Vocación por los libros y la literatura es lo que retrata esta memoria de casi quinientas páginas que con el título de Egos revueltos. Una memoria personal de la vida literaria (Tusquets, 2010) ha escrito el periodista y escritor, Juan Cruz. Cuarenta años en contacto con los escritores han servido al autor para repasar los aciertos y los errores que cometió cuando en 1972 asumió la dirección de la Editorial Alfaguara. Como dice al comienzo de este libro, lo que mueve a los autores “es la pasión, y los mueve la vocación, pero el motor principal es el ego“. Hoy en día la profesión de editor desgraciadamente, y en la mayoría de los casos, sólo se comprende bajo el prisma del beneficio económico que las ventas de las obras de sus autores reportan a la cuenta de resultados de sus empresas, pero por encima de esta realidad, el editor de vocación sabe que sus escritores esperan de él algo más valioso: el respeto que merecen sus egos. En ese tiempo, imprescindible para quien quiera acercarse a la historia de la literatura, el ego de los escritores alargaba su sombra e invadía primero el alma de los agentes literarios y de los editores,  después se ganaba a los críticos y los libreros, para finalmente alcanzar a los lectores, destinatarios finales del esfuerzo solitario que es la literatura en la que el escritor se ha dejado la piel. 

El editor debe asumir, como dice Cruz, que ha de permanecer “en segundo plano”, y el que no esté dispuesto a renunciar a ese protagonismo, lo más honesto que puede hacer  será abandonar un oficio que no sabe de horarios, ni tiene un lugar fijo en la geografía. En estas páginas nos encontramos con el editor psicólogo, el editor asistente personal, el editor hermano, el editor abogado, el editor médico y el editor amigo que debe esforzarse por comprender “las obsesiones, las ambiciones y la inseguridad” de los creadores que se alimentan y nos alimentan de literatura.
Este libro, último Premio Comillas de Historia, Biografía y Memorias, es una memoria honesta que narra el ángulo humano de una profesión que le brindó al autor éxitos, momentos divertidos y malentendidos.  Pero también, por qué negarlo, frustraciones y despedidas porque la muerte tuvo la última palabra. Como escribiera John Donne “ningún hombre es una isla”, y en estas memorias, Cruz recuerda a otros periodistas, agentes literarios, críticos, editores y amigos que le acompañaron en este momento concreto de la historia literaria de nuestro país y que como él asistieron con perplejidad o extrañeza a ese revoltijo de egos tan distintos. Melancólicos como el de Cabrera Infante,  suspicaces como el de Susan Sontag; egos elegantes como el de Vargas Llosa o  el ego meticuloso de Octavio Paz. Inadvertido fue el ego de Rafael Azcona y  obsesivo el de Sábato; soberbio el de Cela o desvalido fue el ego de Borges. Muchos otros egos protagonizan esta galería de escritores que además de genios siempre fueron humanos, y el autor que ahora nos acerca ese tiempo estuvo allí para contárnoslo.
Juan Cruz Ruiz
Egos revueltos.
Tusquets, Barcelona 2010
488 páginas. 25 euros
XII Premio Comillas de Historia, Biografía y Memorias 2009