Sergio Vila-Sanjuán en el Círculo Ecuestre de Barcelona junto a un cuadro de la reina Victoria Eugenia. (Foto de Xavier Cervera. La Vanguardia)
El escritor y periodista Sergio Vila-Sanjuán plantea una pregunta en el mismo título de su ensayo “Por qué soy monárquico” que responde a lo largo del texto y que no deja lugar a dudas sobre su posición personal. Escrito en un año donde se han conocido más irregularidades del anterior monarca español, Juan Carlos I, y que están siendo investigadas por la Justicia, no cabe duda de que es un libro valiente y oportuno.
Vila-Sanjuán se considera monárquico, ahora mas bien felipista, por razones objetivas, subjetivas y familiares. Por eso la narración empieza con la historia de su abuelo Pablo, sigue con su padre José Luis y termina con él mismo. En paralelo, se cuenta la relación que mantuvieron con los distintos monarcas: Alfonso XIII en el caso del abuelo; Juan III, en el de su padre, y Juan Carlos I y Felipe VI en el suyo. Al final de cada capítulo se analiza de forma sintética las razones para ser monárquico que tuvo cada uno de ellos. Una forma amena de hacer historia y recordar hechos olvidados en una época de desmemoria.
Pablo Vila San-Juán (1892-1982), hijo de marinos, nació en Cádiz pero creció y se formó en Barcelona. Abogado y periodista formó parte de las juventudes alfonsinas barceloneses. Acabó derecho en Madrid y trabajó como secretario particular en el despacho madrileño de uno de los presidentes del Consejo de ministros de Alfonso XIII, Eduardo Dato, que murió en un atentado anarquista en 1921, al igual que en 1912 lo fue su antecesor José Canalejas. Dato fue uno de los grandes políticos de la Restauración y al que se le deben algunos logros notables en materia social como el descanso dominical, los seguros de invalidez y ancianidad, y la ley de accidentes de trabajo.
Pablo abrió bufete con éxito en Barcelona. También cubrió la impopular guerra de Marruecos para el periódico barcelonés El Noticiero Universal (1921-1922). Alfonso XIII le convocó para que le comentara cómo veía las repercusiones de este conflicto y, de paso, la situación en Barcelona donde por entonces se vivía la época del pistolerismo entre la patronal catalana y el sindicato anarquista CNT. Así fue como tejió una relación con el monarca que le nombró gentilhombre de cámara.

Alfonso XIII en Barcelona en 1929
Para Sergio Vila-Sanjuán era un “conservador moderado con inquietudes sociales” que vio en el monarca la posibilidad de modernizar España desde arriba mediante una serie de ambiciosas reformas, pero que la violencia política y el error del rey de aceptar la dictadura de Primo de Rivera frenaron”.
Pablo también valoraba el carácter ritual, la brillantez social, el formato solemne que la institución aportaba. Y como hombre ilustrado, el desarrollo cultural de la denominada Edad de Plata. Otro hecho a favor del rey fue su abdicación en 1931 sin organizar una resistencia numantina al advenimiento de la República como algún ministro le aconsejó. En cuanto a la vida privada del monarca, mujeriego y seductor, Pablo lo veía como una debilidad propia de las elites masculinas de su época.
EL Conde de Barcelona, Juan III en la línea dinástica, está vinculado al padre del autor, el periodista y también escritor José Luis Vila-San-Juán. Fue uno de los protagonistas de la escala que hizo Don Juan en agosto de 1967 en Arenys de Mar para abastecer a su yate La Giralda. Sin embargo, el verdadero objetivo era el de generar simpatías en Cataluña hacia la monarquía. Durante los dos días que estuvo en Cataluña, visitó la abadía de Montserrat y paseó por el barrio gótico barcelonés, entre otras actividades.
Si durante el reinado de Alfonso XIII el monarquismo catalán estuvo encabezado por políticos y empresarios, durante el franquismo fueron mas bien intelectuales y periodistas como el aliadófilo Santiago Nadal, Antonio de Senillosa uno de los miembros de la gauche divine barcelonesa, o José Luis Milá Segnier que incluso llegó a sacar una publicación clandestina monárquica, La víspera, que duró algunos números antes de ser detenido.

Don Juan de Borbón y José Luis Vila-San-Juan en Arenys de Mar, 1967
El monarquismo paterno estaba basado en que para un liberal de la generación de los “niños de la guerra” (que fueron niños durante la Civil española), la figura de Juan de Borbón representaba una alternativa política democrática a la dictadura de Franco.
Y aquí cruzamos el cabo de Hornos de este ensayo con la figura de Juan Carlos I en un capítulo titulado “Juan Carlos I, el 92 y la ejemplaridad”. Para Sergio Vila-Sanjuán las últimas revelaciones sobre este rey son una cuestión “muy grave que arrojan una luz tremendamente negativa sobre su figura”.
Un final para un personaje que representó el mejor momento de la España contemporánea (1975-2000) y resalta los grandes éxitos que tienden a olvidarse aunque el juicio de la historia siempre es global. Recuerda la primera conferencia de paz árabe-israelí celebrada en Madrid en noviembre de 1991, la cumbre iberoamericana de julio de 1992, las olimpiadas de Barcelona, la expo de Sevilla de 1992…
Según el autor, Felipe VI pidió a su padre que abandonase la vida pública en 2019 para no representar a la corona e indujo a Juan Carlos I a salir de España, lo que hizo a principios de agosto de 2020, tras revelarse asuntos como las presuntas comisiones multimillonarias cobradas por las obras del AVE en Arabia Saudí junto a la alemana Corinna Larsen, y que se sumaba a otros comportamientos reprobables de años anteriores. Lo mismo que con el marido de su hermana Cristina, “la Casa Real actúa antes de que la Justicia sentencie y corta las relaciones sin contemplaciones”, afirma Vila-Sanjuán.

Los reyes de España Felipe VI y Letizia
Pero también conviene recordar el apogeo de Juan Carlos I, y que va desde su actuación que evitó el intento de golpe de Estado de 1981 y hasta 1992. La entonces popular monarquía tenía muchos apoyos, incluso algunos que nos sorprenden y que revela Vila-Sanjuan, sobre todo en el ámbito catalán, como el novelista mallorquín Baltasar Porcel (1937-2009). Cuando conoció a Juan Carlos I le gusto el carácter “jovial, directo, franco del joven Borbón, también su sagacidad y lealtad”. Ambos congeniaron y el novelista tuvo un papel determinante en la visita del principie Felipe a Cataluña en 1990 pedida por el entonces presidente Jordi Pujol para consolidar lazos entre la monarquía y el gobierno autonómico catalán.
A los actuales monarcas Felipe y Letizia, el autor los ve modernos, interesados por el mundo de la cultura, sobretodo la reina, como lo demuestran los trabajos de la Fundación Princesa de Asturias y Princesa de Girona. En el ámbito político, Sergio Vila-Sanjuán saca a colación el discurso del rey del 3 de octubre de 2017 que “frenó la andadura separatista y contribuyó de formas importante a restablecer el orden y la sensatez en Cataluña”. Por cierto, un movimiento independentista encabezado por unos líderes que ponían como ejemplo de lo que sería una Cataluña independiente a países como Holanda, Suecia y Dinamarca con sólidas monarquías constitucionales.
Y aquí llegamos a las razones de ser monárquico de Sergio Vila-Sanjuán. Entre el nutrido grupo de argumentos que despliega, podemos elegir que entre los países más democráticos del mundo, los que tienen monarquía ocupan los primeros puestos. O que en tiempos complicados un rey ofrece un rostro en el que toda la nación se puede identificar. También que sirve para conectar tradición y modernidad, o que existe un plano simbólico importante, y representa un hilo histórico desde la Edad Media hasta hoy. En el ámbito catalán, Cataluña ha tenido el mayor autogobierno de los tiempos modernos y la monarquía hizo posible los tres momentos de mayor brillantez de Barcelona como fueron las exposiciones universales de 1888 y 1929, y los juegos olímpicos de 1992.
Económicamente, la aportación del rey al Estado es muy superior a lo que cuesta al contribuyente. “Un rey lo es por nacimiento, pero en un sistema monárquico cuando ya no cumple con su labor, deja el cargo, como ha ocurrido con Juan Carlos I. La institución tiene sus propios mecanismos de regulación, explícitos o implícitos. El rey es beneficioso para el país cuando es un activo y debe apartarse cuando es un lastre”, afirma Vila-Sanjuán. Y en este sentido recuerda a la familia real inglesa, que tuvo importantes crisis ya superadas y cuya permanencia ha resultada positiva.
Lo dicho: un libro valiente y oportuno que conviene tener en cuenta en el actual momento.
Vila-Sanjuán (Barcelona, 1957) ganó el premio Nadal 2013 con Estaba en el aire, entre otra novelas como Una heredera en Barcelona y El informe Casabona https://wp.me/p9fWSA-sy es reciente premio nacional de Periodismo Cultural 2020, y autor de ensayos sobre el mundo cultural cómo El síndrome De Frankfurt o Código Best seller. En Otra Cataluña https://wp.me/p9fWSA-2De ha analizado seis siglos de cultura catalana en castellano. Trabaja en el diario La Vanguardia, donde actualmente dirige el suplemento Cultura/s.