Alemania y fusilamiento en del castillo de Vincennes del duque de Enghien, opositor a Napoleón. Tras Bonaparte, Talleyrand aún tuvo tiempo de colaborar en la restauración monárquica y el reinado de Luis Felipe I.

En lo íntimo era un hombre de físico agradable, divertido, culto y amante de la buena vida. Tuvo muchas historias amorosas con mujeres como la condesa Adelaida de Flahaut que le hizo padre de su único hijo, o la duquesa de Curlandia, aunque terminó casado por orden de Napoleón con la mujer con que convivía, Cataline Grand.

Como escribió en sus memorias, publicadas medio siglo después de morir reconciliado con la Iglesia, “de todos los gobiernos a los cuales he servido, no hay ninguno de quien haya recibido yo más de lo que he dado; que no he abandonado a ninguno antes que él se hubiera abandonado a sí mismo; que no he puesto los intereses de ningún partido, ni los míos personales, ni los de mis allegados, en contrapeso con los verdaderos intereses de Francia, los que a su vez, nunca he creído en oposición con los verdaderos intereses de Europa”.

Es cierto que sirvió al Gobierno de turno y luchó por dar a Francia dignidad y autoridad, y puede considerarse un lejano propulsor de la Unión Europea, pero también que no perdió comba para corromperse y corromper porque como se confirma en esta biografía, los intereses de Francia coincidían siempre con los de Talleyrand.

 

https://cutt.ly/MnKTrwp

 

https://cutt.ly/5nKToBz