Patricia Higsmith (1921-1995) (IMAGEN Youtube / European Film Promotion / Trailer /‘Loving Highsmith’)

Estas 1200 páginas de la edición española de los Diarios y Cuadernos 1941-1995, de Patricia Highsmith, la inglesa de Weidenfeld and Nicholson, Her Diaries and Notebooks,  casi no llega a las mil, como si los editores no hubiesen querido traspasar esa cifra mágica, y cuyo resultado,a pesar del buen hacer tipográfico de la editorial, deja una sensación de incomodidad en el lector, suponemos que haber publicado en dos tomos la obra hubiese encarecido la tirada, no pasa de ser una selección que Anna von  Planta, su editora de DiogenesVerlag, de Zurich, en colaboración con Kati Hertz, Marion Hertle, Marie Hesse y Friedericke Kohl, ha realizado de las más de ocho mil, que Patricia Highsmith dejó en un armario tras su muerte… una selección que si bien nos da a conocer aspectos curiosos, no insospechados, sobre todo de la década de los 40 en que Pat, una tejana nacida en Fort Worth en 1921, de nombre  Mary Patricia Plagman, hacía de las suyas en el Village neoyorkino, nos llena de inquietud por saber el contenido de lo que no se ha publicado: en su prólogo, Anna von Planta nos advierte de que Pat utiliza expresiones ofensivas con los Negros Americanos y judíos hasta el punto de que en la nueva edición de Carol, de 1990, se cambió la palabra “negro” por “black”, con lo que creemos se pierde buena parte de su significado pues negro está escrito en español, no en inglés, y además, vuelve a advertirnos de ciertas expresiones anti-semíticas y que en la edad madura el problema no eran ya estas expresiones sino sus opiniones, ofensivas , rencorosas y misántropas…Anna von Planta se refiere particularmente a la dificultad de conocer en concreto su creciente antisemitismo…

Publicados el año pasado, estos Diarios pasaron en el mundo  anglosajón por ser el acontecimiento literario del momento y en la edición española representan una entrada brillante de la rentrée literaria pero atemperada por el hecho de los centenarios de la publicación de The Waste Land, de Ulises, de Trilce y de celebrarse los cien años de la muerte de Marcel Proust, este otoño se publica de nuevo en Francia toda la Correspondencia del autor de À la Recherche..., que hace años realizó Philip Kolb y ello por no hablar de los inéditos de Louis Ferdinand Céline entregados este año por un miembro de la Resistencia a raíz de la muerte de la viuda del escritor, de los que se han publicado por el momento Guerre, a la espera de que en Octubre se publique otro inédito con el título de Londres.

Patricia Highsmith es la creadora de  uno de los perfiles de sociópatas mejor dibujados del siglo XX, un siglo sin rival en la creación de esos perfiles y el personaje de Tom Ripley es uno de esos logros, que en cierto modo podríamos comparar a algunos de Faulkner, la infinita saga de  los Sartoris, los Compson, “Popeye”, por no referirnos al padre de todos ellos, esos Karamazov, esos Gran Inquisidor…, esos Stravogin, que no se diferencian por su tonalidad metafísica a los mencionados,antes bien por su cualidad polifónica, como con justicia vislumbró Mijail Bajtin. Leer estos Diarios con el ánimo de los que alumbran los de Jünger o los de André Gide, por poner dos casos de autores que han escrito esos dietarios con la conciencia plena de que estaban concebidos para ser leídos, de ahí las continuas correcciones adaptativas a los tiempos por parte del alemán o la astucia cuando tiene que enfrentarse a problemas que no puede dejar de lado el autor de Los monederos falsos, así,en las entradas en que crítica la actuación de los aliados en Túnez pero de tal modo que, luego, cuando tiene que rectificar, le basta con cambiar los actores, dando a entender que en esa representación pública en que ha convertido los Diarios, él es el demiurgo elegido, sería erróneo por parte del lector. Los de Patricia Highsmith son una serie de apuntes a lo largo del tiempo, de impresiones cuya única coherencia estriba en que el personaje es él mismo y que nunca fueron escritos para su publicación, por lo menos mientras viviera.  Pero es en los primeros años, los que se extienden de 1941 a 1950 donde estos escritos se nos muestran con una elevada coherencia ya que las entradas se suceden casi día a día y así asistimos al modo en que Higsmith hace dedos, considera a Joseph Conrad y a Edgar Alan Poe como sus maestros, y lo cierto es que acierta de lleno: en toda su obra rastreamos huellas de estos autores, de una u otra manera, y mientras lee a sus contemporáneos, a los amigos del Village allí conoce a Judy Holliday y Jane Bowles y, de paso, vive la vida con una intensidad fuera de lo común entre lo que le ofrece la noche, acompañada generosamente por whiskies y daiquiris, lo que no obsta para que haga una visita a  Lord & Taylor en busca de una chaquera roja de pana y lo consigne feliz, y luego, a raíz del éxito de Extraños en un tren, llevada al cine por Alfred Hitchcock, su paso por la colonia de artistas de Yaddo, con Chester Himes y Flannery O´Connor

Según vamos avanzando entre esta tupida selección nos encontramos con entradas más esporádicas, tanto en los años que van de 1951 a 1962, donde vive a caballo entre Europa y Estados Unidos, en los tres que vivió en Inglaterra, del 63 al 66, luego Francia y sus últimos años en Suiza, que se extienden desde 1981 hasta 1995, el de su muerte. En esas estancias hace numerosos amigos, desde Peggy  Gugenheim a W. H. Auden pasando por Arthur Koestler o Carson McCullers… y nunca abandona esa lucidez morbosa,de una terrible inteligencia a la hora de juzgar a los demás, no que no empece para mostrarse injusta, porque antes se había juzgado a sí misma… no es de extrañar, por tanto, que se haya optado por una selección pero lo inquietante es la cantidad de material desechado, enorme, grandioso, y que en realidad este libro es de Patricia Higsmith, Pat, pero de igual modo lo es de Anna von Planta y sus colaboradoras que han desbrozado según sus criterios, como debe de ser pero se echa de menos la regla en que se han basado…

 

 

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