Foto de Fernando Brito

Andrés Delgado (Medellín, 1978) estudió Ingeniería
de Producción en la Universidad EAFIT. Ha sido militar, ingeniero y periodista.
En 2011 ganó la Beca de Creación en Novela de la Alcaldía de Medellín. Es
blogero y columnista en «Moleskine®32» y «Piel de Topo» en la Revista «Hoja Blanca».
Sus artículos y crónicas han aparecido en Universo Centro y en importantes
revistas digitales en español: Revista Cronopio de Colombia, El Puercoespín de
Argentina, Revista Replicante de México y Frontera D España . Durante su
permanencia en el ejército tuvo claro que prestar el servicio militar
obligatorio sólo valdría la pena si después contaba su versión de la historia.
Aunque Sabotaje es una historia de ficción, su experiencia como policía militar
fue el insumo para la reportería de esta novela.

¿Cómo surgieron los personajes y la trama de “Sabotaje”?

Conocí personalmente a muchos de los personajes de la
novela. Pero a la hora de escribirlos y caracterizarlos cambié mucha parte de
lo que son. Esto con el fin de crear un personaje que le diera fuerza al
relato.
Mis personajes no se agotan en la realidad, porque entonces
la narración resultaría muy floja. Los personajes de la ficción obedecen a
fines muy concretos que tiene el autor para lograr sus objetivos. Si se
necesita que la obra tenga una pizca de cariño y dedicación, habrá que poner a
Liliana, una amante delicada y paciente, que prepara cocteles de calamares y
sirve vino en su mesa. Ese personaje tiene que funcionar. ¿Y qué es funcionar?
Qué trasmitan una emoción, un sentimiento.
¿Cuánto tiempo te llevo la construcción del libro?
Me encerré un año en mi apartamento para escribirlo. Pero
llevaba pensando en el asunto más de 10 años.
¿Cómo fue la elección del título, este fue elegido antes de
empezar el libro o al finalizar?
El título lo encontré al finalizar la escritura. Y digo lo
encontré porque en realidad lo estuve buscando por mucho tiempo. Siempre me
sucede así. Titular es un arte y a mí me ha costado mucho trabajo encontrar los
términos justos para nombrar mis novelas.
Foto de Oliver Schmieg

¿Un escritor se hace o se nace?

Las dos. Un escritor tiene que tener talento. Pero tiene que
cultivarlo. El trabajo yo lo mido en horas nalga, es decir, el tiempo sentado
tratando de escribir la verdad.

¿El escritor se nutre de vivencias ajenas o en mayores
porcentajes las historias dentro de un libro son ficciones?
Uno debe escribir de lo que conoce, decía Hemingway… y
cuando se dio cuenta de que estaba equivocado se suicidó.
¿Te gustaría escribir y cambiar el final de alguna novela o
relato de otro escritor? De quién, porque?
Le cambiaría el final al cuento Los crímenes de la calle
Morge, de Poe, porque ese final me parece traído de los pelos. Qué perdone el
maestro, que debe estar revolcándose en la tumba, pero eso de que el criminal
es un simio es una traición al lector.
¿Cuántas horas al día se dedica a la escritura?
Ahora ninguna. La verdad a mí no me gusta escribir.
Andrés Delgado

¿Con que colega te gustaría tener la posibilidad de escribir
un libro? ¿Se puede ceder y amalgamar escrituras para una misma idea?

No, no creo en esto. La literatura es un ejercicio onanista.
Se lee y escribe en soledad. 

¿En que estás trabajando ahora? 
Tengo un libro en borrador. Es una novela, se llama: El
miedo al amor.
Un escritor siente la necesidad de volcar sus ideas al papel
porque….(completar)
“La necesidad de escribir novela o crónica parte del mismo
punto: despertarse temprano, estirar el cuello, tomar café humeante, mirar la
luz electrizante de las seis de la mañana y respirar profundo el aire de la
madrugada.
Durante el día descubrir la estupidez de la gente, descubrir
la genialidad de esa misma gente, sus peleas y sus amores. Ver el brillo de los
ojos de mis hijas cuando contesto sus preguntas, reírme con una amiga, escuchar
jazz, visitar la abuela y creer que la vida no será en vano. Desde ese punto
nace la necesidad de la escritura.
 

Foto de AmaMedellín.com

64

(Fragmento)

Medellín: una bóveda negra en el cielo. Abajo: un pesebre
extendido por el valle. Hoy es viernes y son las doce y media de la noche. Al
fondo: un caldo de luces. Acá la gente se mata y se abraza con la misma
intensidad. Abajo: las calles cerradas por un carro atravesado porque hay baile
y trago. Porque hay gente, música y sancocho con leña. Las calles de Medellín
están cerradas con cintas naranjadas de la Policía. Cerradas, porque hay
muertos tirados en el pavimento y los agentes de medicina legal hacen levantamientos
con tapabocas, delantales blancos y bandejas plateadas.
Mientras unos puestos de guardia están en el bosque, otros
cubren la parte baja de la montaña, de frente a las luces. El personal de la
base está de acuerdo: las horas en guardia son una mierda, pero aguantarlas de
cara a la ciudad es mucho más alentador que frente a la reja. La parte alta es
espesa, fría, con eucaliptos y pinos. Y esta madrugada hubo niebla, la maldita
niebla, monstruo de la naturaleza. Por eso preferimos estos puestos en la parte
baja y así observar el Valle de Aburrá. Carburo otro plon de cilantro.
La ciudad proyectada por la boca de fuego. Algún día tengo
que dejar de ser un PM. Quiero comer chorizo en Sabaneta. Ducharme solo en un
baño. Comer cazuelitas de mamá, cagar tranquilo.
Medellín está allí, pegadito, a menos de diez minutos en
bajada. Juliana vive en una casa de tres pisos en el barrio La Floresta. En
este momento estará metida entre las cobijas, dormidita, relajada, con la boca
abierta, con un brazo estirado y una rodilla por fuera de la cobija. Julianita,
tan linda. A veces me gustaría que no fuera virgen. Que fuera bien brincona,
bien arrecha, bien perra. Bien mamona. Y comémerla parejo, todos los días y a
toda hora. Darle besitos en la punta de las tetas. Amasarle el culo, lamerle el
cuello, morderle los codos y dejarle la piel roja y maltratada. Otras veces me
gustaría que fuera así, bien tímida. Bien bobita. Mentiras. Bien brincona
conmigo, bien coqueta conmigo, pero solo conmigo y bien mierda con el resto.
Sabotaje 
Editorial Planeta Colombiana. 2012. 
Pág.
136.